Guía turística: qué hacer y ver en México
¡Viva México!
Situado en plena parte meridional del continente americano, México sorprende por su clima, por sus playas y sobre todo, por la amabilidad de sus ciudadanos. Entra en Turismo de México y descubre todo lo que esta tierra puede ofrecer. Las actividades a realizar en este hermoso país van desde disfrutar de todos sus monumentos históricos cargados de influencias indígenas y españolas, hasta pasarlo en grande al aire libre en sitios tan espectaculares como el Parque de Chapultepec en pleno México D.F. Como no podía ser de otra manera, no habrás pasado por México si no degustas alguno de sus platos típicos, ligeramente sazonados con picante, tales como los chilaquiles o el famoso mole poblano, para después quemar toda esa comida con unos bailes y tequila, al puro estilo Mariachi. México te espera con los brazos abiertos.
Así lo ven otros viajeros
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Viveros de Coyoacán, parte del Parque Nacional El Histórico Coyoacán
Te envolverán el olor a eucaliptos y los correteos de las ardillas. Además, podrás relajarte viendo practicar yoga y taichi.
El primer vivero de la ciudad.
Una simple hectárea. Ése fue el germen de estos viveros de Coyoacán, nacidos gracias a la iniciativa del ingeniero Ángel de Quevedo, que en 1901 donó esta superficie de terreno con el objetivo de crear el primer vivero de la ciudad. Apasionado por la flora e investigador incansable, tuvo que lidiar con las autoridades para que se sumaran a su proyecto, el cual consiguió hacer realidad en 1907. Desde entonces, se han ido añadiendo terrenos aledaños, hasta completar las 40 hectáreas que hoy tiene. Como recuerdo a su fundador, una estatua en honor al que llamaban ‘ángel del árbol’, luce hoy en el centro del parque. En los viveros se realizan periódicamente exposiciones de floricultura y además es posible comprar plantas, tierras y semillas. Los viveros forman parte del gran Parque Nacional El Histórico Coyoacán, dentro del cual se puede pasear, disfrutando del aroma que desprenden los eucaliptos, al tiempo que sigue con la mirada el corretear de las ardillas. En los últimos años, es habitual encontrarse con gente corriendo y grupos haciendo yoga o taichí en los que el visitante es bienvenido a unirse. Ten en cuenta, eso sí, que las cinco puertas que dan acceso al recinto cierran a las 18.30 horas.
Parque Nacional Los Dinamos
Una de sus señas de identidad es el río Magdalena con sus cascadas y manantiales. Yo no me lo perdería...
Área Natural Protegida de los Bosques de la Cañada Contreras.
A unos 40 minutos en coche y una hora en transporte público desde el centro de la ciudad se encuentra una inmensa zona de bosques y espacios abiertos conocida como Parque Nacional de Los Dinamos, dentro del Área Natural Protegida de los Bosques de la Cañada Contreras. Se trata de un parque dedicado al ecoturismo en el que es posible realizar multitud de actividades deportivas, tales como escalada, senderismo, ciclismo de montaña, paseos a caballo y pesca. Entre sus principales atractivos, destaca la presencia del río Magdalena, que recorre la zona a través de 12 kilómetros navegables en los que se encuentran vistosas cascadas y manantiales. Precisamente es la actividad que tenía lugar cerca del río la que da nombre al parque. En la época del Porfiriato (1876-1910) se instalaron junto al río cuatro generadores de energía hidroeléctrica que daban electricidad a las fábricas de tejidos del pueblo de La Magdalena. Para que la excursión sea completa, la mejor opción es quedarse a comer en una de sus tradicionales palapas, cabañas con techado a base de hojas de palmera en la que ofrecen comida y bebidas típicas a buen precio. La especialidad de la zona son las truchas, criadas en viveros por los propios dueños de los restaurantes.
San Ángel, antiguo pueblo reconvertido en barrio de moda
Uno de los barrios de moda te transportará al México de hace un siglo ¿Cómo? ¡Ven y verás!
Antaño pueblo, hoy barrio.
La mejor manera de hacerse a la idea de cómo era el México de hace un siglo sin salir de la capital es pasear por la zona de San Ángel, hoy un barrio más del D.F. pero antiguamente un pintoresco pueblo alejado del ajetreo capitalino. Su historia se remonta a la época prehispánica, pues ya existía allí un pequeño asentamiento llamado Tenanitla. Sin embargo, fue en el siglo XVII cuando los españoles comenzaron a utilizar el lugar, principalmente para la instalación de conventos y lugares de culto. De aquella época data la iglesia de San Jacinto, que cuenta con un bello retablo interior y en la que destaca su cúpula en forma de media naranja.
Más tarde, ya entrado el siglo XVIII, la zona se puso de moda como lugar de veraneo de las familias adineradas de Ciudad de México, y allí construyeron inmensas mansiones, algunas de las cuales todavía perduran hoy. Entre las lujosas haciendas destacan la Casa del Mariscal de Castilla, la Casa de los Delfines –así llamada por la presencia de una enorme fuente tallada en piedra con estos animales como protagonistas–, o la Mansión del Risco, que hoy funciona como exposición de arte europeo y mexicano.
Recorriendo las huellas de Hernán Cortés: el hospital de Jesús y el Palacio de Cortés
El que consiguiera derrotar al imperio azteca descansa en México, junto al Hospital que él mismo mandó edificar.
La estela de Cortés.
La historia de México es inseparable de la de Hernán Cortés, conquistador del país y quien consiguió derrotar al imperio azteca. Capitán general y gobernador de la Nueva España, terminó siendo destituido de sus cargos y falleció en España, en 1547. Pero era su deseo volver a México, y allí se trasladaron sus restos, que hoy descansan en el Templo de la Concepción de Jesús Nazareno. Junto a la iglesia se alza el Hospital del mismo nombre, fundado por Cortés en 1524 para atender a los soldados heridos en las continuas batallas con los aztecas y donde se conserva un busto del conquistador, realizado por Manuel Tolsá, una de las pocas estatuas que quedan de él en México. Tardó casi un siglo en construirse, pero hoy puede presumir de ser el más antiguo de toda América en funcionamiento. Para seguir completamente las huellas del conquistador extremeño, tendrás que desplazarte a Cuernavaca, a unos 80 kilómetros de la capital, donde se encuentra el Palacio de Cortés, un impresionante castillo, muy bien conservado que mandó construir en 1526 el conquistador extremeño y que le sirvió como residencia. Actualmente alberga, además, el Museo de Antropología de la Ciudad.
Los parques de España y de México
Áreas verdes y espaciosas entre la Condesa y la Roma, con áreas infantiles y un lago incluidos en el "pack".
Fácilmente confundibles.
Menos de diez minutos a pie separan estos dos parques, por lo que al hablar con los lugareños es muy habitual que los confundan o piensen que los dos son el mismo. Situados entre las colonias Roma y Condesa, el parque España, diseñado por el arquitecto José Luis Cuevas, se creó en 1921 en lo que era la entrada del antiguo hipódromo de la ciudad. Es un lugar que cuenta con áreas verdes y espacios para el juego infantil, donde los vecinos acuden en las calurosas tardes de verano a refrescarse y descansar. En su interior, se encuentra un monumento al presidente Lázaro Cárdenas, regalo de la República española en el exilio como reconocimiento a su apoyo durante la Guerra Civil. Unos años más tarde, en 1927, se creó el parque México (así lo conoce todo el mundo aunque su nombre oficial es Parque General San Martín), algo más grande que el anterior y con un aliciente más: en su interior se encuentra un pequeño pero muy relajante lago en cuya orilla se sientan los capitalinos a leer. Ambos suelen estar muy concurridos los fines de semana y en ellos es posible hacer uso del servicio de alquiler de bicicletas.
Paseo de la Reforma, con sus monumentos a Colón y la Revolución
Son los Campos Elíseos mexicanos. Larga avenida arbolada, monumental y majestuosa, como su homónima francesa.
Gracias a Maximiliano.
El emperador Maximiliano duró pocos años en el trono mexicano, pero dejó para siempre este Paseo de la Reforma, de unos 12 kilómetros de largo, concebido a imagen de los Campos Elíseos parisinos. Aunque su intención era que se llamase Paseo de La Emperatriz, en honor a su mujer, su nombre actual es desde 1872 Paseo de la Reforma, en recuerdo de las leyes modernizadoras y liberales que se implantaron en el país entre los años 1855 y 1863. Desde entonces, parece que todos los gobernantes han querido dejar su impronta ordenando edificar un gran monumento en esta vía. Tanto es así que aquí nos encontramos el Monumento a la Independencia, la fuente de la Diana Cazadora, el monumento a Cuauhtémoc y un sinfín más que van desde el Monumento a la Estela de Luz (con motivo de la celebración del Segundo Centenario de la Independencia) a la Fuente de Petróleos para conmemorar la nacionalización de esta fuente de energía en 1938. Se trata de una larga avenida arbolada y repleta de rotondas con todo tipo de monumentos en su interior. Un buen lugar, por lo tanto, para pasear y disfrutar del ambiente típico de las calles mexicanas.
La plaza de la Veracruz, con sus inclinadas iglesias
Ciudad de México está construido sobre una laguna, lo que implica el hundimiento de algunas zonas, como esta curiosa plaza.
"La Gachupina" inclinada.
Si necesitas un lugar para refugiarte y descansar después de un agotador día de turismo, acércate hasta esta plaza, que cuenta con áreas verdes y una relajante fuente en el centro de la misma. Sentado en uno de sus bancos te darás cuenta de algo que es difícil imaginar caminando por la jungla de asfalto que es Ciudad de México: la ciudad se encuentra sobre una antigua laguna, lo que ha hecho que con el paso de los siglos algunas zonas hayan ido hundiéndose, como es el caso de esta plaza. Una erosión lentísima, y por supuesto imperceptible al paseante, pero que se hace patente en la inclinación de ciertos edificios, como sucede con la iglesia que da nombre a la plaza: la parroquia de la Santa Veracruz, en cuyo interior se encuentran las imágenes del Cristo de los Siete Velos y La Virgen de los Remedios, conocida popularmente como “La Gachupina” y que presenta en su fachada una muestra más del churrigueresco mexicano.
La Plaza de las Tres Culturas
Tres estilos arquitectónicos bien diferenciados reunidos en una plaza que te invita a pasear, o simplemente, sentarte y observar.
Testimonio de tres épocas.
Sentarte o pasear por esta inmensa plaza es una buena manera de conocer, de un solo vistazo, la apasionante historia de este país que es México. Antes de la llegada de los españoles, el lugar ya era utilizado por los aztecas como zona de reunión, con un inmenso mercado en el que, según cuentan las crónicas, se congregaban unas 60.000 personas para intercambiar sus mercancías. Era entonces el centro de la Villa de Tlatelolco, nombre por el que también se conoce a la plaza, en la que existe un pequeño recinto en recuerdo a los típicos ceremoniales de la época. Atendiendo a su arquitectura, distinguimos claramente las tres etapas de la historia de México que dan nombre a la plaza. A un lado encontramos una especie de pirámide, muestra de la época prehispánica; y un poco más atrás se encuentra la iglesia y convento de Santiago, vestigio de la época colonial. Junto a ellos se alza el edificio de cemento y cristal del Ministerio de Asuntos Exteriores, exponente de una nueva era en México. En su interior, un pequeño monumento recuerda los hechos acaecidos en octubre de 1968, cuando el Gobierno ordenó disparar contra los estudiantes que se manifestaban pacíficamente en la plaza, provocando la muerte de cientos de jóvenes y deteniendo a miles de ellos cuando faltaban 10 días para los Juegos Olímpicos de México de ese mismo año.
La plaza de Santo Domingo, histórica centro del mundo azteca
Entorno perfecto para acompañar una buena lectura de un buen café y soñar con los "escribas" de antaño.
Histórica plaza.
Es un lugar tranquilo en el mismísimo centro de la ciudad, ideal para sentarse a tomar un café o leer un libro. Destaca por varias cosas: porque se encuentra sobre lo que fue el palacio de Cuauhtémoc, sucesor de Moctezuma, por lo que se la considera una histórica plaza del mundo azteca; y por ser una de las pocas que conserva casi intacto el trazado original con el que se diseño en 1628. Se la conoce también como ‘plaza de los escribas’, porque en sus amplios soportales se situaban, durante el siglo XVIII y XIX, estos escribanos que tenían como misión poner por escrito las comunicaciones oficiales o redactar las cartas o peticiones que hacían los ciudadanos analfabetos. Siguiendo con la tradición, hasta hace unas décadas se instalaban allí los tipógrafos, que ofrecían sus servicios para imprimir invitaciones de bodas, publicidad e incluso falsificaciones de títulos oficiales, y todavía hoy es habitual encontrar algunos por allí. En la plaza se encuentra la iglesia del mismo nombre, fundada por los dominicos, y el antiguo Palacio de la Inquisición, que actualmente funciona como Museo de la Medicina tras haber albergado durante unos años la facultad de esta especialidad.
Un paseo por el legado cultural español
Las señas de identidad del casco histórico defeño son las implantadas por los conquistadores españoles. Y eso se nota.
Paseos coloniales.
Los edificios coloniales mantienen todavía un lugar preponderante en la ciudad. Una buena forma de conocerlos es simplemente pasear por sus calles, fijándose en los edificios que se encuentran en el camino. La mayor parte del legado cultural español se encuentra en el centro histórico, donde es prácticamente imposible recorrer una calle sin encontrarse algo que fuera fundado por los conquistadores. Así sucede, por ejemplo, al pasear por la Calle de la Moneda, donde se encuentra la Casa de Campanas, que en 1563 acogió la primera imprenta de América Latina, y el antiguo palazo arzobispal; la que fuera Real Casa de la Moneda, hoy Museo Nacional de las Culturas, y la Iglesia de Santa Inés. Sin cambiar de calle –aunque ésta sí muda de nombre y a partir de cierto número comienza a llamarse General Emiliano Zapata– se encuentra la que fuera sede de la Academia de San Carlos, fundada por el rey Carlos III y que durante un tiempo acogió también el Hospital Amor de Dios. Un poco más adelante, llamará tu atención una fachada churrigueresca, típica de España. Se trata de la iglesia de la Santísima Trinidad, también construida durante el tiempo de la colonia.
Museo de Antropología e Historia
¡No te asustes al entrar! ¡La impresionante estatua del dios Tláloc te da la bienvenida con sus 168 toneladas!
Inmenso.
El Museo de Antropología e Historia es el gran museo de Ciudad de México, aunque si no estás familiarizado con la época prehispánica, la visita se puede hacer un poco ardua. Equiparable a grandes museos del mundo, como la National Gallery de Londres, en él se encuentra la más amplia colección de artículos de las culturas de mesoamérica y recorrerlo en profundidad puede llevarte varios días. Aunque no tengas tanto tiempo, hay algunas piezas imprescindibles entre su colección: la Piedra del Sol (una especie de disco tallado con perfectas formas y figuras a la que se conoce comúnmente como “calendario azteca”, aunque en realidad no sea tal), multitud de máscaras y tallas de diosas, las estatuillas de Tlatilco, un anillo de los utilizados en el tradicional Juego de Pelota de Guerrero decapitado y una espectacular maqueta de lo que fue la Gran Tenochtitlán. Pero de todas las esculturas, la que más te impresionará es la que se encuentra antes de entrar al museo. Una gigantesca estatua del dios Tláloc, de 168 toneladas, que fue trasladada en un viaje que duró todo un día desde San Miguel de Coatlinchán.
Museo de Frida Khalo
Frida puede presumir de ser una de las pocas mujeres en el mundo que cuentan con un museo homenaje.
La Casa Azul.
Muy pocas mujeres en el mundo pueden presumir de tener un museo que recuerde su vida y obra. Es el caso de Frida Khalo, la gran pintora mexicana, exponente de una época y probablemente la artista latinoamericana más reconocida a nivel internacional. El museo se conoce también como Casa azul, por ser éste el color predominante en su fachada principal (azul Rey mexicano), y además de albergar importantes obras de la autora, guarda también el amplísimo universo íntimo de Frida, que nació y murió en esta casa, donde también pasó algunos de los años más felices y apasionados junto a su marido Diego Rivera. Entre sus objetos personales encontramos una fotografía de la pintora tomada por el norteamericano Nickolas Muray, con quien mantuvo una larga amistad, una pequeña colección de mariposas, símbolo de su interés por la ciencia, y la urna prehispánica en la que reposan sus cenizas. Merece la pena pasear también por el jardín, y acercarse al área de proyección, donde podrá disfrutar de los documentales y otros materiales audiovisuales dedicados a la pintora.
Museo Nacional de la Revolución
Homenaje a los héroes de la Revolución Mexicana: Pancho Villa, Madero y Lázaro Cárdenas.
Viva la Revolución.
En 1910 tuvo lugar la Revolución Mexicana, que tenía como fin acabar con el gobierno dictatorial impuesto por el presidente Porfirio Díaz desde 1876. Fue un hecho sin precedentes que cambió radicalmente la vida del país; sin embargo, no fue hasta 1968 cuando se pudo por fin poner en marcha este Museo de la Revolución, donde se encuentran las criptas de los héroes de la misma: el famoso Pancho Villa, el político Madero, o el futuro presidente Lázaro Cárdenas. Curiosamente, se creó en la parte inferior de un palacio mandado erigir por el propio Porfirio Díaz, y cuya construcción se vio interrumpida por la Revolución. En su interior, el museo presenta una interesantísima exposición permanente, organizada de forma cronológica desde la consolidación del México independiente hasta los años del Cardenismo (1934-1940) en la que se dan cita más de 3.000 objetos que permiten al visitante recorrer estas cuatro décadas que han contribuido a hacer de México lo que es hoy.
Museo Franz Mayer
Recorre la basta colección de arte donada por Franz Mayer, y haz una parada en su interesante biblioteca.
Diseño y artes decorativas.
Dedicado a las artes decorativas y el diseño, este museo, situado sobre lo que en el siglo XVIII fue el convento y hospital San Juan de Dios, se ha convertido en uno de los espacios de exhibición más importantes de la capital. En él se encuentra la inmensa colección de arte donada a la ciudad por el empresario y magnate de la bolsa Franz Mayer, que murió en 1975 cediendo al pueblo mexicano todos sus bienes. Se calcula que su colección se componía de unas 10.000 piezas, que había ido atesorando a lo largo de toda su vida. Entre ellas hay cerámicas, muebles antiguos, porcelana china, esculturas, platería… llegadas de todo el mundo y de todos los rincones de México, abarcando muy diversas épocas y estilos. Abierto al público de martes a domingo, cuenta con una importante biblioteca, especializada en artes decorativas pero también con libros de todo tipo, como una colección con las más diversas ediciones de nuestro Quijote, a la que se puede acudir para consulta de libros o para admirar sus exposiciones. En lo que fue el claustro del convento, de gran belleza, se organizan exposiciones temporales y a través de él se accede a una tranquila cafetería en la que sirven muy buena repostería.
Museos dedicados a Diego Rivera
Rivera está presente en todos los rincones del DF, gracias a sus tres museos y obras dispersas por la ciudad.
Omnipresente Diego Rivera.
La ciudad de México es por sí sola un inmenso museo dedicado a Diego Rivera, cuyas pinturas encontramos en los lugares más inesperados. Pero para conocer más a fondo al icono y fundador del Muralismo mexicano, podemos visitar el Museo Mural de Diego Rivera en el que se encuentra el mural titulado "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central", una escena en la que se dan cita destacados personajes de la historia del país. Además del mural, el museo propone exposiciones temporales relacionadas con el muralismo y la pintura contemporánea. Hoy es posible visitar también la Casa Estudio de Diego Rivera, el lugar donde vivió y trabajó hasta su muerte, en 1957. Se trata de una curiosa edificación, una de las primeras en implantar el estilo funcionalista y consiste básicamente en dos módulos, unidos por un pasillo. En él encontramos objetos personales y recuerdos del autor y su mujer, la conocida pintora mexicana Frida Khalo. Para terminar de conocer a fondo a Diego Rivera, es posible acercarse también al Museo Diego Rivera Anahuacalli, concebido por él mismo y en el que se expone su colección de arte prehispánico.
Museo Nacional de Arte
Realmente inmenso, por lo que es altamente recomendable unirse a una de sus vistas guiadas.
El MUNAL.
Más allá de su interesante colección, merece la pena visitar este museo aunque sea por pasear libremente por sus majestuosas salas. Un gran palacio diseñado por el arquitecto Silvio Contri en 1904 que durante su primera época fue la sede de Comunicaciones y Obras Públicas del país. Conocido como el MUNAL, el centro abrió sus puertas en 1982 y cuenta con más de 30 salas de exposición, por lo que es recomendable sumarse a las visitas guiadas que se organizan cada día a las 12.00 y las 2 del mediodía. La colección permanente abarca los últimos cinco siglos y se divide en los años de dominación española, el primer siglo de independencia y la ‘nueva nación’ surgida tras la revolución de 1910. De entre las más de 6.000 obras con las que cuenta, destaca la Virgen del Apocalipsis (1970), del pintor Miguel Cabrera, un inmenso lienzo cuadrado de 3,5 metros de alto y largo. En su cafetería, Finca Santa Veracruz, ofrecen café, pastas y típico chocolate mexicano. Y los fines de semana, en el Salón de recepciones se ofrecen conciertos gratuitos, una experiencia única para la vista y el oído por la gran decoración y buena acústica de la sala.
Museo Nacional de Historia
Largo recorrido por la historia del país a través de una inmensa colección, en un entorno, francamente, incomparable.
En el Castillo de Chapultepec.
Situado en el incomparable marco del Castillo de Chapultepec, el museo funciona desde 1944 y a través de sus 20 salas ofrece un amplio y diverso recorrido por la larga historia del país, desde la dominación española hasta la Revolución Mexicana gracias a una colección de 65.000 piezas. Para hacerse una idea de cómo era la vida cotidiana en diversas épocas, puedes pasear por 12 salas o habitaciones en las que se reproduce la vida en diversas épocas, gracias a su colección de muebles, esculturas, vestimentas, carrozas, cartas y numismática, entre otros. El Alcázar, por ejemplo, se articula en torno a diversas salas (salón de té, sala de lectura o espacio de juegos) en los que se recrea lo que fueron los aposentos del Emperador Maximiliano, que eligió este lugar para vivir. Buena parte de los objetos de esta colección, que no para de crecer, pertenecieron a un particular, Ramón Alcázar, que a lo largo de su vida reunió más de 30.000 obras de diversos lugares, épocas y estilos. Algunas de sus salas presentan grandes pinturas murales de artistas como Juan O'Gorman, David Alfaro Siqueiros, completando así el recorrido por la historia del país. Cuenta con una preciosa tienda en la que encontramos reproducciones de objetos de cerámica, artesanía y plata. Abre de martes a domingo de 9 a 17 horas.
Museo de la Ciudad: antiguos y nuevos planos de la ciudad
En pleno Pino Suárez te topas con un palacete de aires coloniales con muestras de cultura desde la época prehispánica.
Calzadas aztecas.
Es curioso ver cómo algunos de los actuales ejes de circulación de ciudad de México coinciden plenamente con las calzadas construidas por los aztecas. Este y otros aspectos del pasado de la capital se aprecian en el Museo de la Ciudad, una muestra de la historia de la misma desde la época prehispánica. Un centro que alberga documentos históricos, objetos relacionados con la música, la cultura o los movimientos sociales para mostrar al visitante cómo ha ido cambiando la vida de la ciudad. Situado en la calle Pino Suárez, 30, el museo de encuentra en un palacete colonial, que se construyó en 1536 y perteneció durante décadas a los Condes de Calimaya. Fue en 1960 cuando este edificio se eligió para convertirse en sede del Museo de la Ciudad. Como curiosidad, cabe destacar que en la parte alta del edificio vivió el pintor impresionista Joaquín Clausell, que lo convirtió en su estudio y que pintó numerosos murales en sus paredes. Así, en este rincón se conservan hoy más de 1.000 pequeñas escenas pintadas al óleo en las que encontramos paisajes, simbolismo, espíritus y personajes mitológicos, representativas de este gran pintor impresionista.
Museo Nacional de las Culturas
14.000 piezas de todo el mundo conforman la exposición permanente de esta delicia de museo.
Mix cultural.
Este gran museo situado en el Centro histórico de la ciudad acoge piezas representativas de todas las culturas y épocas de la Humanidad, desde la zona del Pacífico a la del Mediterráneo, con especial atención a la antigua Grecia, Roma, Mesopotamia y Persia. Inaugurado en 1956, ocupa la que fuera Real Casa de la Moneda de la Nueva España, un edificio de estilo barroco que en 1931 sería declarado Monumento Histórico. Solo en su colección permanente dispone de 14.000 piezas, un lujo para el visitante, aunque difícilmente tendrá tiempo para disfrutarlas todas. De acceso gratuito y abierto todos los días salvo los lunes, este museo ofrece una verdadera mirada al mundo sin salir de casa, debido a la variedad de sus piezas, a la que se suman las exposiciones temporales. Entre sus obras destaca el mural titulado Revolución, una oda a este momento de la historia de México, pintado en 1938 por Rufino Tamayo. Este mural flanquea la entrada a la impresionante biblioteca del museo, bautizada en honor del historiador hispano-mexicano Pedro Bosch Gimpera, en la que se encuentran libros, revistas especializadas, música y documentales, lo que la ha convertido en referente único para investigadores y antropólogos dentro y fuera del país.
Museo del Templo Mayor
Muestra histórica y arqueológica de los restos rescatados del gran imperio creado por los aztecas… Francamente interesante.
Culto al dios Huitzilopochtli y al dios Tláloc.
En los siglos XIV y XV, hasta la llegada de los españoles, se extendió por México el gran imperio de los méxicas, o aztecas, que fundaron su capital en la gran Tenochtitlan, actual Ciudad de México. Allí se encontraba el Templo Mayor, la mayor estructura de la ciudad y centro religioso, económico y político de su civilización. Hoy, el Museo que lleva su nombre, inaugurado en 1987, conserva y expone el material arqueológico encontrado durante décadas en esta zona, miles de objetos que ayudan a entender cómo funcionaba la cultura azteca. El edificio que lo acoge se construyó siguiendo la forma del Templo Mayor, de tal modo que cuenta con dos secciones principales, dedicadas al culto a Huitzilopochtli (dios de la guerra) y al dios Tláloc (deidad de la lluvia). En sus ocho salas, representan los grandes aspectos de esta civilización: rituales y sacrificios, comercio, rutas de expansión, tributos a los que sometió a otros pueblos… En definitiva, un completo recorrido por esta antigua civilización, aunque las figuras más importantes se encuentran en el Museo de Antropología e Historia. Situado en un lateral de la catedral metropolitana, abre de martes a domingo, y ofrece un interesante visita virtual http://aztlan.inah.gob.mx:8080/teopantli/.
Mercado de Las Flores. Mercado de Jamaica
Colorida y variopinta explosión de olores te encontrarás en este paraíso floral. Francamente bonito, ¡merece la pena!
¡Qué vivan las flores!
Rosas, narcisos, gladiolos, hortensias, azaleas o margaritas; no importa la flor que busques, la encontrará en el gran Mercado de Jamaica, uno de los más visitados por los turistas que se acercan al lugar atraídos por los aromas y colores. Más de 5.000 tipos de flores provenientes de todo el mundo, plantas, semillas, ramos, preparados para bodas o funerales… Inaugurado el 23 de septiembre de 1957, en él se puede apreciar una explosión de olores, sabores y tonalidades, no solo por las flores sino también por las frutas, verduras y alimentos típicos que se sirven en su área de comida. Además, desde principios de 2013, el mercado cuenta con un atractivo más. En su fachada sur, podrás deleitarte con un inmenso mural, creado por el colectivo Germen: una obra de 1.380 metros cuadrados que sirve como tarjeta de presentación del llamado “neomuralismo urbano” en el que 15 artistas, en su mayoría grafiteros, han querido representar la larguísima historia de este mercado, desde mucho antes de que se levantaran sus padres, pues ya hace 500 años era lugar de intercambio de mercancías, especialmente flores y legumbres.
Mercado de San Jacinto o Bazar del Sábado
Aquí encontrarás miles de productos artesanales, con música en directo y olor a comida tradicional procedentes de su restaurante...
Artesanía una vez a la semana.
Su nombre oficial es el de "Bazar del Sábado", aunque muchos le conocen como "Mercado de San Jacinto" –por la plaza en la que se encuentra- y es uno de los lugares de paso obligado para los visitantes de la ciudad. En él, un selecto grupo de artesanos se da cita con el público una vez por semana –de ahí su nombre– desde finales de los años 60. En aquel momento fueron 15 artistas los que iniciaron esta tradición, pero hoy ya son más de 60 entre los que se encuentran destacados pintores y artesanos. En sus pasillos encontramos joyería, cerámica, figuritas de plomo, muñecas regionales, antigüedades, trabajos en cerámica, madera, marroquinería, y productos poco habituales como encapsulado de flores naturales, zapatos artesanales, bicicletas en miniatura y hasta un establecimiento dedicado a la confitería selecta. El mercado cuenta también con restaurante, en el que destacan las quesadillas y donde cada comida se acompaña de música en directo, recuerdo de la mejor tradición mexicana. Además, en los alrededores se dan cita pintores y caricaturistas que venden sus creaciones, destacando coloridas escenas tradicionales, en lo que se conoce como la Plaza o Jardín de los Pintores. http://www.elbazaarsabado.com/
Joyerías y sombreros en el Portal de Mercaderes
Entre otras cosas, en esta zona comercial te tropezarás con los sombreros con más abolengo del país ¿Quieres uno?
Casa Tardán.
“De Sonora a Yucatán se usan sombreros Tardán”, reza el eslogan de esta mítica tienda que encontramos en el "Portal de Mercaderes". Inmersa en el ajetreo comercial de estos soportales que ya desde 1532 se usan como zona comercial, se encuentra esta casa centenaria, fundada en 1847. Un lugar que comenzó importando sombreros de Europa y Estados Unidos pero que consiguió poner en marcha una de las primera fábricas de confección de este producto que durante la época del Porfiriato se consideraba casi un elemento de primera necesidad para todas las familias bien del país. La tienda comparte espacio con multitud de comercios joyeros, que han encontrado en esta zona el mejor lugar para exponer la platería típica del país. Entre ellos destaca el "Centro Joyero Zócalo" y la primera tienda de la cadena Bizarro (calle 16 de septiembre), que hoy cuenta con más de 30 sucursales por todo el país.
Artesanía, productos frescos y tostadas en el Mercado de Coyoacán
Una de las bazas de Coyoacán es sin duda su gastronomía: popular, genuina y sabrosa. No te pierdas sus tostadas.
Saborea México.
Es difícil destacar una especialidad de este gran mercado al que los chilangos, como se conoce coloquialmente a los ciudadanos de la capital, se acercan habitualmente por la gran variedad de productos que ofrece. Para el turista, merece la pena visitarlo por su amplia muestra de artesanías, pero cabe destacar también los productos frescos que vende y la multitud de lugares de comida rápida que esconde entre sus galerías. Entre estos últimos, es mítico el establecimiento "Tostadas Coyoacán", un amplísimo local –se ha ido agrandando debido a su popularidad– que dispone de tres barras para servir, casi siempre abarrotadas, y donde encontrarás toda clase de mariscos. Todo se encuentra a la vista, en grandes recipientes, y las tostas se preparan en un momento, sin apenas hacer esperar al cliente. _x000D_
El mercado, creado en 1956, alberga a más de 450 locales en los que también encontrarás mimbres, futras, verduras, flores, juguetes y disfraces. Un lugar perfecto para encontrar y probar sabores y productos diferentes, verdaderamente típicos del país, y ver pasar el ajetreado día de tenderos y compradores que, sin embargo, siempre encuentran un momento para charlar con el visitante. _x000D_
Librerías
En el 93 El Péndulo arrasó con esa idea de libros+café en locales encantadores y ligeramente bohemios… ¡Muy recomendables!
Las primeras "cafebrerías".
Antes de que en España comenzaran a ponerse de moda los cafés-librerías, ya existía en México una pequeña cadena especializada en esta modalidad, a la que dieron en llamar “cafebrería”. Así nacía en 1993 la "Cafebrería El Péndulo", donde no solo es posible degustar un café o buscar un libro, sino también adquirir películas de autor o disfrutar de conciertos y cursos relacionados con la literatura. Especializadas en arte, literatura y humanidades, hoy son ya seis los establecimientos de esta cadena, distinguibles por su hilo musical, luminosidad y decoración ecléctica. Otra mítica es "Librerías Gandhi", que también nació con una pequeña cafetería donde se llevaban a cabo actividades culturales. Fundada por Mauricio Achar, ya fallecido, supuso una revolución para el panorama cultural mexicano pues fue, junto a la "Librería El Parnaso" (cerrada en 2011) una de las primeras en “sacar los libros a la calle”, frente a las librerías tradicionales que los mostraban en vitrinas y recubiertos con plástico. El objetivo de Achar era más casi culturizar que vender, pero logró las dos cosas, y actualmente se ha convertido en una gran cadena que cuenta con 12 establecimientos en la capital y otros tantos repartidos por el resto del país.
Esoterismo en el Mercado de Sonora
Contradictorio pero cierto: ¡México es católico y supersticioso a la par! Recorre el Mercado de Sonora y compruébalo tú mismo.
De tarot y otras artes adivinatorias.
México es un país de profundas creencias católicas, pero las supersticiones se encuentran también ampliamente arraigadas entre la población. Buena prueba de ello es el Mercado de Sonora, una galería comercial en la que se pueden encontrar todo tipo de productos –desde juguetes a porcelanas– pero cuya fama se debe a la galería dedicada al esoterismo. A esta zona acuden nacionales y extranjeros en busca de velas, piedras para amuletos, inciensos, talismanes, esencias, jabones, lociones para rituales y multitud de libros en los que se explica cómo conseguir lo que uno desea. Además, podemos encontrar figuras, imágenes, animales disecados –como la tradicional víbora de cascabel- y, por supuesto, todo tipo de barajas de tarot para practicar las artes adivinatorias. Si lo que buscas son especialistas en estas lides, en el mercado se dan cita decenas de personas que aseguran poseer diferentes poderes o habilidades, desde videntes hasta curanderos, que ofrecen las más diversas soluciones cualquier que sea tu problema.
La Zona Rosa, el área comercial más importante de la ciudad
Compras y ocio por los cuatro costados de uno de los barrios más famosos de la ciudad.
Roja de noche, blanca de día.
La Zona Rosa (primero denominada Zona Dorada y después Lila) comenzó a conocerse por este nombre en la década de los sesenta debido, según algunos investigadores, al pintor José Luis Cuevas, que habría dicho de este barrio que era rojo de noche y blanco de día, dando como resultado este color rosa. Otros creen que se debe al gran número de establecimientos para gays que se encuentran en la calle Amberes, pero sea como sea, el caso es que esta zona es el área de compras y ocio más importante de la ciudad, pues en sus calles encontramos centros comerciales, galerías de arte, librerías y tiendas de todo tipo, aunque generalmente de alto standing. Aquí vivían a finales del siglo XIX las familias acaudaladas y los diplomáticos, que quisieron dar al barrio un toque europeo. Tanto que sus calles toman el nombre de las grandes capitales del Viejo Continente y abundan los palacetes de estilo barroco francés y las ostentosas casas en las que se llegaron a construir tejadillos especiales para la nieve…, por supuesto inútiles en México.
Mercado Abelardo Rodríguez
Fascinante y contradictorio es este mercado abarrotado no solo de fruta y verudra, sino también de ¡murales y pinturas!
¿Mercado o museo?
¿Qué te parecería poder comprar naranjas o un kilo de carne mientras observas un impresionante mural pintado por Diego Rivera? Esta curiosa mezcla solo es posible en el Mercado Abelardo Rodríguez, de Ciudad de México, un lugar concebido para llevar, literalmente, la cultura al pueblo llano. Qué mejor para eso que construir el Teatro del Pueblo en el mismo edificio que el mercado y decorarlo todo con pinturas de los mejores muralistas de la época. Esta fue la idea del presidente mexicano Abelardo L. Rodríguez, que da nombre al mercado y que lo inauguró el 24 de noviembre de 1934. Concebido como parte de un proyecto más amplio de regeneración del centro histórico, muy depauperado en aquella época, el edificio presenta en su exterior una variada mezcla de estilos arquitectónicos y fue en su momento el más grande de la ciudad. Los murales se encuentran en las entradas y pasillos del mercado y son en total más de 1.000 metros cuadrados en el que participaron una decena de muralistas, incluido el estadounidense Pablo O’Higgins y el japonés Isamu Noguchi. Como mercado, se trata básicamente de una galería de puestos de alimentación y productos frescos, aunque también existen pequeñas cantinas donde tomar un antojito. http://teatrodelpueblocentro.jimdo.com/ _x000D_
El mercado de artesanías de la Ciudadela
Callejuelas abarrotadas de artesanía tradicional de gran calidad. Eso si, ¡no te fíes de sus precios!
El arte del regateo.
Si te gusta la artesanía y estás dispuesto a regatear, éste es su lugar de compras en Ciudad de México. Entre sus más de 350 pequeños puestos encontrarás productos artesanales llegados de todos los puntos del país. Generalmente, ofrecen muy buena calidad, pero, como lugar esencialmente turístico que es, a veces sus precios son un poco elevados, por lo que no dudes en regatear. Recorriendo sus callejuelas encontrarás figuras de vidrio soplado, máscaras, telas, figuritas de barro, muñecas de hoja de maíz elaboradas a mano, bolsos de piel, juguetes típicos mexicanos, gargantillas y pulseras de piedra… Inaugurado con motivo de los Juegos Olímpicos del 68, se concibió como un lugar en el que los artesanos de todo México pudieran mostrar sus artesanías al mundo. La acogida fue tal que se mantuvo para el Mundial de fútbol del 70 y desde entonces, se decidió mantenerlo indefinidamente. Aunque en los últimos años el Gobierno ha considerado vender los terrenos en los que se encuentra situado, de momento el mercado todavía sigue en pie y algunos de sus artesanos han puesto en marcha una iniciativa para que sea considerado Patrimonio Cultural de México.
Parque Desierto de los leones
Los 48 kilómetros que lo separan de la capital no han impedido que sea una gran atracción turística.
Ni desiertos ni leones.
Aunque su nombre no tiene nada que ver con el mítico animal de la selva, merece la pena visitar este parque que tampoco tiene nada de desierto. Al contrario, durante años el agua de sus manantiales se utilizó para el consumo de la ciudad de México. Situado a unos 48 kilómetros de la capital, se ha convertido en un verdadero destino turístico en sí mismo y hasta él se acercan muchos mexicanos y extranjeros lo mismo para pasar unos días de descanso que para grandes celebraciones como bodas, cumpleaños o puestas de largo –la fiesta de los 15 años, muy típica en México–. En el interior se encuentra, además, el antiguo convento de los Carmelitas descalzos, de estilo renacentista, aunque actualmente la capilla central está casi en ruinas. Los administradores del parque ofrecen actividades muy enfocadas a la educación ambiental, especialmente para niños, pero es posible realizar todo tipo de de actividades deportivas o simplemente disfrutar de la flora y la fauna mientras pruebas las quesadillas típicas de la zona.
Toros en La Monumental de México
43 metros de diámetro para el ruedo más importante del mundo, eso si, detrás del español.
Toros mexicanos.
México es, aparte de España, el país donde más fuertemente ha arraigado la fiesta del toreo, tanto, que la mayor plaza de toros del mundo se encuentra aquí, precisamente en la capital. Con capacidad para 41.000 personas y un ruedo de 43 metros de diámetro, en ella se han consagrado grandes figuras. Su construcción comenzó en abril de 1944, como parte de un proyecto más amplio que preveía la creación de una inmensa Ciudad de los Deportes, y se inauguró el 5 de febrero de 1946 con una corrida a cargo de la gran figura del toreo del momento, Manuel Rodríguez, Manolete. En la puerta principal, un gran mural te dará la bienvenida. En él aparecen multitud de toreros y picadores relevantes de la época, con especial relevancia a los tres matadores que inauguraron el coso, todo ello entremezclándose con la imagen del empresario libanés que construyó la plaza y figuras de tiempos prehispánicos al fondo. Una composición estéticamente curiosa que no deja de impresionar al visitante. La Feria grande tiene lugar entre los meses de noviembre y febrero.
Paseos en barca por Xochimilco, barrio declarado patrimonio de la Unesco (pa. 109)
Paseos en trajineras al son de las marimbas de Xochimilco es un must ineludible para cualquier turista.
"El lugar de las flores".
Recuerdo de lo avanzado que llegó a ser la civilización azteca se mantienen los canales en este barrio del sur de Ciudad de México, Xochimilco, cuyo nombre significa “el lugar de las flores” en lengua náhuatl. Hoy, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por su valor ecológico, cultural e histórico, se ha convertido en visita obligada para los turistas y nacionales que, sin salir de México, pueden sentirse como en Venecia. Todo gracias a las trajineras (barcas) en las que se puede dar un agradable paseo acuático, la mayoría de las veces acompañados de músicos dispuestos a adaptarse a los gustos del usuario: desde rancheras al simple sonido del arpa o la marimba (instrumento de percusión) para paseos románticos. Sin salir del barrio, pero ya en tierra firme, te encontrarás con el Bosque de Nativitas, que cuenta con mesas y espacio para barbacoas, además de multitud de puestos de comida tradicional. Merece la pena acercase también al Parque Ecológico de Xochimilco y, ya que está por la zona, visitar la iglesia de San Bernardino.
El Parque de Chapultepec, pulmón verde de la ciudad y repleto de actividades
El caos del DF, si o si, necesita un paréntesis natural de paz y sosiego: Chapultepec es ese paréntesis.
Verde desintoxicante.
Una ciudad tan grande y poblada como México necesita de lugares para relajarse y respirar aire libre, y eso es precisamente lo que encontramos en el Parque de Chapultepec, auténtico pulmón de la capital y sede del Zoológico. Si puedes elegir, acércate una mañana de diario y encontrarás barcas libres para remar tranquilamente por uno de sus dos grandes lagos, pasear o incluso animarte a correr por las pistas creadas para ello. Y por los niños no te preocupes, estarán a buen recaudo en la zona de juegos infantiles "La Tapatia", pensada para menores y en la que tus hijos encontrarán todo lo que pueden imaginar, desde columpios a trampolines. También puedes dedicarte sencillamente a pasear, admirando las monumentales fuentes que se encuentran en el parque, siete en total entre las que destaca la Fuente de Tláloc o la de Las Víboras, rematada por cuatro serpientes enormes que a su vez se insertan formando una víbora. La primera, impresionante tanto si se ve desde arriba como si se acerca a ella, ofrece la escultura en relieve (pero en horizontal, como si sobresaliese sobre las aguas) del mítico dios Tláloc, en una escultura realizada a base de mosaicos y piedras de colores.
El teatro de los Insurgentes y la calle del mismo nombre
Tres cosas destacamos de la avenida Insurgentes: su tamaño, su mural "riverista" y su teatro.
De Norte a Sur.
Con sus 30 kilómetros de largo (50, si se cuentan las últimas prolongaciones), la avenida de los Insurgentes atraviesa la ciudad de norte a sur y es la gran arteria de Ciudad de México. Nacida como Vía del Centenario en 1900 y rebautizada a finales de los 40 en honor al Ejército de los Insurgentes (guerrilleros) cuya labor fue imprescindible para la Independencia, pasear por sus aceras es hacerlo a través de la historia y el presente del país. En el número 1587 te encontrarás con un espectacular mosaico elaborado por Diego Rivera que ocupa más de 40 metros de largo y presenta una forma ovalada. Que el edificio alberga un teatro queda claro rápidamente, pues en primerísimo plano vemos una gran máscara de carnaval y unas manos enfundadas en guantes de gala, pero si miramos atrás nos encontramos con una inmensa escena, formada por cantidad de personajes, en la que se representa la historia del teatro en México. Inaugurado en 1953, el teatro tiene capacidad para 1.000 personas y en su interior se representan obras de teatro a precios bastante asequibles.
Poliforum cultural Siqueiros
¿Creías qué el mural más grande del mundo estaba en la Sixtina? Te equivocaste. Está aquí.
Artístico dodecaedro.
Como su propio nombre indica, este espacio polivalente da cabida a todas las expresiones culturales y artísticas de la ciudad, gracias a sus amplias y diversas salas: el Foro Cultural, el Espacio de Arte Emergente y un Teatro que, a diferencia de los actuales, mantiene la forma completamente circular (no semi) que le dieron los griegos. Concebido como un dodecaedro, cada una de sus ‘paredes’ exteriores nos muestra un mural distinto en los que vemos alegorías al liderato, representaciones religiosas, homenajes a la ecología y cantos contra la guerra, además de una especie de altar en la que el autor honra a las grandes figuras del muralismo. En su interior, un inmenso mural –el más grande del mundo, superando incluso a la Capilla Sixtina– se extiende por el techo en forma de bóveda reproduciendo La Marcha de la Humanidad. Realizado por David Alfaro Siqueiros, el gran pintor mexicano que hoy da nombre al centro, solo por admirar esta obra cumbre del muralismo mexicano ya merece la pena acercarse hasta aquí, pero además en su interior encontrará interesantes exposiciones de arte moderno y una completa tienda con una exclusiva selección de objetos de arte y diseño.
Marcha y locales nocturnos en la Colonia Condesa
Una de las zonas más inn para tomarse unas copichuelas. No te pierdas El Caradura.
La Condesa está de moda.
La colonia Condesa es uno de los barrios más de moda en la ciudad para salir. De carácter bohemio, en él viven artistas y escritores y sus calles se encuentran repletas de árboles, bares y terrazas en los que tomar una copa con los amigos. "El Caradura"es uno de los destacados. De miércoles a domingo, el bar ofrece música en directo, con preferencia por el rock pero con espacio para todos los géneros –desde el punk al pop mexicano– y dejando los viernes para la música electrónica. Un antro con paredes de ladrillo donde aún se ven las vigas de acero que sostienen el edificio, una marca muy personal a la que ya se han acostumbrado los asiduos del lugar, que prefieren esto a la decoración minimalista de otros bares de la zona, donde los precios de las bebidas se duplican.
Vistas de toda la ciudad desde la Torre Latinoamericana
Resulta increíble que estos 182 metros de acero y cristal nunca hayan bailado al son de ningún terremoto. Imprescindible.
Vistas impactantes.
Ciudad de México ocupa casi 1.500 kilómetros cuadrados y alberga cerca de nueve millones de almas (que se convierten en 21 si sumamos todos sus barrios exteriores), así que las vistas, por muy alto que uno esté, nunca son de “toda” la ciudad. Sin embargo, si subes al piso 44 de la Torre Latinoamericana http://www.torrelatino.com/ podrás disfrutar de una de las panorámicas más impactantes de la capital. Aunque hoy se ha quedado pequeña frente al World Trade Center de México, en su día fue el edificio más alto del mundo fuera de Estados Unidos. Erigida en 1956, la torre se alza esbelta y orgullosa luciendo sus 182 metros de alto (incluyendo la antena) y su revestimiento en acero y cristal. Diseñada por el arquitecto mexicano Augusto Álvarez, en su origen albergó a la compañía de seguros La Latinoamericana, que le dio el nombre, y gran fama a la empresa, por resistir sin inmutarse los fuertes terremotos que desde entonces ha sufrido la ciudad. En la actualidad acoge a una gran diversidad de empresas, pero sus pisos más altos han quedado reservados para este mirador que abre los 365 días del año y que alberga además eventos y exposiciones especiales.
Mariachis en directo en la Plaza de Garibaldi
En esta plaza encontrarás grupos de mariachis a cualquier hora del día y de la noche, ¿nos vamos de serenata?
El esplendor de la música mexicana.
Puede ser un tópico, sí, pero a quién no le gustaría despertarse con un grupo de mariachis tocando bajo su ventana. Buena o mala, sería sin duda una experiencia para no olvidar, y además irrepetible, porque una escena como ésta solo se puede vivir de verdad en México. Además, para que no haya sorpresas, siempre puedes acercarte a la Plaza de Garibaldi, en la zona norte del centro histórico, para comprobar in situ la calidad de los cantantes. Por poco, encontrarás grupos de diversos estilos dispuestos a ofrecerte una muestra de su arte. Y si quieres contratarlos para un evento concreto, ofrecen precios razonables. No está claro por qué se reúnen en esta plaza, pero el caso es que a cualquier hora del día o de la noche, nunca faltan un grupo de mariachis –en ocasiones también grupos norteños o de zonas como Veracruz¬– con sus instrumentos a punto y sus trajes típicos impecables. En el número 12 de la plaza se encuentra el "Salón Tenampa" www.salontenampa.com (nombre que significa “lugar amurallado”) que abrió sus puertas en 1925. Un lugar por el que han pasado los grandes cantantes mexicanos, cuyos retratos –Chavela Vargas, Juan Gabriel…– se encuentra en las paredes.
Música y Teatro en el Palacio de Bellas Artes
Butacas de lujo en un impresionante palacio ideal para hospedar los mejores espectáculos de la ciudad.
Escenario exquisito.
Difícilmente se podría imaginar un lugar mejor para acoger a las Bellas Artes. Este impresionante y exquisito palacio con sus formas redondeadas y sus inconfundibles cúpulas en tonos naranjas y amarillo ha sido declarado Monumento Artístico por la Unesco en 1987 y en su interior existe un amplio teatro en el que la función empieza antes de levantarse el telón. Precisamente es esta inmensa cortina lo primero que llama la atención del visitante, por los dos grandes volcanes representados en él. Sobre este escenario actúan los mejores artistas y músicos del país, ya que aquí estrenan sus obras la Compañía Nacional de Danza, la Orquesta Sinfónica Nacional y la Compañía Nacional de Teatro. En su interior se alberga también el Museo Nacional de Arquitectura y el Museo de Bellas Artes. Su construcción comenzó en 1904 aunque no fue hasta tres décadas más tarde cuando se dio por concluida, inaugurándose el 29 de septiembre de 1934. Ver una representación en él es un verdadero lujo pero, si esto no fuera posible, es recomendable al menos pasear por su interior, repleto de inmensas lámparas y con las paredes completamente decoradas con murales y vidrieras.
Chocolates
Las variantes de chocolate son infinitas, pero el chocolate con canela es sin duda uno de los más típicos.
¡Choco, choco, late!
Lo encontrarás en todos sus estilos y variedades, pues es un producto originario del país que en Europa no conocimos hasta que no lo trajeron los primeros conquistadores. En México, es muy común que el chocolate en tableta contenga canela y almendras trituradas, lo que le da un sabor distinto al que estamos acostumbrados. Cuando se toma a la taza, se suele añadir leche y azúcar, como en España, pero mezclado con molinillo, de tal forma que el resultado es diferente.
También se puede tomar mezclado con masa de maíz, al modo en el que se consumía antes de la llegada de los españoles, en un tentempié que recibe el nombre de champurrado. Un buen lugar para tomarlo es el "Café de Tacuba" www.cafedetacuba.com.mx. Fundado en 1912, sobre una antigua casona del siglo XVII, todavía hoy mantiene su decorado con azulejos de colores y grandes pinturas al óleo. En su interior destaca el gran mural del chocolate que representa la historia del cacao desde tiempos prehispánicos hasta su adopción por los europeos para la preparación de dulces y manjares de todo tipo.
Alta cocina mexicana
Suena a chiste pero no lo es, los "chapulines" -saltamontes- fritos son una delicatessen en México ¿Te atreves con uno?
¿Saltamontes fritos?
Ya sea por curiosidad, esnobismo o por verdadero interés, son muchos los turistas que se acercan hasta los bares donde se puede encontrar la llamada “alta cocina mexicana” entre la que destacan los chapulines (saltamontes) –originarios de Oaxaca–, que se comen fritos y aderezados con sal y limón o con mojo de ajo. Se comían desde tiempos prehispánicos, pero más tarde fueron cayendo en el olvido hasta que han sido revitalizados como platos gourmet. Otros platos exóticos son los jumiles, gusanos de maguey y escamoles (huevas) de hormiga. Para probar alguno de estos platos especiales, acércate al restaurante "Corazón de Maguey" http://corazondemaguey.com/ , ubicado en el barrio de Coyoacán: se jacta de ofrecer entre sus platos comida indígena como el guacamole con chapulines salteados en pasilla o zacahuil de charales. Otra opción es el restaurante "Los Girasoles" www.restaurantelosgirasoles.com , situado en el centro histórico, donde podrás probar, entre otros, el Mozaico Azteca: un plato presentado en forma de mosaico en el que se dan cita los gusanos, escamoles y chapulines, acompañados de guacamole.
Las ‘neverías’ de toda la vida: La especial de París
Refrescarte con una "nieve" de la Especial de París o una "paleta" de La Michoacana, ¡es toda una experiencia!
"Paletas" de todos los sabores.
Paleterías o neverías es el término que tradicionalmente se ha utilizado en México para referirse a lo que hoy ya también llaman heladerías. El primer nombre proviene de los tradicionales polos de palo, elaborados con agua, y el segundo del nombre que se le daba a los helados, pues se hablaba de una nieve de fresa o chocolate. Son muchos los establecimientos de este tipo que encontrarás en la capital, pero sin duda el más conocido es "La especial de París" http://laespecialdeparis.com/. El negocio comenzó en 1921 a manos de un joven entusiasta, Domingo Lozada, que comenzó a recorrer las calles con un pequeño carro en el que llevaba instalada la nevería con helado de vainilla y nieve de limón. En la calle Artes esquina con calle París encontró refugio para su puesto ambulante, y allí consiguió instalarse, ya en un puesto de madera y hoy sus descendientes continúan la tradición en la misma avenida. Otra opción es acercarse a "La Michoacana" http://www.lamichoacanaweb.com.mx/, que toma su nombre del lugar que la vio nacer (Tocumbo, en Michoacán) allá por los años 40 en un humilde establecimiento. Hoy es una gran cadena con más de 1.000 establecimientos solo en Ciudad de México.
Cafés tradicionales
El café veracruzano es el más famoso, el DF no se queda atrás y su café es igual de sugerente.
Aroma a café.
En Veracruz se produce uno de los mejores cafés del mundo y, por supuesto, lo encontramos en todos los bares de la capital, donde además tienen una forma muy especial de prepararlo. No lo verás en todas las cafeterías, pero algunas aún mantienen la costumbre de prepararlo “a la olla”, es decir, en un recipiente de barro –como nuestros pucheros- y servido con azúcar moreno, conocido aquí como “piloncillo”. Los camareros tienen un especial arte a la hora de servirlo, y se puede pedir también con crema, que se sirve aparte. Un lugar de larga tradición es el "Café La Blanca" (Avenida 5 de mayo, www.cafelablanca.com ), un establecimiento fundado en 1915 por el asturiano Higinio Gutiérrez Peláez, que le puso el mismo nombre que la lechería que también poseía, "La Blanca". En él, los camareros, vestidos de este color, contrastan con la tapicería de tonos naranjas y el mobiliario de época.
Los exclusivos restaurantes de Colonia Condesa y Polanco
El legado francés sigue presente en la gastronomía mexicana. Visita algún restaurante de La Condesa o Polanco y lo comprobarás.
Lo más afrancesado del DF.
Condesa y Polanco son los barrios más ‘chic’ de la ciudad, lugares perfectos para disfrutar de un buen restaurante con influjos europeos, casi recién llegados de París. Porque la influencia francesa, a pesar de que tan solo fueron cinco años de ocupación, (en 1862, Napoleón III invadió el país imponiendo como monarca a Maximiliano, pero la aventura duró poco, pues los mexicanos se organizaron en guerrillas y echaron al ocupante en 1867) está todavía muy presente en la cocina mexicana. En ocasiones se ha entremezclado con los sabores oriundos de la zona, pero además quedan todavía exclusivos restaurantes de alta cocina francesa, que mantienen todo su encanto. Uno de ellos es el llamado “El discreto encanto de comer” (Calle Orizaba, 76) un establecimiento lujoso instalado en un edificio de comienzos del siglo XX donde se puede saborear una mousse de roquefort, filetes de róbalo, langostinos y postres exclusivos a base de higo dulce. Otro buen restaurante al que dirigirse es "Les Moustaches" http://www.lesmoustaches.com.mx/, uno de los más sofisticados de la ciudad donde se puede comer o cenar disfrutando de la gran casa señorial en la que se encuentra, con mesas en un elegante patio y acompañado por música de violín y piano.
De copas por las tradicionales cantinas
El mexicano tiene arte con las bebidas: el pulque, el mezcal o el tequila son buena prueba de ello.
Tequila, limón y sal.
El agave es una planta originaria de América que se da principalmente en México y de la que sus habitantes han sabido extraer todas sus propiedades. A través de su fermentación y destilación, los mexicanos han creado no solo el conocido tequila, sino también el mezcal y el pulque, dos bebidas que elaboran manualmente en sus casas y que se pueden encontrar por todas las cantinas de la ciudad. Tan populares son que a los bares se les conoce como pulquerías. Una de las más famosas de la ciudad es "La Hija de los Apaches", un establecimiento en el que reina un gran ambiente popular y donde tienen por tradición servir el pulque con una pizca de canela espolvoreada por encima. Este bar ofrece noches de salsa y rock y en su escenario se han dado a conocer muchas de las bandas jóvenes del panorama nacional de México. Otro lugar para disfrutar de un buen trago es el "Bar la Ópera" www.barlaopera.com, de estilo afrancesado: un clásico de la ciudad que abrió sus puertas en 1876. Siéntate en su interminable barra de madera y pide un coctel ópera. ¡Sus ingredientes son secretos!
Los antojitos mexicanos
La lista de antojitos mexicanos es tan grande y sabrosa que, ¡deberías probarlos todos!
A cualquier hora del día.
Ideales para comer a media mañana, media tarde o ya bien entrada la noche, cuando se sale de los bares y discotecas, la palabra “antojitos” designa a todos los aperitivos que podemos encontrar en los puestos callejeros de la ciudad. La mayoría de ellos están elaborados a base de maíz, y suelen llevar también frituras o salsas. Se encuentran en cualquier sitio, pero un buen lugar para comerlos es el Mercado de Antojitos (calle Giguera, esquina plaza Hidalgo): quesadillas fritas, pozole (un guiso tradicional a base de maíz molido cuyo nombre significa “espuma”, pues ésta aparecía al hervir el maíz, proceso que se utilizaba para separar el grano de la cáscara); esquites (maíz cocido servido generalmente con mayonesa), tamales y flautas (tacos de pollo fritos que puedes acompañar con cualquier salsa). Se encuentran en la mayoría de bares y taquerías, pero son muy típicas en El rey de las ahogadas (Av. Coyoacán 360).
Repostería tradicional en la ‘Dulcería Celaya’, con 125 años de historia
Si eres goloso México cumplirá tus expectativas más azucaradas con sus palanquetas, sus alegrías o sus cocadas.
¡Dulces alegrías!
Los golosos disfrutarán en México: un país con una sugerente oferta repostera que merece la pena conocer. Son muchos los dulces típicos, siendo quizás el más representativo las alegrías, ya que está elaborado con semillas de amaranto, originarias del país, miel y pasas. También encontrará fácilmente palanquetas, un dulce tradicional elaborado a base de frutos secos tostados (lo más común es que sean de cacahuete) y cubierto de miel. El resultado es una especie de torta, gruesa y, ojo, no recomendable para dientes delicados, puesto que suelen ser bastante duras. Destacan también las cocadas, que se preparan a partir de coco rallado, azúcar, yemas de huevo y almendras: una exquisitez que se come crujiente. La Dulcería de Celaya es uno de los lugares con más solera en lo que a repostería se refiere, pues existe desde 1874. En el local original, situado en la Avenida 5 de Mayo predominan los colores dorados y los mármoles, con un estilo Art Nouveau que le da elegancia y señoría. Sus vitrinas, perfectamente colocadas cada mañana, son un regalo para la vista y un reclamo seguro para levantar el apetito al visitante, que tiene más de 140 recetas para elegir.
Los famosos zumos y frutas de los puestos callejeros
¿Te atreves a probar un agua fresca? ¡Deberías!
¿Tienes sed?
Aunque el tequila bien fuerte sea una de las señas de identidad de México en todo el mundo, el país también posee una larga tradición de bebidas sin alcohol: zumos (jugos para que te entiendan), aguas frescas –una especie de infusiones entre las que destaca la ‘jamaica’–, horchatas, sorbetes y batidos. Los encontrarás en bares y restaurantes, pero sobre todo en pequeños puestos callejeros en los que los jugos se hacen en el momento y donde puedes observar el género y elegir el que prefieras. Si te gusta la horchata, ten en cuenta que la mexicana está hecha a base de arroz, y si vas a pedir limonada, recuerda que aquí la elaboran con lima, lo que le da un característico regusto ácido que no a todo el mundo le gusta. A los batidos se les conoce como “licuados” y se elaboran generalmente con frutas, yogur y miel. Si no te convence la idea de tomar zumos en la calle y prefieres un establecimiento, puedes acercarte a cualquiera de las franquicias de La ciudad de Colima, www.laciudaddecolima.com.mx, en funcionamiento desde 1950. Podrás encontrar más de 20 tipos de zumo diferentes.
Las populares taquerías
En cualquier viaje a México que se precie no puede faltar una buena degustación de tacos, ¡hay tantos donde elegir!
¡Dos del pastor, por favor!
Los tacos son tortillas de harina –generalmente de maíz, aunque también hay de trigo– acompañadas de carne, chicharrón, mole, mezcladas con queso... Mil y una maneras con un denominador común: la salsa que les puedes echar al gusto. ¡Ideal para amantes del chile y el picante! Es un básico en la gastronomía mexicana y puedes tomarte un taco a cualquier hora del día: hay taquerías por todos los lados y el precio de los tacos (que pedirás por unidades) es más que accesibles. Muchas veces, son ,inúsculos establecimientos en los que no hay lugar ni para sentarse. Entre las que podemos recomendarte están la centenaria "Taquería Beatriz" (www.tacosbeatriz.com), las de "El Tizoncito" (dicen ser los creadores del taco al pastor) o "El Charco de las Ranas".
El sitio arqueológico de Teotihuacán
Viaje por la historia de México a través de importantes piezas arqueológicas a 50 kilómetros del DF.
La ciudad de los dioses.
Llegar a Teotihuacan, a 50 kilómetros de Ciudad de México, es transportarse a un tiempo anterior a la conquista e incluso al mismo imperio azteca, porque en la ciudad de los dioses se han encontrado piezas de miles de años de antigüedad, lo que la convierte en uno de los lugares más importantes del mundo en lo que a arqueología se refiere. Es una zona inmensa, de la que el visitante puede recorrer 2,5 kilómetros cuadrados con dos tipos de rutas recomendadas. La Monumental propone un recorrido a través de la Calzada de los Muertos, visitando diferentes conjuntos arquitectónicos como La Ciudadela, la Pirámide del Sol y la gran Plaza de la Luna. Otra opción es seguir la Ruta de la Pintura Mural, dedicada a las pinturas prehispánicas y las técnicas y materiales que utilizaban. El complejo cuenta además con el Museo de la Cultura Teotihuacana, y un edificio en el que se presentan los últimos hallazgos arqueológicos de la zona. Se pueden realizar visitas de un solo día o pernoctar en las ciudades de alrededor, como Teotihuacan de Arista y San Martín de las Pirámides, que cuentan con hoteles, áreas para acampar y una gran oferta gastronómica.
La Nueva Basílica de Guadalupe
El mexicano de corazón no se considera católico sino guadalupano. Partiendo de esta creencia, imagínate el calibre de esta Basílica...
Devoción "guadalupana".
Algunos mexicanos dicen que, más que católicos, son ‘guadalupanos’, tal es la devoción que se vive en el país con la Virgen de Guadalupe. Situada en el cerro del Tepeyac, el lugar donde se apareció la virgen al indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin, la nueva Basílica es un inmenso templo de forma circular, pensada para que la imagen de la santa madre se vea desde todos los ángulos y con una capacidad para 50.000 personas. Aforo que se queda pequeño cada 12 de diciembre, cuando, conmemorando la aparición, millones de peregrinos se dan cita en este cerro al que acuden a rezar y ver con sus propios ojos la imagen original de la Virgen que la Basílica guarda en su interior. Inaugurado el 1976, el moderno edificio, reconocible por su majestuosidad y su cubierta de láminas de cobre, se encuentra muy cerca de la antigua basílica, construida en el siglo XVIII y que sufría grandes daños en su construcción. Además, forma parte de un conjunto religioso más amplio, en el que se encuentran también varias capillas, el templo y convento de las Capuchinas y el cementerio del Tepeyec.
El majestuoso Castillo de Chapultepec
Impresiona el monumento homenaje a los niños héroes que murieron protegiendo el castillo de la invasión estadounidense.
Suntuosa decoración.
Se encuentra situado en la punta más alta del cerro de Chapultepec, dentro del parque del mismo nombre y comenzó a construirse en 1785 como casa de verano para el virrey de la Nueva España. Desde entonces, se le han dado múltiples usos, desde residencia presidencial hasta fortaleza y Colegio militar. Su interior es bastante suntuoso, debido a la decoración que hizo traer hasta aquí el emperador Maximiliano. A sus pies se encuentra el Altar a la Patria, un monumento compuesto de seis grandes columnas que rodean a una estatua, en recuerdo a los niños héroes, que murieron en el castillo defendiéndolo de los estadounidenses.
En algunas épocas el palacio se sufrió de cierto desuso y, para evitar esto, en 1944 se decidió utilizarlo como sede permanente del Museo Nacional de Historia. Además de las obras de arte, en su interior destacan los espléndidos jardines, de formas rectas y perfectos acabados, que transportan al viajero a las mejores cortes europeas del siglo XVIII.
La Diana Cazadora y su curiosa historia
Recuperó su reinado en pleno Paseo de la Reforma tras su inmerecido segundo plano en los años 70.
"Cazadora" pero sin flechas.
Desde su pedestal, esta Diana sin flechas ha visto cambiar la mentalidad de la sociedad mexicana desde que tuvo que sufrir en sus carnes el puritanismo reinante durante sus primeros años de vida. La construcción de esta estatua fue obra del escultor Juan Fernando Olaguíbel, que la concibió como una “Flechadora de las Estrellas del Norte", allá por 1942. Entonces, su desnudez provocó las críticas de los sectores más conservadores, que se manifestaron exigiendo que se taparan sus partes nobles. Tal fue su tesón que finalmente el escultor tuvo que ponerle una especie de tela, tallada en bronce. Y así se mantuvo la estatua durante dos décadas, hasta que los vientos de libertad de los años 60 y en concreto la celebración de las Olimpiadas en el 68 devolvió a la figura a su estado original. Hoy es una de las fuentes más queridas y admiradas de los mexicanos, que en los 90 se movilizaron para que fuera instalada en su actual emplazamiento, en el Paseo de la Reforma, en lugar del escondido jardín al que se la destinó en los 70.
Monumento a la Independencia
90 metros de bronce y oro en forma de victoria alada fácilmente visibles desde cualquier punto de la ciudad.
El mítico Ángel de México.
Icono de la ciudad y lugar de encuentro, el Monumento a la Independencia, conocido también como El Ángel, es un lugar emblemático. Inaugurado en 1910 a iniciativa del presidente Porfirio Díaz para celebrar los fastos de la Independencia, consta de un pedestal con varias figuras alegóricas de la independencia, una larga columna y, finalmente, la silueta de una victoria alada coronando todo el conjunto. Esta figura fue tallada por el escultor italiano Enrique Alciati, sobre una gran piedra de bronce y con recubrimientos de oro. En su mano izquierda porta una cadera partida en dos –símbolo de la libertad– y en la derecha, una corona de laurel. En total, 90 metros de altura fácilmente distinguibles desde buena parte de la ciudad y una gran obra de arte situado en una inmensa rotonda del Paseo de la Reforma. Justo antes de la figura principal existe un pequeño mirador al que es posible subir apuntándose antes en la oficina de turismo de la ciudad.
Los murales de la Secretaría de Educación Pública
Colorida y muralista "SEP", sigue los pasos de su fundador Vasconcelos: ayudar con la educación del país.
¡Cientos de murales!
Doscientos murales del conocido Diego Rivera y de otros artistas como Jean Charlot y Amado de la Cueva, decoran los dos patios interiores de la Secretaría de Educación Pública. Un edificio-museo, que permite al visitante disfrutar de las pinturas al tiempo que aprende sobre la Revolución y la vida cotidiana de los mexicanos a principios de siglo. Son, en total, tres pisos en los que resaltan los vivos colores típicos de la pintura de Rivera. Para la primera planta, Rivera decidió representar las distintas regiones del país, mientras que la segunda –de menores dimensiones– quedó dedicada a las artes, la ciencia y el trabajo intelectual. Creados entre 1923 y 1928, los murales son solo la guinda de este edificio colonial, donde actualmente se encuentra la Biblioteca Iberoamericana. La SEP, como la conocen los mexicanos, se fundó en 1921, por iniciativa de José Vasconcelos, que la presentó como un organismo integral para la educación por la cual se ponían en marcha bibliotecas, campañas de alfabetización rural y creación de instituciones culturales. Vasconcelos, consciente que no era fácil educar a la población empobrecida y analfabeta, decidió apoyarse en los grandes pintores del momento, para ofrecer la visión de un México nuevo, orgulloso de su identidad nacional.
La Plaza de Manuel Tolsá, con la estatua a Carlos IV y el Palacio de la Minería
Además del homenaje a Carlos IV no te pierdas en esta Plaza el neoclásico Palacio de la Minería. Te gustará.
El Caballito de Carlos IV.
El rey Carlos IV murió fuera de España, desterrado por su propio hijo, y a su monumento ecuestre en México a punto estuvieron de fundirlo para hacer cañones una vez conseguida la independencia. Finalmente se salvó de las llamas, pero, quizás para despojarle del todo de su antiguo poderío, los mexicanos llaman a la estatua con el diminutivo de El Caballito. Hoy, después de varios cambios de emplazamiento, la figura del monarca, realizada por el arquitecto y escultor Manuel Tolsá, preside la Plaza dedicada al propio artista valenciano, artífice de numerosos proyectos que dejaron una profunda huella en la ciudad. Entre sus obras destacan el Palacio de la Minería (abierto al público de lunes a viernes, solo por las mañanas), que se encuentra en la misma plaza, y se considera el mejor exponente del estilo neoclásico de la ciudad. En el interior de la plaza, de pequeñas dimensiones, suelen habilitarse algunos mercadillos en fechas señaladas.
El Palacio de Iturbide, primer emperador de México, y las zonas aledañas
Sus orígenes fueron los de una casa para la alta burguesía. Hoy, es la sede del Museo Palacio Cultural Banamex.
Fastuoso y barroco.
Considerado una de las joyas del barroco mexicano, el hoy llamado Palacio de Iturbide nació como residencia para la alta burguesía nacional, y en 1785 se alzaba como la primera casa particular de cuatro pisos en toda la Nueva España. Su nombre proviene de los años posteriores a la independencia, cuando se instaló en el palacio Agustín de Iturbide, héroe y líder independentista que no tardó en proclamarse emperador de México (1822), precisamente desde uno de los balcones del palacio. Más tarde funcionó como hotel hasta 1930, cuando se reconvirtió en sede de una empresa de transportes, hasta que fue adquirido por el gran conglomerado del Banco Nacional de México (Banamex), que lo restauró como parte de su obra social para instalar en su interior el Museo Palacio Cultural Banamex, una iniciativa cultural en la que se encuentra una amplia colección de obras de arte de arte sacro y popular, así como fotografía, y en cuyas salas se organizan conciertos, conferencias y seminarios. Además, se ha reservado una parte del espacio a reunir la historia del propio palacio y en su interior cuenta con un fastuoso patio.
Palacio Nacional, sede de la presidencia, con murales de Diego Rivera
Además de un inmenso edificio te encontrarás con la historia de México relatada por los murales de Rivera.
Poderoso símbolo mexicano.
El palacio nacional ha sido a lo largo de su historia símbolo de poder en México. Construido por las tropas españolas en 1522 tras tomar posesión de la ciudad, en él se instaló Hernán Cortés y más tarde se utilizó como residencia del Virrey de Nueva España. Desde entonces, se han realizado varias reformas y ha tenido diferentes usos institucionales (poder legislativo, judicial…) hasta hoy, que es la sede oficial de la Presidencia de la República (aunque no la residencia del presidente).
Ocupa 40.000 metros cuadrados y es un mastodóntico edificio con tres grandes patios interiores, en uno de los cuales se ubican diversos murales de Diego Rivera en los que se cuenta la historia de México. Cada 16 de septiembre, el presidente sube a lo más alto del Palacio Nacional y hace tañer la campana de Dolores, con la cual el cura Manuel Hidalgo realizó el primer llamamiento a la revuelta contra los españoles, dando lugar a la guerra de Independencia contra los ocupantes. Situado en la Plaza de la Constitución, la entrada es gratuita y es uno de los edificios más visitados del país.
La Catedral y la Plaza de la Constitución
Una gigante plaza cobijando una gigante catedral… Entorno de infarto para el centro más auténtico del DF.
Impresionante Zócalo.
El Zócalo, como todo el mundo conoce a esta plaza, bautizada en honor a la Constitución de Cádiz, es el centro neurálgico de la ciudad ya desde tiempos de los aztecas. De hecho, para su construcción se utilizaron las piedras del Templo Mayor del imperio azteca, situado allí mismo, y destruido durante la contienda. Se trata de una amplísima plaza –con sus 240 metros por cada lado es una de las más grandes del mundo– con un interior sorprendentemente diáfano, en el que únicamente nos encontramos con una gran bandera mexicana en el centro. En sus alrededores, en cambio, destacan importantes edificios, como la Catedral Metropolitana, la más grande de América Latina y que en su fachada presenta hasta cuatro estilos distintos debido a los tres siglos que tardó en construirse (1567-1813). En su interior, bastante diáfano, destaca el altar de los Reyes, una verdadera joya por la perfección de su tallado, y por sus dimensiones, que lo convierten en el más grande de los retablos mexicanos. Hoy en día, en la Plaza de la Constitución se celebran los grandes eventos, como las conmemoraciones de la Independencia o la celebración de Año Nuevo, pero también es habitual encontrarse con conciertos o manifestaciones populares.
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