Guía turística: qué hacer y ver en Dublín
Un trébol de cuatro hojas.
¿Por qué no disfrutar de la ciudad y del campo al mismo tiempo? Explanadas verdes que podrás visualizar desde cualquier parte de la ciudad, rodeado de una población genuinamente amable y con múltiples opciones para elegir diversión, cultura, y relax. Déjate llevar por sus grandes monumentos y puentes en esta ciudad del siglo XXI que representa perfectamente todas las etapas de su historia… para luego relajarte probando la auténtica cerveza negra. Disfruta de las compras, de la vida nocturna y de la amabilidad de sus ciudadanos, todo lo que hace de Dublín la ciudad perfecta para una escapada.
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Grafton Street
Uno de los mejores lugares para hacer tus compras, toda una calle repleta de tiendas.
La calle de las compras.
Si los dublineses acuden en masa a comprar a la calle Grafton, es un motivo más que suficiente para imitarles y comprobar qué tipo de tiendas conviene visitar. Ubicada al sur del río Liffey, esta calle peatonal está dedicada íntegramente a las tiendas que bordean su paseo, solo interrumpidas por las tabernas y restaurantes en los que hacer un descanso para comer. Habitualmente está muy transitada, sobre todo días con sol, por lo que conviene vigilar la cartera, como en cualquier lugar con aglomeraciones. Su iluminación nocturna -no solo en Navidad- también es un espectáculo digno de ver. Tiendas de ropa, zapaterías, floristerías: las compras aquí son más relajadas y caprichosas que en otros centros, y puedes decidir si al final del paseo quieres volver a comprar algo más o descansar en el parque de St. Stephen's Green.
Museo de Historia Natural
Se trata de un museo taxidermista con múltiples ejemplares que llamarán tu atención.
Un plan sorprendente, sobre todo si vas con niños.
El humor negro irlandés lo denomina 'Dead Zoo' (Zoo Muerto), porque el Museo de Historia Natural contiene la mayor colección de animales disecados -más de 10.000 ejemplares procedentes de todo el mundo- para la divulgación y el conocimiento científico. Abrió sus puertas en 1857 y desde entonces ha protagonizado varias restauraciones para mejorar su acceso y divulgación al público. Un gigantesco esqueleto de una ballena suspendido en el aire da paso a la explicación detallada de la fauna procedente de cada continente (tigres, jirafas y elefantes) y a un repaso a la evolución del mundo marino. El Museo incluye una sección dedicada a los animales autóctonos de Irlanda, como el alce gigante, desafortunadamente ya extinguido. La colección no te sorprenderá si ya has conocido museos taxidermistas similares, pero su visita resultará sorprendente si viajas con niños.
Museo Nacional de Arqueología
Un museo para descubrir la historia de Irlanda, los pueblos que aquí habitaron y sus inquietantes costumbres.
Recorrido por la historia irlandesa y sus mitos.
¿Sabías que los antiguos celtas sacrificaban humanos y los ofrecían a los dioses hundiéndolos en los pantanos en la Edad de Hierro, según demuestran los restos óseos encontrados? ¿O que el arma más antigua que se conserva en Irlanda es un machete de piedra del 7.000 antes de Cristo? El Museo Nacional de Arqueología desvela estos secretos y muchos más a través de siete galerías que recorren la trayectoria de Irlanda sin tapujos: desde la Prehistoria a la caída del Imperio Romano a través de objetos encontrados en el país y otros extraídos en exploraciones internacionales a Egipto, Inglaterra, Chipre o Austria. El Museo abrió sus puertas en el año 1890 y su arquitectura victoriana trata de imitar de alguna forma el Panteón romano en su fachada. Cuando accedes al interior te sumergirás en un inquietante viaje a través de ritos ancestrales, siglos de luchas y muerte vikingas, costumbres tradicionales y supervivencia de los celtas.
Grafton Street
Además de sus numerosas tiendas, esta calle es famosa por tener la estatua de Molly Mallone.
Una calle muy comercial.
Si no quieres dejarte los cuartos en la Grafton Street, conviene que pasees por esta calle peatonal con las manos en los bolsillos y gran fuerza de voluntad. La zona destaca por ser el núcleo pintoresco, comercial y turístico de la ciudad, con tiendas que se suceden en sus aceras, vendedores callejeros y floristas. Se trata de uno de los rincones más típicos e imprescindibles, donde se encuentra la estatua de la famosa Molly Malone, marisquera callejera del siglo XVII que no se sabe realmente si existió o no, pero que inspiró el himno no oficial de Dublín, que habla sobre ella. Según cuenta la leyenda, la desafortunada Molly Malone -vendedora de marisco de día y de su cuerpo de noche- falleció en plena calle por unas fiebres. Reconocerás el monumento de una mujer vestida de largo con su carro y sus cestas de mejillones.
Temple Bar Food Market
Tanto para comprar como para comer allí, este mercado gastronómico bien merece parte de tu tiempo.
Mercado de alimentos orgánicos.
Cada sábado por la mañana y hasta las cuatro de la tarde, el Temple Bar Food Market abre sus puertas en la Meeting House Square con su insólito mercado de alimentos orgánicos. La visita merece la pena tanto para observar cómo los artesanos del queso, embutidos o derivados de la miel preparan con esmero sus puestos, como para degustar in situ o llevarte los productos más sanos de la ciudad. Lo que comenzó siendo un mercado tradicional con agricultores que llevaban sus hortalizas directamente desde el huerto, se ha convertido en un lugar de intercambio gastronómico y cultural, con influencias de otros lugares del mundo. Te puedes encontrar un puesto de tacos mexicanos al lado de un vendedor de ostras frescas, un puesto de especias internacionales y otro rincón de flores o de hortalizas que garantizan no haber conocido ni fertilizantes ni pesticidas.
Moore Street Market
Olores y colores se dan cita en este peculiar mercado dublinés.
Mercado variopinto en plena calle.
Más allá del espíritu consumista encontrarás un pintoresco rincón al más puro estilo dublinés, el Moore Street Market, situado a continuación de la Henry Street y caracterizado por ser un mercado tradicional. En sus puestos callejeros no encontrarás ropa ni marcas de lujo, sino las fragancias de las flores, frutas y verduras donde suelen comprar los lugareños y donde los tenderos te atienden de forma personalizada con un fuerte acento dublinés. Es uno de los mercados de comestibles más antiguos de la ciudad, donde poco a poco se está introduciendo el mercado internacional con algunas tiendas de comestibles de procedencia árabe, africana y asiática. En los últimos años se ha considerado la posibilidad de modificar edificios históricos de la zona para su urbanización, pero la presión social ha hecho que Moore Street de momento siga intacta. Podrás visitar el mercado de lunes a sábados, de 9 a 18 horas.
Henry Street
A lo largo de esta calle encontrarás diferentes tiendas de moda y amplios centros comerciales.
Piérdete entre las tiendas.
Otra de las calles dedicadas al comercio peatonal es Henry Street, situada en la zona norte. Los datos extraoficiales indican que más de 30 millones de personas pasean anualmente por este boulevard, por lo que si tienes intención de hacer compras en una tranquila jornada de paseo, éste es tu lugar. Se encuentra a continuación de la famosa escultura cónica Spire y recibe su nombre en honor a quien la diseñó, Henry Moore, con grandes referentes comerciales como Arnotts y Mark&Spencer. Para los amantes de la moda se suceden tiendas como Pepe Jeans, Mango, Miss Sixty o Tommy Hilfiger, aunque también encontrarás grandes centros comerciales como el Jervis Shopping Centre (con tres plantas, la superior dedicada a la gastronomía) y el Ilac Shopping Centre, que destaca por su amplia mercancía en calzado, textil y deporte.
Carrolls Gifts & Souvenirs
Todos los recuerdos que imagines centrados en la cultura irlandesa para tus regalos más originales.
Compras Typical Irish.
Como su propio nombre indica, la cadena de tiendas Carrolls Gifts & Souvenirs se dedican a garantizarte objetos variopintos para que llenes la maleta si quieres hacer regalos como recuerdo de Dublín. El famoso Leprechaun (aquel duendecillo de la mitología irlandesa) es el protagonista de los souvenirs, así no llevarás el clásico mechero o imán con una imagen de la ciudad. Peluches de ovejas, adornos celtas, tazas para desayunar con mensajes simpáticos, macetas con tréboles (nadie garantiza que después germinen tréboles de cuatro hojas), y semillas de los mismos se alternan en las estanterías, en una verdadera locura de los pequeños objetos. Conviene llevar una lista con la cantidad de recuerdos a comprar, ya que una vez dentro de Carrolls Gifts & Souvenirs puede que te suba la fiebre consumista y sepas dónde empiezas a comprar, pero no dónde acabas.
St. Stephen Green Centre
En este centro comercial encontrarás regalos originales de artistas dublineses, entre otras muchas cosas.
Tiempo para las compras.
Conocido por ser uno de los lugares donde el grupo U2 dio sus primeros conciertos, el St. Stephen's Green Centre es uno de los principales centros comerciales de Dublín, con una espectacular arquitectura acristalada que reconocerás al final de Grafton Street. En los últimos años ha sido la cuna de la moda independiente, donde todas las tribus urbanas encontraban su tienda fetiche, centro perfecto también para regalos originales con marca dublinesa. Dividido en tres plantas, la intermedia ofrece una amplia variedad gastronómica, por lo que en los días lluviosos puedes pasar una jornada sin aburrirte. Entre los planes del ayuntamiento dublinés se incluye mejorar los accesos al St. Stephen's Green Centre y disponer una zona para salas multicine, por lo que si ya están habilitadas cuando viajes a Dublín, el centro comercial tendrá todo disponible para pasar una agradable jornada de consumismo.
Powerscourt Centre
Aunque no quieras ir de compras, merece la pena conocer este espectacular edificio.
No solo un centro comercial.
Incluso aunque no tengas intención de comprar merece la pena acercarse al Powerscourt Centre, un centro comercial cuyo encanto reside precisamente en su ubicación: un edificio georgiano del siglo XVIII que perteneció a la familia de nobles Powerscourt y que protagonizó los mejores bailes y cócteles de la alta sociedad de la época. El edificio, hoy tomado por las tiendas en las que podrás deleitarte con todo tipo de caprichos, mantiene gran parte de la decoración original, por lo que será como ir de compras dentro de un palacete dieciochesco. Entre sus puntos fuertes -además de las exclusivas joyerías y tiendas de antigüedades- están las cafeterías y el patio interior con jardines donde podrás hacer un descanso después de las compras. El centro cuenta también con la Galería Powerscourt en la que se organizan exposiciones temporales de arte pictórico o fotográfico.
Brown Thomas
Para los que buscan el lujo a cualquier precio, este es su lugar de compras.
Moda y lujo todo en uno.
Si te ha tocado la lotería y no sabes en qué gastarla, los grandes almacenes Brown Thomas son el lugar perfecto para invertir en lujo y darse caprichos no al alcance de cualquiera. Bajo un mismo techo encontrarás las mejores marcas de cada sector, desde diamantes de Tiffanys&Co. a bolsos de Louis Vuitton, pasando por los diseños de Victoria Beckham o Stella McCartney. Lencería de lujo para ocasiones especiales, gafas de sol que habrás visto en las páginas de cualquier revista de moda, zapatos, relojes, sección de beauty y maquillaje. Si lo que quieres es sentirte como Pretty Woman sin mirar la factura, estos grandes almacenes reúnen cualquier objeto de deseo. Y si no quieres fundir la tarjeta en ellos, también merece la pena una visita para ojear la mercancía y comer rodeado de los fashion victims que saltan de una tienda a otra.
Museo Irlandés de Arte Moderno
Una de las mejores colecciones de arte moderno del siglo XX te espera en este antiguo hospital.
Arte moderno en un antiguo edificio.
A primera vista, el vetusto Hospital Real Kilmainham parece lo que fue: una sobria arquitectura del siglo XVII donde se alojaron veteranos de guerra retirados. Se levanta sobre las ruinas del anterior Monasterio de los Caballeros, que sirvió de hospital. En su interior encontrarás, sin embargo, las vanguardistas instalaciones del Museo Irlandés de Arte Moderno (IMMA), que a pesar de su corta vida -fue inaugurado en 1991- se ha convertido en un referente internacional del arte contemporáneo. Con más de 4.500 obras de mediados del siglo XX en adelante, el Museo tiene una exquisita elección de las piezas que atesora, compradas en las mejores galerías de arte. Su colección consta de fotografías, esculturas, pintura y material audiovisual que sigue creciendo y que se atreve con las exposiciones más vanguardistas como la titulada 'Langlands y Bells: la Casa de Osama Bin Laden', que fue un éxito en 2003.
Museo de los Escritores
Recorre la historia de la literatura irlandesa a través de curiosas anécdotas.
Las curiosidades de la literatura irlandesa.
¿Sabías que el escritor Oscar Wilde fue un reputado boxeador en su época de estudiante? ¿O que se recuperó la máquina de escribir que lanzó un día por la ventana de un bar el temperamental autor Brendan Beham? Los secretos y curiosidades que siempre quisiste saber de los autores irlandeses se dan cita en el Museo de los Escritores, ubicado en un edificio del siglo XVIII de Parnell Square, al lado del sindicato y unión de escritores de Irlanda, la casona contiene esculturas y retratos de los principales autores del país, así como una pintoresca colección de objetos personales. Las salas se dividen por siglos de literatura, tanto de los escritores que se quedaron en Irlanda, como los que emigraron y difundieron su escritura fuera del país. El Museo cuenta, además de sus exposiciones permanentes y temporales, con una sala de lectura, cafetería y librería.
Biblioteca Chester Beatty
Si te apasionan los libros, en este museo gratuito encontrarás obras de todo el mundo de muchísimo valor.
Una de las mejores colecciones bibliográficas del mundo.
El empresario Sir Alfred Chester Beatty donó su colección de libros, incunables, papiros y documentos de extraordinario valor para que se pusieran a disposición del público. Lo que quizás no se imaginó es que se crearía en su nombre la Biblioteca Chester Beatty, de entrada gratuita y referente internacional por albergar los mayores tesoros bibliográficos de la historia. La Biblioteca, abierta en 1950, ganó el Premio al Museo Europeo del año en 2002 por su contribución a la difusión de las diferentes religiones y culturas. Encontrarás aquí ejemplares del remoto Oriente, Oriente Medio, África y Europa; como miniaturas de jade chinas o ejemplares coránicos del siglo IX. Una de sus joyas bibliográficas es la sección dedicada a las tradiciones religiosas, con pergaminos del año 1.100 antes de Cristo y los más antiguos ejemplares mejor conservados del Antiguo Testamento.
Museo de James Joyce
Una torre con una historia oculta, ubicada en el pequeño pueblo de Sadycove.
La inspiración de James Joyce.
A media hora de Dublín encontrarás el pintoresco pueblecito costero de Sadycove, donde se encuentra la Torre Martello y en su interior el pequeño Museo James Joyce. La torre data de la época de las invasiones napoleónicas y fue utilizada como fortaleza defensiva para ser posteriormente alquilada como vivienda. Según dicen las crónicas, el célebre autor de Ulises se alojó en esta torre en 1904, concretamente seis días: hubo algo que vio o vivió que no le gustó (se habla de un incidente con un revólver de su amigo y arrendatario Oliver St. John Gogarty) y Joyce salió corriendo de allí para no volver. Su corta estancia, sin embargo, le aportó la inspiración suficiente para ambientar el primer capítulo de su conocida novela. Asumido que aquí no hallarás la memoria del escritor, el museo le homenajea con fotografías, cartas y algunos objetos personales de James Joyce.
Museo Nacional de Leprechaun
¿Quieres sentirte como un duendecillo? Los leprechaun son pequeños seres sobre los que aprenderás en este museo.
Un museo de cuento.
Si nunca has tenido la suerte de encontrarte un pequeño duende Leprechaun (del irlandés 'Lú Chorpain', que significa "cuerpo pequeño"), protagonista de la mitología irlandesa, podrás adentrarte en su mundo de fantasía y magia en el Museo Nacional de Leprechaum: la visita será mucho más entretenida si viajas con niños. Sorprende que una ciudad como Dublín -avanzada y cosmopolita- dedique un museo entero a sus fábulas ancestrales, rindiendo así homenaje a los diminutos seres de su mitología. Al parecer, los Leprechaun son duendes diminutos con aspecto de ancianos que se dedican a cometer travesuras y atesorar piezas de oro. Entre las curiosidades del museo destacan las habitaciones con mobiliario gigante para que te sientas duende y las "noches de miedo" que organizan solo para adultos los viernes y sábados, con performances que consisten en recrear el mundo Leprechaun con mucha imaginación.
Museo GAA
Si te apasiona el deporte y quieres conocer más sobre los juegos gaélicos, no te pierdas este museo.
¿Te interesan los Juegos Gaélicos?
Templo del rugby irlandés, el Croke Park Stadium, con un aforo de más de 82.000 personas, es el estadio más grande del país y el cuarto con mayor capacidad de Europa. El museo que encontrarás en sus instalaciones solo tendrá interés para ti si eres un amante de los deportes y tienes curiosidad por saber más sobre la cultura irlandesa y sus Juegos Gaélicos. El hurling y fútbol gaélico son juegos autóctonos y son considerados emblema de Irlanda, aunque se ha exportado su práctica a otros lugares como Londres, Nueva York y Buenos Aires, donde los emigrantes irlandeses se organizaron para seguir practicando su deporte favorito. El Museo GAA (Asociación Atlética Gaélica) no solo expone todos los objetos (como los palos hurleys y las pelotas sliotar) que se emplean en estos juegos, sino que también permite a los visitantes jugar en una curiosa zona interactiva.
Galería Hugh Lane
Una galería de arte moderno llena de piezas únicas y singulares.
Entra en la mente de Francis Bacon.
¿Te gustaría saber cómo era el caótico estudio de Francis Bacon? La Galería Hugh Lane de Dublín tiene la respuesta: entre sus colecciones y rarezas como primera galería municipal de arte moderno, se encuentra la reconstrucción del estudio del pintor: cuadro a cuadro y pared a pared (empleadas como deshago y paleta) fueron trasladados desde su verdadero estudio en Londres hasta su nueva localización en Dublín. La galería se encuentra en el edificio Charlemont House, diseñado por el arquitecto Sir William Chambers siguiendo el estilo georgiano de la época y abierta al público en 1908. La colección te ofrecerá los mejores ejemplos del arte moderno, tanto de Irlanda como del extranjero, no solo en pintura, también otras disciplinas -como la vidriera de extraordinaria ornamentación colorista 'Eve of Saint Agnes', del autor Harry Clarke-.
Museo de Artes Decorativas e Historia
Aunque no te atraigan los museos, en este encontrarás piezas que lo hacen ser distinto a lo que hayas visto.
Una visita diferente.
El impresionante cuartel militar de Collins Barracks, edificio neoclásico construido en 1702 y considerado el acuartelamiento más antiguo que sigue en pie en Europa, alberga el llamado Museo de Artes Decorativas e Historia, que hace un recorrido insólito por la vida y costumbres de Irlanda. El cuartel fue referente militar en su época, uno de los más grandes de Irlanda, cuya plaza podía albergar hasta seis regimientos en formación. Hoy se destina a las exposiciones que van desde las hazañas bélicas vistas por sus propios soldados del siglo XVI a la actualidad, pasando por mobiliario de época, instrumentos científicos e incluso un recorrido textil por las modas de Irlanda. El Museo de Artes Decorativas e Historia contiene la información que no se suele encontrar en otro tipo de colecciones. Incluye el trabajo de los plateros irlandeses en una extraordinaria colección de platería y las mejores obras de los artesanos de la madera.
Galería Nacional de Irlanda
Siente el arte que aquí se respira y no dudes en hacer el recorrido completo.
Una colección de arte de valor incalculable.
Tanto si te interesa el arte como si no, la Galería Nacional de Irlanda -con asombrosa entrada gratuita- es una visita obligada en tu viaje a Dublín. Sus fondos han crecido tanto desde su inauguración en 1864, que el edificio que acoge las exposiciones ha tenido que ser ampliado hasta en tres ocasiones, porque de otra forma no podían albergar tal cantidad de obras donadas o compradas. Su colección destaca por los mejores representantes del arte pictórico desde la Edad Media hasta el pasado siglo, no solo de procedencia irlandesa -para quienes han destinado una sección especial-, sino de toda Europa. Así te encontrarás grandes obras de Rembrandt, Monet, Caravaggio o Van Gogh, sin olvidar un apartado dedicado a los españoles Velázquez, Goya o Picasso. Los fondos incluyen algunos muebles y objetos de época, esculturas, pero sobre todo más de 10.000 dibujos y litografías, y 2.500 óleos que en total suman un fondo de 14.000 piezas de arte.
Howth
En este pequeño pueblo lo mejor es conocer a sus gentes y dejar que te cuenten sus historias marinas.
Pequeño pueblo pesquero y auténtico irlandés.
Si lo que buscas es conocer el aspecto más auténtico de Dublín, solo tienes que coger un autobús que te deje en el pueblecito pesquero de Howth, a 15 kilómetros hacia el norte de la Bahía de la ciudad. Lo que allí encontrarás son los veteranos dublineses forjados en el mar y las pintas, con el más puro acento dublinés y mil anécdotas qué contar sobre su historia. El cabo de Howth se encuentra coronado por uno de los faros más representativos de Irlanda, el Faro de Baily, al que se accede serpenteando por los acantilados que forman el cabo. Se cree que en el siglo I d.C, según los mapas de Ptolomeo, Howth era una pequeña isla que ahora se encuentra unida a la península mediante una estrecha franja de tierra. Todavía hoy existe otra isla diminuta -Ireland's Eye- frente a Howth, que sirve de refugio ornitológico.
Acantilados de Moher
Impresionantes vistas son las que te ofrecen estos acantilados sobre el mar, tanto con sol como con lluvia.
El acantilado de Irlanda.
Aunque suponga cruzar Irlanda de lado a lado, piensa que solo te separan tres horas desde Dublín a los míticos Acantilados de Moher. Seguramente los reconocerás en cuanto llegues por la cantidad de películas y videoclips rodados en esta impresionante formación geológica, que a lo largo de ocho kilómetros se impone 120 metros sobre el Océano Atlántico. Su vista impresiona tanto si vas un día despejado como si lo cubre una densa niebla sobre el mar embravecido: desde el mirador de la Torre O'Brien, creada en 1835, podrás contemplar la naturaleza en su estado más salvaje, donde encallaron varios barcos de la Armada española en tiempos de invasiones, guerras y derrotas. Si no quieres volver a Dublín en el mismo día, la Bahía de Galway es una buena opción para buscar restaurante y alojamiento y continuar con la excursión por los restos prehistóricos de The Burren y los castillos normandos que se alternan en el viaje.
Belfast
Si tienes tiempo, no dudes en visitar Belfast, una ciudad con gran historia que te encantará.
La capital de Irlanda del Norte.
A tan solo 167 kilómetros de Dublín encontrarás la histórica ciudad de Belfast, donde han corrido ríos de sangre por los enfrentamientos entre católicos y protestantes, pero que además es un ejemplo de superación de su propia historia. La ciudad se puede visitar en un día y los murales políticos son su principal atractivo (mejor si un conductor de los taxis negros te da un paseo y explica la historia de cada barrio), pero también ofrece ejemplos de elegante arquitectura georgiana y victoriana, así como una rica colección de plantas en sus Jardines Botánicos. Entre las curiosidades: encontrarás el muelle-museo donde se construyó el malogrado Titanic y siguiendo la costa de Antrim llegarás a la Calzada del Gigante, una curiosa formación geológica de rocas basálticas con forma hexagonal que parecen las escaleras por las que subiría un gigante, y que se formaron hace 60 millones de años.
Montañas Wicklow
Es una excursión que merece la pena si te interesa la historia, ya que verás yacimientos arqueológicos y pinturas rupestes.
Restos prehistóricos de Irlanda.
Si tienes ocasión de salir de Dublín, alquilar un coche y viajar a su cordillera geográfica, la excursión a las míticas Montañas Wicklow no te decepcionará. Son consideradas la cuna de la civilización irlandesa, con restos de asentamientos prehistóricos, arte rupestre, castros, menhires y evidencias de ritos funerarios desde el año 4.300 antes de Cristo. Sin embargo, su mayor cualidad fue convertirse en el refugio y resistencia de los duros clanes gaélicos, que a lo largo de los siglos consiguieron defenderse de las invasiones anglonormandas. Las fortalezas instaladas en las Montañas Wicklow soportaron estoicamente los asedios, hasta el punto de recibir el título de "tierras de guerra" en contraposición a las fácilmente conquistables "tierras de paz" del sur. Hoy esta región está enmarcada en el Parque Nacional Montañas de Wicklow -con más de 20.000 hectáreas de extensión- que se puede visitar y ofrece interesantes rutas de senderismo, escalada y observación ornitológica.
Trinity College
Te asombrará su edificio, por su arquitectura y su antigüedad, además de parecerte estar en una película.
La universidad más antigua de Irlanda.
Aunque no es el escenario original del rodaje, la Universidad Trinity College te parecerá sacada de la saga Harry Potter, con su aspecto añejo y misterioso. Considerada la universidad más vieja de Irlanda -sus primeros alumnos estudiaron en ella en 1592 en lo que entonces eran las afueras de Dublín- y de orientación anglicana, sigue el ejemplo arquitectónico de las universidades de Oxford y Cambridge. Está ubicada en el College Creen, cerca del edificio que acogió el Parlamento irlandés y rodeada por 19 hectáreas de campus verde rodeado por las facultades, residencias estudiantiles y campos de deporte. Cuenta con una de las mejores bibliotecas del país, formada por más de cuatro millones y medio de títulos, con manuscritos que proceden del siglo IX: como el mítico Book of Kells redactado por monjes celtas. A pesar de su gran historia y reputación, no aceptó a mujeres en sus aulas hasta el año 1904.
Zoo de Dublín
Un plan divertido para ir con niños para ver curiosos animales y conocer más sobre este antiguo zoo.
Además de un zoo, una labor de recuperación de especies.
Uno de los principales atractivos turísticos es el Zoo ubicado en el Parque Phoenix, entre los más antiguos de Europa desde que abrió sus puertas a comienzos del siglo XIX. En la actualidad cuenta con 28 hectáreas de recreación de hábitats con cerca de 400 ejemplares a los que podrás ver en cautividad, pero con instalaciones cercanas a lo que habría sido su entorno real. Entre sus animales 'estrella' se encuentran especies en peligro de extinción, como el rinoceronte blanco que los cuidadores del zoo han conseguido reproducir en cautiverio. Las actividades programadas incluyen observar cómo se alimenta a los inquilinos del zoo: tigres siberianos, leones asiáticos, sección de pingüinos y espectáculo de focas. El zoo lleva a cabo un exhaustivo trabajo de conservación -a lo que está destinado el precio de entrada- que incluye un departamento encargado de recuperar las especies en extinción de todo el mundo, incluidas las autóctonas de Irlanda.
Safari Marino
Haz una excursión por el río para tener otro punto de vista de la historia de Dublín.
Una excusión acuática.
La Bahía de Dublín vista desde otro punto de vista, concretamente desde el agua a bordo de una lancha motora, es otra propuesta interesante si el tiempo y la marea lo permiten. El Sea Safari propone pequeñas excursiones náuticas por el río Liffey y el área del puerto, con un recorrido histórico que explica la evolución de la ciudad entre los siglos XVII y XIX. El mejor momento del día para hacerlo es al atardecer, con impresionantes vistas de la ciudad. Si lo que te interesa es la explicación científica del lugar, también existe un viaje para ti: el recorrido por la Bahía, dirigiéndose hacia la Bahía Kiliney y la isla Dalkey, como expedición ornitológica y acuática con salida desde Poolbeg Marina. Marsopas, focas y demás especies autóctonas estarán tan cerca que solo tendrás que sacar tu cámara y parecer un atrevido reportero de viajes. Las lanchas necesitan un mínimo de seis viajeros para salir.
Parque de Merrion Square
Este parque es una buena opción para tomarte un descanso mientras observas la figura de Oscar Wilde.
Pasea como lo haría el mismísimo Oscar Wilde.
¿Te imaginas a Oscar Wilde sentado un día de sol en un parque, meditando sobre su siguiente novela? ¿O paseando para buscar inspiración? De haberlo hecho, podría haber sido en el Parque de Merrion Square, al sur de Dublín, donde además tenía fijada su residencia. Ejemplo del paisajismo georgiano, comenzó su diseño a mediados del siglo XVIII y tardó casi un siglo en completarse. Al principio era un espacio de ocio reservado solo para los burgueses que vivían en las casas victorianas aledañas (como el mismo Oscar Wilde, homenajeado en una estatua en el parque; el independentista irlandés Daniel O´Connell o el artista AE). Entre sus curiosidades destaca la exposición permanente de una colección de farolas que alumbraron Dublín en el siglo XIX y un refugio antiaéreo que se esconde bajo su césped y que habría podido proteger a más de mil habitantes bajo su bucólico aspecto.
Phoenix Park
Recorrerlo a pie te resultará imposible, pero no dejes de visitar este parque y pasear entre sus simpáticos habitantes.
El parque más grande de Europa.
Para un agradable día de sol o un paseo con chubasquero y ropa de abrigo, el Phoenix Park -situado a tres kilómetros del centro de Dublín- es un rincón imprescindible durante tu visita a la ciudad. Con más de 700 hectáreas de extensión, se le considera el parque urbano más grande de Europa; para que te hagas una idea de sus dimensiones: es el doble de grande que Central Park en Nueva York, pero menos explotado cinematográficamente. Su amplia extensión se puede recorrer en bicicletas alquiladas en el mismo parque, con un paseo que no solo te cautivará por su paisaje de lagos y árboles, sino por los ciervos que viven libremente allí y te sorprenderán por el camino. Una mañana de paseo no te da para conocer el parque entero, por lo que puedes coger los autobuses turísticos que circulan por el interior del parque.
O’Connell Street
Si no sabes por dónde empezar, te recomendamos pasear por esta calle llena de tiendas y bares.
Un buen comienzo en Dublín.
Si buscas conocer el Dublín callejero, el mejor punto de partida es la gran avenida O'Connell Street, cuyo nombre hace honor al líder independentista irlandés del siglo XIX, Daniel O'Connell, cuya estatua preside la calle. En este lugar, principal arteria de la ciudad, no solo encontrarás amplio surtido de tiendas (donde destacan los recuerdos típicos si quieres hacer regalos), bares, restaurantes y la clave de todo: una completa oficina de turismo donde te facilitarán mapas, guías e informaciones detalladas sobre Dublín, horarios y precios de museos y excursiones. O'Connell Street es un buen comienzo para tomar el pulso de la ciudad, sumergirte en sus callejuelas o aprovechar los autobuses que salen de aquí para hacer pequeños viajes de un día a las localidades del extrarradio. Al final de esta calle te encontrarás con el Spire de Dublín, oficialmente 'Monumento de la Luz', una extraordinaria escultura cónica de 120 metros de altura inaugurada en 2003.
The Old Storehouse
Una noche irlandesa con todas las letras: Comida, cerveza y actuación folk.
Taberna irlandesa para una noche diferente.
En el barrio de las tabernas y los bares, Temple Bar, encontrarás el pequeño restaurante The Old Storehouse, que además de tener unos precios asequibles a todos los bolsillos, ofrece también música folk en directo. Es uno de los puntos de encuentro de la juventud dublinesa, atraída por menús desenfadados y raciones generosas. Aquí encontrarás desde el típico chip&fish a las hamburguesas con abundante guarnición, bistecs de carne, ensaladas gigantes y sándwiches, sin olvidar las recetas autóctonas cocinadas con cerveza Guinness. Conviene llegar con tiempo y coger sitio, porque según cae la tarde los lugareños acuden en masa, atraídos por el ambiente de auténtica taberna irlandesa. Después de una exquisita cena, puedes tomar una pinta en el mismo local y asistir a los conciertos en directo: el plan perfecto para una noche en Dublín.
Chapter One
Restaurante con estrella michelín incluida en el que la comida es un arte.
Una obra de arte gastronómica.
Uno de los rincones favoritos de los críticos gastronómicos internacionales se encuentra en el semisótano del Museo de los Escritores: el restaurante Chapter One, multigalardonado con premios entre los que se encuentra una estrella Michelin. Tiene el honor de recibir los encargos de menús de Estado cada vez que Irlanda recibe una visita de importancia política, por lo que podrás comer como reyes y ministros. Dicho esto, puedes imaginar el tipo de cocina internacional de fusión que encontrarás en este exclusivo ambiente, con platos que parecen obras de arte, carta de vinos de valor incalculable, atención personalizada y precios acorde a todo lo anterior. Según los críticos, el punto fuerte del Chapter One es su propia cocina irlandesa que se reinventa y adapta recetas internacionales con su propio toque. La mejor opción para salir de dudas y saber de qué se trata es pedir un menú degustación: no te decepcionará.
Kilkenny
Tanto para desayunar como para comer, este restaurante te dejará satisfecho en todos los sentidos.
El desayuno de los campeones.
Restaurante y cafetería en uno, el Kilkenny tiene unas vistas privilegiadas del Trinity College y por tanto puede ser frecuentado por estudiantes que quieren desayunar antes de entrar en clase. Posiblemente te sorprenda la combinación de sus desayunos, donde en un mismo plato puedes tener pan tostado con mermelada, bollería y huevos fritos con salchichas, tomates cherry y pudding. Si quieres comenzar la mañana con fuerza y no tienes previsto comer hasta la noche, el Kilkenny es el mejor punto de partida. Para el almuerzo, sus ensaladas estacionales varían los ingredientes según la temporada, y ofrece también sándwiches calientes rellenos de pavo y queso, paninis y rolls. En las comidas encontrarás menús internacionales: desde el pollo tikka masala a filetes de salmón a la esencia cítrica. Y todo por un precio imbatible.
Sabor Brazil
Aunque el clima no sea el mismo, puedes vivir Brasil sin salir de este exclusivo restaurante.
Lo mejor de Brasil en Dublín.
Considerado uno de los mejores y más exóticos restaurantes de Dublín, el Sabor Brazil parece sacado de una película barroca, con muebles, espejos, taquillones, mesas y butacas de exagerada ornamentación, donde te sentirás el protagonista. Su limitado espacio hace que las cenas siempre sean íntimas, con un único menú degustación que te llevará por las especialidades de las distintas regiones de Brasil. El menú delicatessen consiste en sushi, pan de queso, bacalao al horno, pastel relleno, variedades de lomo sobre una capa de salsas, sorbete del día y postre con reminiscencias de chocolate. No es un restaurante para ir a cenar todos los fines de semana (según haces la reserva, te cargan directamente el precio fijo del menú: 100 euros), pero su exclusividad también convertirá la velada en una experiencia inolvidable.
Unicorn
Disfruta de una cena romántica y exquisita con platos de buena calidad y atención inmejorable.
Una cena tranquila.
Si quieres impresionar a tu acompañante con una cena romántica o simplemente darte un capricho gastronómico, el restaurante italiano Unicorn es el destino perfecto si reservas previamente. Con una cuidada decoración, su punto fuerte es la atención personalizada - exquisita carta de vinos y velas incluidas- y sobre todo los platos generosos con las mejores recetas italianas. No se trata de un restaurante barato, pero sí del lugar perfecto donde relajarte después de una jornada lluviosa o de un largo paseo, como sitio entretenido al que suelen acudir los ejecutivos de afterwork y la beautiful people de la ciudad. A veces el Unicorn puede bajar su precio si consigues ofertas, por lo que no estaría de más consultar esa posibilidad. La carta incluye medallones de carne que se deshace en la boca, clásica pasta italiana, exquisiteces de vieiras y el mejor pescado al estilo italiano.
Leo Burdock
Un local con mucho encanto en el que podrás comprar comida mientras le pides un autógrafo a Bono.
El mejor fish & chips de Dublín.
El restaurante Leo Burdock es a Dublín lo que un bocata de calamares a Madrid: casticismo dublinés en estado puro, con los mejores 'fish & chips' (pescado y patatas) caseros, en pie desde 1913 y frecuentado por artistas de la talla de los componentes de U2 o Bruce Springsteen. La cadena tiene varios locales y todos destacan por sus sabrosas patatas (que hacen que los clientes se pregunten con qué las fríen para estar tan crujientes), acompañadas por distintas salsas y pescado frito. El local de Burdocks en Christchurch, situado a cinco minutos de la catedral de St. Patrick, solo tiene comida para llevar, pero si el día es soleado merece la pena matar el hambre en algún parque. Otro local situado en Lower Liffey Street sí dispone de espacio para sentarte a comer allí.
The Bailey
El plan perfecto para hacer un descanso y retomar fuerzas es tomarte algo en esta popular terraza.
Una terraza de tapas en Dublín.
Situado cerca del boulevard comercial Grafton Street, The Bailey puede ser un buen lugar para hacer un descanso y picar algo después de una mañana de turismo. Su terraza es una de las más concurridas y solicitadas de Dublín, sobre todo los días soleados, por lo que espera unos precios acordes con la zona y el ambiente de elegancia que se respira entre sus cuatro paredes. Lo más pintoresco de este restaurante es su intención de emular las tapas españolas que conforman el menú, como su "tapa de charcutería variada española", tortilla de patatas, platillo de chistorra, chorizo encebollado, tabla de quesos y jamón ibérico, patatas bravas o gambas al ajillo. A los dublineses, desde luego, les vuelve locos. Para los turistas españoles será una forma de probar platos típicos de la cocina que conocen, con un toque de Dublín.
Queen of Tarts
Estarás deseando hacer un alto en el camino para dejarte caer por aquí y disfrutar de una deliciosa tarta.
¡Porque a nadie amarga un dulce!
La mejor tradición neoyorquina de tartas llegó a Dublín de la mano de las artesanas Yvonee y Regina Fallon, reputadas chefs en la ciudad cinematográfica que regresaron a Irlanda para poner en marcha la pastelería Queen of Tarts en 1998. Pasteles, bizcochos, brownies, muffins, magdalenas y por supuesto los bollitos de manzana típicos irlandeses se hacen la competencia en el escaparate que invita a pasar y disfrutar de su olor a horno pastelero en pleno funcionamiento. La terraza del Queen of Tarts es uno de los mejores rincones para tomar un té o chocolate belga mientras observas el ir y venir de la gente por el casco viejo. Y para los clientes que no sean golosos, la confitería se ha modernizado e incluye ahora una sección de bollería salada, deliciosas ensaladas frescas, sándwiches y cata de vinos, imposible de evitar a media mañana.
Café Bewleys
Un café emblemático en Dublín, tanto por su historia literaria como por su excelente café.
Un café con sabor bohemio.
Herederos de una familia experta en la importación de té y café desde el siglo XIX, el Café Bewleys no ha cambiado mucho desde su inauguración en 1927. Desde entonces fue el centro neurálgico de las tertulias literarias y artísticas de la época (James Joyce hace referencia a este café en su obra 'Dubliners'), ya que los grandes autores del momento se concentraban aquí a debatir acompañados por el mejor café de Irlanda. El edificio -diseñado por Ernest Bewley- tomó como referencia los grandes cafés parisinos y vieneses de la época, por lo que te sentirás como un escritor bohemio en su interior, iluminado por la luz que procede de las grandes cristaleras diseñadas por Henry Clarke en 1931. Probablemente sea el único lugar el Dublín donde siguen tostando ellos mismos los granos de café y su aroma impregna todo el salón y sus exquisitas tartas.
Winding Stair
Si quieres conocer la gastronomía irlandesa, no dejes de visitar este curioso restaurante.
Un restaurante de comida tradicional.
El restaurante Winding Stair (literalmente, "escalera de caracol", por la que se accede a su salón) es uno de los principales reclamos situados junto al río Liffey y el puente Ha'penny, con una ambientación clásica tirando a nostálgica, incluidos muebles y sillas de madera, fotografías antiguas y aires de otra época. Conviene reservar con tiempo para no llevarse la desilusión de no encontrar sitio, y sobre todo solicitar mesa junto a los ventanales con vistas al río. El menú incluye delicatessen como quesos artesanos irlandeses, chutney y embutidos caseros, y una elaborada carta de vinos. Lo más pintoresco del restaurante es su tienda de libros de aspecto antiguo, donde encontrarás rarezas de segunda mano o los últimos bestsellers, que podrás leer acompañado por sus espectaculares postres con un café al lado de la galería acristalada.
Clubs nocturnos: The Palace y Club M
Una discoteca de lo más chic o una auténtica taberna inglesa para tomarte una buena pinta, ¡tú decides!
Dos opciones para tomarte algo.
Como ejemplo de auténtica taberna irlandesa, lejos de la estética plástica y repetida de las franquicias internacionales, te encontrarás The Palace, presidido por jardines colgantes que una vez cruzas la puerta te llevan a un viaje al pasado en su interior. La decoración recuerda el comienzo del siglo pasado, con paredes y muebles de madera oscura, butacas donde sentarte y la clásica pinta siempre disponible en la barra. Ubicado en la zona de ambiente nocturno Temple Bar, este local es visitado tanto por lugareños como por turistas que buscan algo auténtico, sin televisores ni música con elevado volumen, para beber cerveza con una charla tranquila. Otra propuesta de ocio en la misma zona es el Club M, discoteca-pub para ver y dejarse ver, donde acude lo más chic de la sociedad dublinesa, atraídos por sus fiestas de mascaradas y DJ en directo. En este caso, la música es protagonista y la pista es el escenario para conocerse.
El triángulo de los teatros
Es una ciudad con mucho arraigo artístico, por lo que tendrás varios sitios para elegir.
Más noches de teatro.
Para los amantes del teatro, Dublín ofrece una amplia oferta artística para todos los gustos y tendencias escénicas. Por una parte, el Teatro Civic (situado a media hora del centro de la ciudad, en la zona de Tallaght) abrió sus puertas en 1999 con un edificio de arquitectura vanguardista que acoge tanto teatro irlandés como co-producciones extranjeras y un moderno programa de teatro infantil. El Teatro Gaiety, por su parte, es un ejemplo de arquitectura victoriana de 1871 ubicado cerca de Stephent's Garden, donde se celebran cada Navidad las famosas pantomimas y se especializa en grandes musicales para el público familiar, con montajes clásicos como Aladdin o La Bella y la Bestia. El Teatro Gate, cierra el círculo de la escena dublinesa desde su estreno en 1928, concienciado con los grandes dramaturgos de la historia como Samuel Beckett o Harold Pinter, a los que ha dedicado retrospectivas y homenajes. Actores de la talla de Orson Welles y James Neville Manson dieron sus primeros pasos en el Teatro Gate.
National Concert Hall
Qué mejor manera de terminar una jornada en Dublin que con un concierto de música clásica en este impresionante auditorio.
Para los amantes de la música.
Desde conciertos de la Orquesta Sinfónica de Irlanda a grupos contemporáneos de música folk, pasando por los grandes espectáculos de ópera y musicales, el National Concert Hall -Auditorio Nacional- es una visita imprescindible para los amantes de la música clásica. El edificio fue creado en 1865 con motivo de la Exposición Internacional de Dublín, y durante más de un siglo estuvo destinado a albergar dependencias de la Universidad dublinesa. A mediados de los años sesenta el National Concert Hall pudo ampliar sus instalaciones dedicadas a la música, compartida con la Universidad, y en los primeros años del presente siglo se ha diseñado una importante reforma destinada a mejorar sus equipamientos y capacidades, pero sin perder el estilo arquitectónico original. Si eres un apasionado de este tipo de espectáculos, conviene que revises la programación del Auditorio, con representaciones semanales de la Orquesta y sorpresas en su programación con invitados internacionales.
Teatro Abbey
Lo que comenzó como un impulso a jóvenes artistas, es ahora un importante teatro nacional.
Una noche en el teatro.
A diferencia de otros centros culturales que empezaron su andadura destinados a la burguesía, el Teatro Abbey, hoy Teatro Nacional de Irlanda, comenzó desde abajo: como propuesta de los autores irlandeses para la clase obrera, que noche tras noche volvía a ver sus obras populares desde que fue inaugurado en 1904. El dramaturgo y Premio Nobel de Literatura, William Butler Yeats fue uno de sus idealistas impulsores, cercano a la corriente del Teatro Literario Irlandés que buscaba promocionar a los jóvenes autores del país y reivindicar así la tradición y cultura autóctonas. La secretaria y figurinista de Yeats, una acaudalada dama británica, Lady Annie Elizabeth Fredericka Horniman, fue quien finalmente puso el dinero para que el Teatro Abbey fuera posible. Los padres de la dramaturgia irlandesa se implicaron en el proyecto con sus obras y así consiguieron llenar el patio de butacas con cada estreno. Hoy sigue siendo un referente internacional del teatro irlandés y extranjero que pasa por su escenario.
Cárcel de Kilmainham
Al recorrer los pasillos de esta cárcel, sentirás lo que allí se vivió durante la lucha por la independencia.
Una visita a un pasado oscuro.
Uno de los rincones históricos más escalofriantes en tu visita a Dublín es la Cárcel de Kilmainham Gaol, construida en 1796 y prisión-patíbulo hasta 1924. Sus muros de piedra conservan cierto halo de desolación y ruina que recuerda el destino de muchos de los irlandeses revolucionarios que pagaron con su vida la independencia del país. Pero no solo convivían en esta cárcel los condenados por delitos políticos, también los asesinos, pequeños pícaros y cualquier delincuente común compartían la misma prisión, sin separación por sexo o edad. A mediados del siglo XIX, la hambruna que asoló Irlanda hizo que la cárcel se llenara de inquilinos, algunos porque robaban para comer y otros porque robaban para ser encarcelados y al menos tener así una comida al día. La lúgubre visita por los pasillos que daban a las celdas donde vivían hacinados termina en el patio de los fusilamientos: historia y muerte a partes iguales.
Jardín Botánico Nacional
Una importante zona verde en la que pasear y descubrir la cantidad de especies que hay allí.
Un paseo por la naturaleza.
Para disfrutar de un día de naturaleza y oxígeno en Dublín tienes que acercarte a la calle O'Connell y allí coger un autobús que te deje en el Jardín Botánico Nacional, a cinco kilómetros del centro de la ciudad. Fue inaugurado como centro botánico en 1795 por la Royal Dublin Society, que perseguía el objetivo científico de la conservación y el cultivo de la tantas especies de flora de todo el mundo como pudiera: y así consiguieron en poco tiempo alcanzar más de 20.000 especies vivas (hoy sobreviven menos) y otros miles disecadas para su estudio en el Herbario Nacional. Una de las curiosidades del Jardín Botánico Nacional es la restauración y mantenimiento de los antiguos invernaderos de hierro forjado, diseñados a finales del siglo XIX y que conservan su estructura original. Las colecciones de plantas incluyen exóticas y delicadas orquídeas, flora autóctona de Nueva Zelanda y China, y reproducción de humedales y clima alpino, entre otros ecosistemas.
Dublinia
Sobre todo si viajas con niños, esta es una gran opción para aprender historia y pasar una tarde divertida.
Un viaje interactivo al pasado de Dublín.
Si viajas con niños, una propuesta divertida de ocio que entretiene a pequeños y mayores es Dublinia, exposición interactiva a modo de viaje en el tiempo que te llevará al Dublín vikingo y medieval. Ubicada en la Torre de San Miguel del siglo XVII -concretamente 96 escalones arriba de la torre, por lo que ya solo el ascenso es una aventura-, Dublinia te ofrece un recorrido a través de recursos interactivos, exposiciones 3D y actividades para realizar en familia. Así te podrás disfrazar de vikingo o de caballero, saber cómo vivían los burgueses y los ricos de la época, participar en los juegos o torneos medievales -incluido lanzar verduras y huevos (en realidad, globos de plástico) a un preso detenido, o soportar el peso de la armadura de los cruzados. El museo abrió sus puertas en 1993 y desde entonces ha ampliado sus recursos con nuevos módulos históricos que retratan el Dublín más ancestral.
Antigua Destilería de Jameson
¿Sabes cómo se elabora el whisky? Aquí podrás ver el proceso completo y explicado.
El museo del whisky.
Para continuar con la ruta de bebidas espirituosas de Dublín puedes acercarte a la Antigua Destilería de Jameson que desde 1870 ha sido un referente internacional en la elaboración del whisky. Ahora la vieja destilería -y casa del fundador John Jameson- funciona también como museo que desvela todos los secretos de la alquimia que hace posible esa bebida, reconocida durante décadas como una de las marcas con más solera de Irlanda. Las visitas guiadas son en inglés, salvo que reserves previamente un guía en castellano, y hacen un recorrido histórico desde que en 1770 el señor Jameson decidió elaborar un whisky tres veces más suave de lo normal, mediante el proceso de triple destilación. Como no podía ser de otra forma, la visita termina con una cata de whisky (si te ofreces voluntario y te seleccionan en el grupo), certificado de catador Jameson incluido, y un paseo por la tienda de souvenirs de la marca.
Guinness Storehouse
Un curioso recorrido turístico para ver cómo se elabora la famosísima Guinnes, además de catarla en su propia casa.
Visita imprescindible para los cerveceros.
Los cerveceros que visiten Dublín no pueden perderse la visita a la cuna de la pinta Guinness, que se ha convertido en un imperio y tiene su propio museo, el Guinness Storehouse. Lo que en origen, allá por el año 1902, fue una sencilla fábrica que combinaba agua, cebada, lúpulo y levadura para después trasladar los toneles de cerveza a cualquier punto del planeta, hoy es un atractivo turístico de la ciudad con su tienda de merchandising y su visita interactiva que explica todo el proceso de cultivo, fermentación, embotellado, transporte, campañas de publicidad: en definitiva, la cerveza Guinness sin secretos. La entrada incluye degustación de una Guinness, entre otras actividades lúdicas como puede ser "aprender a tirar la pinta perfecta" (certificado Guinness incluido), disfrutar de la exquisita restauración de sus platos a la cerveza en el Brewers Dining Hall o seguir bebiendo con extraordinarias vistas en 360º desde el Gravity Bar ubicado en el séptimo piso del Guinness Storehouse.
Temple Bar
Si lo tuyo es la noche, esta es una zona en la que encontrarás actuaciones callejeras y tabernas tradicionales.
La noche en Dublín.
Para los noctámbulos de visita en Dublín, uno de los rincones imprescindibles es la zona de Temple Bar, que encontrarás después de cruzar el Puente Ha'penny, entre el río Liffey y Dame Street. El origen de este barrio plagado de tabernas, cervecerías y pubs se remonta a comienzos del siglo XVII, cuando el filósofo y profesor Sir William Temple se instaló en la zona y comenzó una época de comerciantes y vendedores ambulantes que pronto fueron abandonando el lugar. Desde aquel momento al siglo XX el barrio transcurrió sin pena ni gloria, hasta que en 1991 se reavivó con actividades culturales y artísticas con motivo de la elección de Dublín como Capital Europea de la Cultura. Ahora podrás disfrutar de su ocio nocturno y actuaciones callejeras como núcleo de la bohemia dublinesa. Entre los bares de la zona destaca el Temple Bar Pub, que incluye una terraza interior al aire libre y conciertos de música folk.
Iglesia de San Michan
No destaca por ser una iglesia, sino por las momias que descansan en su interior.
Un lugar escalofriante.
Más allá de su interés arquitectónico y religioso, la Iglesia de San Michan de Dublín destaca por el extraño fenómeno que ha fosilizado los cadáveres enterrados en sus criptas, que hoy están abiertas al público. Situada al norte del río Liffey, esta iglesia tiene su origen en el siglo XI, aunque como todas las ermitas del país sufrió restauraciones posteriores que han mezclado estilos arquitectónicos en su estructura. La visita a la cripta incluye una explicación guiada de los protagonistas de estos enterramientos, como los hermanos Henry y John Seares, cuya participación en la revuelta de 1798 les costó la vida. Una copia de la orden de ejecución se expone junto a sus tumbas. También se conservan momificados los restos de lo que pudo ser un ladrón al que le falta el antebrazo derecho, supuestamente como castigo a sus robos. Al parecer, el gas metano y la tierra caliza han hecho posible este embalsamiento natural de los muertos de la Iglesia de San Michan.
Catedral de San Patricio
En honor a San Patricio, uno de los puntos interesantes de Dublín que debes visitar incluyendo un concierto del coro.
La Catedral Nacional de Irlanda.
Cuenta la leyenda que San Patricio bautizaba a los irlandeses conversos en un pozo junto a una iglesia de madera, allá por el siglo V. En ese mismo terreno se alza hoy la iglesia protestante más grande de Dublín, la Catedral de San Patricio, considerada Catedral Nacional de Irlanda. Su arquitectura actual data de 1220, después de que los anglonormandos invasores sustituyeran la ermita de madera por piedra a comienzos del siglo XII y sufriera siglos de asedios, incendios y ruina hasta la restauración en 1860. Uno de los mayores atractivos turísticos de esta iglesia es su coro, que ofrece conciertos dos veces al día. Incluso disponen de un servicio de alquiler de la catedral para realizar conciertos y eventos en su interior, previa autorización por el deán. Entre sus curiosidades se encuentra la llamada "Puerta del Capítulo": una puerta de madera con un agujero a través del cual se supone que estrecharon sus manos en un acuerdo de paz los condes enemistados de Ormond y de Kildare en 1492.
Catedral de Christ Church
Uno de los templos más importantes de la ciudad en el que apreciar parte de la historia de Irlanda.
Reminiscencias vikingas.
Aunque parezca increíble, Dublín acoge los restos de una vieja catedral vikinga del siglo XI, la Catedral de la Santísima Trinidad (conocida como Catedral de Christ Church), cuyas primeras piedras se levantaron en 1038 con vistas sobre el asentamiento vikingo que gobernaba el rey "Barba sedosa", Sigtrygg II Silkbeard Olafsson. Desgraciadamente, la estructura original fue remodelada por los anglonormandos tras su invasión a Irlanda, y decidieron que la catedral tendría un estilo arquitectónico entre románico y gótico. Un fallo de cálculo hizo que destruyeran los cimientos con criptas funerarias, por lo que los siguientes siglos sufrió varios derrumbes y restauraciones. Los restos medievales apenas son visibles hoy tras la última remodelación victoriana a finales del siglo XIX, pero conserva tumbas de personajes históricos y al menos una campana de su época vikinga. La Catedral anglicana albergaba también el corazón del santo Lorenzo O'Toole desde el siglo XIII, pero la reliquia fue robada en 2012 y todavía no ha aparecido.
Jardín del Recuerdo
Un lugar para el recuerdo mientras descansas después de un día de turismo.
Un homenaje a los fallecidos.
Como todo monumento de homenaje a los muertos, el Jardín del Recuerdo conserva cierto aire melancólico, a pesar de ser uno de los pulmones verdes más bellos de Dublín. Se inauguró en 1966 dedicado a los irlandeses fallecidos en el Alzamiento de Pascua de 1916, una rebelión preparada por organizaciones independentistas que no querían seguir bajo la dominación de la corona inglesa. Aunque la rebelión solo duró seis días y fue sofocada, es considerada un momento histórico en el que se pusieron sobre la mesa los deseos de independencia de Irlanda. Es un parque idóneo para descansar después de un día de turismo en los asientos de madera que custodian un diminuto estanque. En el núcleo se encuentra la estatua de bronce 'Los hijos de Lir', obra del artista irlandés Oisín Kelly, especialmente elaborada para este homenaje, que representa un grupo de niños convirtiéndose en cisnes como símbolo del renacimiento de una nación.
Casino Marino
No esperes encontrar un salón de juego, sino un edificio lleno de ilusiones ópticas.
Un juego para la vista.
A pesar del nombre, el Casino Marino de Dublín no es un salón de juego, sino uno de los edificios neoclásicos mejor conservados de Europa, residencia de verano del primer conde de Charlemont, James Caulfeild, a partir de 1775. Su arquitectura juega con la vista, ya que parece un edificio relativamente pequeño con una gran puerta romana de entrada y galerías acristaladas en sus laterales, pero la ilusión óptica esconde en realidad 16 habitaciones, ni más ni menos, divididas en tres pisos, donde se vivieron las mejores fiestas, bailes y reuniones literarias de la alta sociedad de la época. El Casino Marino, diseñado por el arquitecto William Chambers, también esconde elementos poco decorativos pero necesarios, como tuberías de desagüe y chimeneas, en las elegantes columnas de la entrada o las supuestas urnas funerarias romanas del tejado. En su interior encontrarás una recreación de los aposentos y salones de la época, con explicaciones guiadas en inglés.
Casa Número 29
Haz un recorrido por el Dublín del siglo XVIII visitando todos los rincones de esta casa.
¿Quieres conocer a Lady Olivia Betty?
Lo más probable es que ya sepas cómo son las típicas casas burguesas dublinesas de finales del siglo XVIII por su amplia descripción en la literatura y películas. Sin embargo, si quieres conocer de primera mano cómo vivía la clase adinerada hacia 1794, tienes que visitar la Casa Número 29 (pregunta por la Number Twenty Nine cerca del parque de Merrion Square), una casona georgiana con todos los objetos de la época casi intactos. La visita comienza en el sótano-cocina, territorio del ama de llaves, que hacía lo posible para contentar a los dueños de la casa y llevar la comida a tiempo al amplio salón comedor para sus cenas con invitados, o al comedor informal donde comía la familia. La visita es presentada por una burguesa virtual de la época y dueña del caserón, Lady Olivia Betty, que nos conducirá a sus aposentos, cama del siglo XIX incluida, y al cuarto de los niños donde permanecen juguetes de la época.
Custom House (Casa de Aduanas)
Impresiona el reflejo de su impresionante fachada cuando paseas por el río.
Un edificio con historia que nunca llegó a utilizarse.
La Casa de Aduanas o Custom House de Dublín es la triste historia del monumento que nunca llegó a servir para nada. Se trata de un imponente edificio neoclásico diseñado por el arquitecto James Gandon en 1791 con el objetivo de llevar el control arancelario de los productos que entraban por el puerto de Dublín. A pesar del elevado coste del edificio y su elaborada ornamentación -como su fachada dórica que se refleja en el río Liffey, escudos de armas, alegorías de los ríos y monumental cúpula de bronce-, el Decreto de Unión de 1800 centralizó los servicios aduaneros en Londres, por lo que el singular edificio nunca llegó a ser utilizado para lo que fue creado. Por si fuera poco, en 1921 la Casa de Aduanas fue incendiada por el ejército irlandés por considerarla símbolo de la soberanía inglesa. Y las obras de recuperación del monumento no acabaron hasta 1991, doscientos años después de que se edificara.
Ayuntamiento de Dublín
No dejes de visitar este edificio y admirar su impresionante cúpula.
Conoce la historia de Dublín a fondo.
Lo que encontrarás en el Ayuntamiento de Dublín es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, diseñado por el arquitecto Thomas Cooley, que ganó el concurso propuesto por el gremio de los mercaderes para construir su Cámara de Comercio, a finales del siglo XVIII. Se le considera uno de los mejores exponentes de la arquitectura georgiana neoclásica y entre los mejor conservados de Europa. Después de funcionar como sede empresarial, el Ayuntamiento compró el edificio en 1852 para instalar allí sus dependencias. Lo que más sorprende de este edificio es su monumental entrada soportada por columnas y el acceso inmediato a la rotonda circular coronada por una cúpula y decorada en los extremos de sus doce columnas con estatuas del siglo XVIII. Además de su interés arquitectónico, el edificio del Ayuntamiento de Dublín contiene en su sótano una exposición multimedia que narra la historia de la ciudad desde la invasión anglonormanda en el siglo XII a la actualidad.
Castillo de Dublín
¿Te atreves a resolver el misterio de las joyas robadas? Haz una visita a este lugar y conoce su historia.
Un castillo de cuento.
El origen mítico del Castillo de Dublín, que formaba parte de una fortaleza amurallada medieval, se remonta a la época del rey Juan Sin Tierra, que sucedió en el trono a su hermano mayor -Ricardo Corazón de León-, allá por el siglo XII. Sin embargo, quedan pocos vestigios de aquel castillo original, aunque el terreno y sus piedras se mantuvieron como residencia real y sede gubernamental durante los siguientes siglos, superando incendios, guerras y restauraciones. También tuvo un lado oscuro en sus mazmorras, donde se torturó salvajemente a los condenados por motivos religiosos. Uno de los acontecimientos que hicieron historia en este lugar fue el robo de las Joyas de la Corona Irlandesa, en 1907, todavía por resolver. La arquitectura del Castillo de Dublín que hoy puedes visitar responde a una de las muchas remodelaciones hacia el siglo XVII, aunque cuesta imaginar la época de los cruzados con sus modernas instalaciones actuales: el Castillo se ha reconvertido en centro de convenciones y exposiciones con exquisita gastronomía en sus lujosos restaurantes.
Puente Ha'penny
En este lugar podrás jurar amor eterno a tu pareja mientras ves el atardecer.
Un puente legendario.
A mediados del siglo XIX, cruzar el llamado 'Puente Halfpenny' (o Ha'penny, de nombre oficial Puente Wellington) para cruzar el río Liffey costaba medio penique. Su costosa estructura de hierro forjado traído desde Inglaterra y primer puente iluminado justificaba este peaje, que le dio el sobrenombre del "Puente del Medio penique" y se dejó de cobrar en 1919. Como símbolo de Dublín desde entonces, ahora la moda para los lugareños y turistas enamorados es enganchar candados en sus barandillas como promesa de amor eterno. Es uno de los puentes de hierro más antiguos del mundo y el único peatonal de Dublín hasta el año 2000, cuando se inauguró el Puente del Milenio y así pudieron cerrar al público el Halfpenny para una completa restauración. El mejor momento para pasear este puente es al atardecer, cuando grupos de música callejeros sacan su folk a la calle y tocan allí mismo, mientras en la otra orilla espera la zona de pubs y tabernas, Temple Bar.
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