Árbol de la ciencia
No son pocos los vecinos que han elegido su profesión gracias a este árbol.
Una divertida leyenda.
El escritor español Pío Baroja publicó en el año 1911 la novela 'El árbol de la ciencia', que narra la vida de Andrés Hurtado, un estudiante de medicina desilusionado por la educación que recibe. Santiago también cuenta con su propio Árbol de la Ciencia, ubicado en un lateral del Pazo de San Xerome, al comienzo de la calle Franco, y mirando hacia la Catedral. Obviamente, no se trata de un arbol físico como tal, sino de un árbol plano de hierro del que cuelgan diversas ramificaciones ataviadas con nombres de carreras y oficios: astronomía, filosofía, ciencias, arte, biología, matemáticas... Como curiosidad, siempre se ha dicho que el joven estudiante que no sabe qué carrera desea realizar se coloca de espaldas al árbol y elige un papel al azar, señalando de espaldas con el dedo, y ésos serían sus estudios. Hablamos de uno de los puntos más visitados de la ciudad; tanto, que tuvo que ser cubierto con un cristal para ser preservado debidamente.
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