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Tánger, destino mítico y exótico.

Tánger es la joya del norte de Marruecos. Con una gran historia a sus espaldas, una vibrante cultura y unos paisaje exóticos, esta ciudad costera te cautivará. Conocida como "la puerta de África" y ubicada estratégicamente entre el Atlántico y el Mediterráneo, Tánger ha sido durante siglos un crisol de influencias culturales y un punto de encuentro para viajeros de todo el mundo.

Desde su rica historia como punto de encuentro de culturas hasta su atmósfera cosmopolita y acogedora, Tánger ofrece una experiencia turística inolvidable para todo el que la visite. Ya sea que te encuentres explorando sus antiguas murallas, degustando su deliciosa gastronomía o simplemente disfrutando de la hospitalidad de su gente, Tánger te sorprenderá en cada esquina.

Al pasear por sus estrechas calles te sumerges en la Medina de Tánger, donde el aroma de especias y el bullicio de la vida cotidiana te envuelven en un mundo de fascinación. Explora los zocos llenos de color, donde los artesanos locales exhiben sus habilidades en tejidos, cerámica y joyería tradicional. Y no te pierdas la oportunidad de degustar su exquisita cocina marroquí en los encantadores restaurantes ocultos entre callejones adoquinados.

Asimismo, es imprescindible que conozcas la Kasbah, la antigua fortaleza desde donde disfrutarás de vistas panorámicas más impresionantes de la ciudad y el mar. Otro de los lugares que no debes perderte es la Gruta de Hércules, una misteriosa cueva que según la leyenda fue habitada por el legendario héroe Hércules. Y qué decirte del gran Zoco, el mercado más grande de Tánger, donde encontrarás una amplia variedad de productos locales, desde especias hasta alfombras.

Si necesitas descansar, Tánger también te ofrece su playa de dorada arena,donde podrás disfrutar del sol y el mar Mediterráneo en un entorno tranquilo y pintoresco. Una experiencia inolvidable.

Naturaleza interior y ciudades imperiales

Déjate sorprender por el paisaje del interior de Marruecos, dominado por las montañas Atlas y plagado de maravillas naturales como las cascadas de Ouzoud o el lago Bin El Ouidane. Visita las ciudades de Azilal, destino ecoturístico; la antigua Beni-Mellal o Ifrane, conocida como ‘la pequeña Suiza’ marroquí, por su arquitectura y su bosque de cedros.

Un poco más hacia el norte empieza un viaje al pasado de Marruecos: camina por las calles de la medina de Fez, la ‘perla imperial’; pasa por debajo de la puerta Bab Mansour de Meknes y visita las famosas ruinas de Volubilis.

Marruecos Mediterráneo

En el norte de Marruecos se esconde Chefchaouen, la ciudad azul. Enclavada entre dos montañas, las fachadas de sus casas, pintadas de azul y blanco, tiñen de mar el paisaje: una vista imprescindible. Junto al mar te recibe Tetuán, ‘Paloma Blanca’, con su arquitectura hispano-morisca, su medina declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO y su enriquecedora mezcla de culturas.

Y donde convergen las aguas del Mediterráneo y el Atlántico se encuentra Tánger, una ciudad cosmopolita, orgullosa de sus diversas influencias, de haber ‘posado’ para Delacroix y Matisse, de su ‘Plaza de Torros’ y su Teatro Cervantes.

La costa Atlántica

En Rabat encontrarás una ciudad moderna impregnada de cultura e historia. La capital de Marruecos puede presumir de jardines, de su famosa Kasbah (fortaleza) des Oudayas, su centenaria Torre Hassan o de la imponente Necrópolis de Chellah. También en la costa atlántica, te espera Casablanca, una metrópolis burbujeante en la que infraestructuras modernas se mezclan con barrios encantadores y de negocios, entre la herencia árabe-musulmana y los legados del período colonial. Hacia el sur, no dejes de visitar la pintorescas El Jadida y Essaouira, ‘la novia del Atlántico’.

Azotada por el viento, la costa atlántica de Marruecos es un patio de recreo perfecto para los surfistas. Amantes del deslizamiento, les encantará disfrutar de las olas de Taghazout, originalmente un pequeño pueblo de pescadores a pocos kilómetros de Agadir y que hoy en día cuenta con un balneario de nivel internacional. Pasar algunos días en Agadir, la ciudad con 300 días de sol al año, merece también la pena: pasear por su paseo marítimo, disfrutando de las magníficas vistas del oceáno azul, relajarse en sus playas, degustar la gastronomía local en alguno de sus animados cafés o negociar en su famoso zoco El Had.

Asilah, la ciudad de los artistas

Al norte de Marruecos se encuentra la ciudad de Asilah, un lugar único que a lo largo de los años ha fascinado a artistas, convirtiéndose en funente de inspiraicón. Recorriendo sus pintorescas calles de trazado laberíntico se descubre un bello lugar bohemio, aislado del mundo. Lo que más llama la atención son las casas blancas, muchas de ellas con puertas y ventanas pintadas de azul añil.

Y a estas se suman los bellos murales que distintos artistas pintan en las fachadas, lo que origina que Asilah se pueda considerar una de las ciudades marroquíes con más arte. Además, sus playas son otro de sus principales atractivos, con sus aguas cristalinas y arenas doradas donde se pueden realizar distintos deportes acuáticos como el surf o el windsurf.

Chefchaouen, la ciudad azul

Chefchaouen es una ciudad con sello especial. Construida en la ladera de una montaña, con las fachadas de sus casas teñidas de azul, da la impresión de irrealidad. El corazón de la medina de la ciudad es la Plaza de Uta al-Hammam, una plaza animada que cuenta con la Alcazaba y una mezquita con una impresionante torre de base octogonal. Esta plaza es un punto de encuentro para los habitantes locales y los visitantes, y es un lugar perfecto para disfrutar de la vida local mientras se observa el ir y venir de la gente.

Cada rincón de la medina ofrece oportunidades únicas para los amantes de la fotografía con sus estrechas calles empedradas, sus fachadas azules y el juego de luces y sobras, crea un lugar irresistible para capturar bellas imágenes.

Las puertas del desierto

En el sur y el este, Marruecos se abre al desierto e impacta por su paisaje. Tanto, que destinos como Ouarzazate se han hecho famosos como escenarios habituales de producciones cinematográficas. Zagora es la base perfecta para los amantes del turismo de aventura; Tinghir te sorprenderá por los contrastes de su paisaje, con su magnífico palmeral; y Merzouga es una de las puertas del Sahara, un pequeño pueblo perdido en medio de las arenas. Merece también la pena visitar al oasis más grande del mundo, El Oasis de Ziz, uno de los ecosistemas más ricos de Marruecos que emerge en mitad del desierto.

Gastronomía: un viaje de los sentidos

La cocina marroquí es parte del patrimonio cultural del país, por lo que viajar a Marruecos es también un viaje por su gastronomía para el que es imprescindible agudizar los sentidos. Platos como el tajine, el cuscús o el Zaâlouk, que despiertan la vista y el olfato además del paladar. Una cultura culinaria que da un papel protagonista a las especias, en la que el té se ofrece como celebración y bienvenida y donde el ritual de sentarse a la mesa es mucho más que comer. ¿Te apuntas?

Tánger, un destino mítico por descubrir

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