Guía turística: qué hacer y ver en Montevideo

¿Quieres remover los orígenes del arte? ¿Deseas rememorar los usos y costumbres de civilizaciones antiguas? El Museo de la Historia del Arte te lo permite, viajando al pasado a través de culturas milenarias, desde la Prehistoria a Roma, pasando por Egipto, Irán y Grecia, así como por culturas precolombinas y el arte colonial americano. Dentro de su acervo podrás contemplar calcos y piezas arqueológicas originales de gran valor, como la momia egipcia de la sacerdotisa Esoeris. Un apartado importante se reserva a las colecciones etnográficas de tres orígenes distintos: arte africano, textiles mayas-guatemaltecos y la armas y armaduras samurái.
 Destacan las pinturas y tallas en madera de origen colonia, especialmente la de la Escuela Cuzqueña. También hay cabida para otras culturas menos conocidas en la región, como el arte oriental, el islámico o el africano, en un enclave que no deja de crecer para recordarnos la importancia de conocer el pasado para poder comprender el presente.

Considerado por muchos el pintor de la patria, el centro que lleva el nombre del artista se creó en 1930 coincidiendo con el centenario de su nacimiento. El Museo Juan Manuel Blanes se ubica en el Jardín de los Artistas del Parque El Prado, un enclave que desprende encanto por sí mismo. Su colección ha ido variando con el paso de los años, pasando de tener un acervo principalmente inspirado en el arte del XIX a abrirse, a partir de los cincuenta, a corrientes más modernistas; en la actualidad, tendrás la oportunidad de recorrer salas con tradición en clave de homenaje, como las dedicadas al propio Blanes o a Pedro Figari. La sala temporal acoge exposiciones que pretenden hacer reflexionar sobre contraposiciones estéticas y doctrinarias. Entre sus peculiaridades, y como signo de distinción con otros espacios del género, dispone de un claustro con una excelente acústica donde se llevan a cabo espectáculos musicales y teatrales.

Te presentamos a uno de los principales emblemas de la cultura uruguaya, maestro que desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX estructuró su obra alrededor de los principios de tradición, construcción y universalidad. A pesar de las influencias que Joaquín Torres García recibió en sus periplos por ciudades vanguardistas como Barcelona, París o Nueva York, su pintura nunca dejó de responder a una idea fundamental: el universalismo constructivo. Se trata de un artista que supo aunar como nadie las dos tradiciones culturales que hizo suyas, la arcaica mediterránea y la precolombina. El museo, emplazado en un bello edificio art déco del casco antiguo, ofrece la posibilidad de introducirse en la vida y obra del precursor del arte moderno en Sudamérica, algo que logró a través su movimiento 'La Escuela del Sur'. El espacio funciona a la vez como museo y centro cultural, combinando pinturas y objetos suyos con salas para actividades didácticas y talleres de arte.

Este antiguo edificio es la sede principal del Museo Histórico Nacional de Uruguay, el mejor lugar para empaparte de la historia de este pueblo. La casa data de comienzos del siglo XIX, habiéndose convertido en un principio en la residencia del comerciante Cristóbal Salvañach y, posteriormente, en vivienda del primer presidente constitucional, el general al que debe su nombre. Aquí podrás disfrutar de exposiciones permanentes que recorren los entresijos del devenir patrio, con objetos representativos del período de independencia y de la constitución del Estado Oriental del Uruguay. Está formado por dos plantas unidas por una escalera de caracol, sobresaliendo la decoración de la planta superior, repleta de vanos adintelados con chambranas, balcones y el precioso pretil de la azotea. Especialmente sugerente es la espada propiedad de José Artigas, máximo prócer del país. El Museo se encuentra en funcionamiento desde 1942.

Con más de cien años de historia, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que está considerado como el museo más importante del país. El Museo Nacional de Artes Visuales ha contribuido de forma notoria al desarrollo cultural del Uruguay, difundiendo las artes plásticas y visuales y documentando fehacientemente la evolución del arte nacional e internacional. Creado en el año 1911, se dio a conocer entre los montevideanos al incorporar el concepto de exposiciones temporales, habiéndose exhibido en sus salas retrospectivas de artistas nacionales como Joaquín Torres García, Rafael Barradas o Carlos González y obras de genios internacionales como Picasso, Klee, Miró, Chagall o Rodin. En la década de los noventa, el paisajista uruguayo Leandro Silva creó un espacio vacío en un precioso jardín que en la actualidad forma parte integral del edificio. Además, dispone de una biblioteca especializada con más de siete mil volúmenes y una sala de conferencias.

Sólo con decir que ha sido galardonado durante los últimos años con el Premio Iberoamericano de Museos ya es posible hacerse una idea del gran valor que ostenta este centro cultural. Se trata de una excelente oportunidad para conocer las costumbres de las culturas originarias del continente americano, con valiosas piezas arqueológicas y etnográficas pertenecientes a diferentes pueblos indígenas. Cuenta con salas permanentes dedicadas al arte y arqueología uruguaya, un espacio dedicado al arte precolombino y otra sala consagrada a instrumentos musicales latinoamericanos, realmente llamativa. El MAPI es mucho más que un museo: es un espacio cultural y educativo que realiza investigaciones, publicaciones y promueve la creación contemporánea inspirada en la producción material e inmaterial de los pueblos indígenas. Está ubicado en pleno casco histórico, en un edificio de finales del siglo XIX que combina elementos del art nouveau con ornamentación eclética de origen italiano.

El Carnaval es sin duda el acontecimiento del año más esperado por cualquier buen montevideano que se precie, un evento que pone patas arriba la ciudad para ofrecer entre finales de enero y marzo grandes dosis de alegría y diversión. No en vano, está considerado el más duradero del mundo. El Museo del Carnaval abrió sus puertas en el año 2006 para conservar y difundir las tradiciones que protagonizan la máxima fiesta popular del Uruguay, un centro vivo que sale al encuentro de la gente en las calles, organiza actividades y realiza visitas guiadas. ¿Un rincón representativo? La Plaza del Carnaval, un espacio al aire libre y abierto al público donde se celebran exposiciones temporales y que cuenta con un escenario propio que alberga todo tipo de espectáculos. Entre su colección destaca un detallado relato sobre la historia del candombe, acompañado por una serie de objetos, fotografías y vestuarios de gran valor histórico. Es el alma de Montevideo.

El litoral este uruguayo conforma un marco mágico, cautivador, para que protagonices tu propia road movie a orillas del océano Atlántico. A menos de cien kilómetros de Montevideo, esta parte del país ofrece postales de ensueño en diversos puntos de la costa. Piriápolis, por ejemplo, es una ciudad-balneario marcada por un halo esotérico que permite exquisitas vistas desde la cumbre del cerro San Antonio y dos playas que se cuelan entre las mejores del Uruguay: San Francisco, ideal para los surfistas, y Playa Grande. Punta del Este es conocido como el rincón con más glamour del país, un envidiable destino costero que alberga esa célebre escultura llamada 'La mano en la arena'. A escasos 35 kilómetros se ubica José Ignacio, un lujoso balneario con su emblemático faro, icono de la localidad y Patrimonio Histórico Nacional. Tu particular ruta puede finalizar en Cabo Polonio, zona virgen e inmersa en un área protegida en la que tendrás la oportunidad de admirar colonias de lobos marinos.

Cualquier arquitecto al que le preguntes no dudará en explicarte que los edificios se conciben para trascender, emocionar, para no dejar indiferentes. Dichas premisas se cumplen a la perfección en este icónico lugar de Punta Ballena, a escasos kilómetros de Punta del Este y a unos 140 de Montevideo. Casapueblo es fruto del imaginario creativo del artista Carlos Páez Vilaró, que define su obra como “una escultura habitable, sin planos, a instancias de mi entusiasmo”. Inspirado en los nidos esféricos del pájaro hornero, este edificio conforma un auténtico laberinto escalonado de pasillos y formas curvilíneas, a diferentes niveles, albergando un mágico complejo hotelero compuesto por 72 apartamentos que han recibido la visita de varias personalidades internacionales. Desde sus terrazas es posible apreciar el magnetismo del mar y divisar evocadores atardeceres, estampa perfecta para una tarde romántica. Además del hotel, dentro de las instalaciones de Casapueblo hay un museo y una galería de arte.

A medio camino entre Montevideo y Buenos Aires se ubica este precioso enclave paisajístico, una de las zonas más conocidas del país a nivel internacional. Colonia del Sacramento no es sólo un Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO, también un lugar donde el tiempo parece detenerse para ofrecerte la oportunidad de un deleite casi inabarcable. No en vano, fue el primer asentamiento europeo en Uruguay, fundado en el año 1680 por los portugueses, una impronta que todavía hoy puede saborearse en iglesias con fachadas de azulejos, tiendas de artesanías o el Museo Portugués. Llegar al barrio histórico de Colonia es adentrarse en un universo de plazas sombreadas y angostas calles adoquinadas, como la pintoresca y poética calle de los Suspiros, un regalo para la vista. La belleza de lugares como el Paseo de San Gabriel, el Puerto Viejo, la Plaza Mayor 25 de Mayo o la frondosa Plaza de Armas hará que se guarden para siempre en tu memoria. Se localiza a unos 180 kilómetros de la capital.

Este verdadero símbolo de la ciudad se localiza en el punto más austral de Montevideo, antaño conocido como Punta Brava debido a la cantidad de naufragios que tuvieron lugar en sus alrededores. Posteriormente comenzó a ser conocido como Punta Carretas por los propios marineros que faenaban en la zona, lo que provocó que el faro acabara tomando dicho nombre. En la actualidad sigue ostentando gran importancia para la navegación. Fue construído en 1876, tiene una altura de casi veinte metros y es posible visitarlo por dentro, subir a lo alto y divisar desde allí unas vistas realmente excepcionales. Te convertirás en un testigo de excepción de la amplitud y de belleza de la costa charrúa. Además, el Faro Punta Carretas es el icono de un barrio que ha sabido adaptarse a la perfección a los nuevos tiempos, dejando atrás su pasado lúgubre e inhóspito para convertirse en una zona acomodada con gran acogida entre los propios vecinos de Montevideo.

El parque se encuentra en la zona oeste de Montevideo, a tan solo 20 minutos del centro. En este parque se lleva a cabo un activo programa de educación ambiental que incluye charlas, talleres y visitas guiadas, recorriendo el lugar con guardaparques del centro de interpretación, quienes concientizan acerca del cuidado de la fauna, vegetación, el ecosistema de bañados y los elementos que se encuentran en interdependencia: agua, suelo, consumo y residuos. Su preservación es fundamental para el ambiente, por lo que forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas.

Sus orígenes se remontan hasta la época colonial, gracias a la ubicación de las chacras de Miguelete. El Prado es especialmente conocido porque a lo largo de sus más de cien hectáreas acoge algunos centros culturales más visitados de Montevideo, como el Museo Municipal de Bellas Artes, que rinde tributo al pintor Juan Manuel Blanes, o el Jardín Botánico de la capital, muestra de gran riqueza natural que alberga una impresionante colección de flora autóctona o procedente de otras partes del mundo. Se trata de un oasis verde en el que aislarse del bullicio de la ciudad, un espacio en el que también se organizan cursos y labores de concienciación para la conservación de la flora. Fue diseñado en 1902 por el paisajista francés Carlos Racine. Otro de sus tesoros es el Jardín Japonés, donde conviven cerezos, azaleas, orquídeas, bambú y el ceibo, la flor nacional de Uruguay, en una muestra sin igual de la confraternización entre ambos países.

Llegar al impresionante Obelisco a los Constituyentes de 1830, conocido comúnmente como el 'Obelisco de Montevideo', es un símbolo inequívoco de que estás a punto de entrar en el Parque Batlle, uno de los más bellos y conocidos de la capital. Inicialmente denominado 'Parque Central', fue cambiando de nombre conforme crecía en extensión y relevancia: desde 1929 lleva el nombre del expresidente José Batlle y Ordoñez, que falleció ese mismo año y que es considerado por todos como padre del Uruguay moderno. En su interior encontramos el ya nombrado Estadio Centenario, otros dos estadios de fútbol de menores dimensiones, el Velódromo Municipal y una de las obras maestras del escultor José Belloni, 'La Carreta'. El Parque Batlle es un lugar ideal para disfrutar de largos paseos mientras vives la naturaleza y respiras aire puro, especialmente recomendable para pasar un día en familia.

Justo en la orilla del Río de la Plata se alza imponente este auténtico pulmón montevideano, parque de increíble belleza verde que también alberga una amplia variedad de tesoros culturales en forma de esculturas o fuentes. Dos de las más reconocibles son el Monumento a José Enrique Rodó y la Fuente de los Atletas, un conjunto escultórico que representa a tres aguerridos deportistas sosteniendo una copa de la que emana agua. Es obra del escultor uruguayo José Luis Zorilla de San Martín. El Parque Rodó cobra vida especialmente los domingos, cuando acoge la tradicional feria de artesanías y de ropa. Dentro de esta zona verde de 43 hectáreas encontrarás un lago, un castillo, un parque de atracciones, el Museo Nacional de Artes Visuales y el Teatro de Verano, el rincón más concurrido por los vecinos de la capital durante las celebraciones del carnaval, todo un acontecimiento nacional.

Hablamos de una de las señas de identidad de la ciudad, todo un orgullo capitalino. ¿Un agradable paseo durante los días soleados en los meses de invierno? ¿Un chapuzón para escapar del calor en fechas estivales? Opciones no te van a faltar. Quizá la playa más concurrida sea la de Pocitos, si bien todas cuentan con la característica común de poseer una arena blanca y fina y un sinfín de posibilidades de ocio al aire libre. Por ejemplo, desde la amplia playa de Malvín se puede contemplar la Isla de las Gaviotas, una curiosa formación rocosa que se erige como un paraíso para las aves. Más allá, donde acaba la costanera, podemos acceder a la tranquila playa de Carrasco. El oeste, la vertiente opuesta, alberga rincones alejados del ajetreo urbano como Punta Espinillo, una playa rocosa de aguas claras en la que practicar la pesca. Sea cual sea tu forma de vivir la playa, en la capital uruguaya encontrarás seguro tu propio hueco.

Este tramo del litoral rodea y se adentra por el barrio de Pocitos, uno de los más acomodados de Montevideo y el más poblado de la capital, con cerca de 70.000 habitantes. En su día fue una de las primeras estaciones balnearias del continente, hasta el punto de que llegó a conocerse como la Biarritz de Sudamérica. Paulatinamente, fue evolucionando desde principios del siglo XX gracias a sus edificios históricos, residencias señoriales y sus casas pintorescas hasta la actualidad, donde proliferan enormes edificios. Ya sea en invierno o en verano, cuando los montevideanos aprovechan para practicar fútbol, vóleibol y deportes acuáticos, siempre encontrarás gente alrededor de su playa. Además, este barrio ofrece otras atracciones que no puedes pasar por alto durante tu visita, como hacerte la típica foto en el clásico cartel de Montevideo, el Museo Naval o el Castillo Pittamiglio, amén de la enorme variedad restaurantes que bordean la Rambla. No hay mejor manera de recorrer este paseo que pedaleando, sin prisas y dejándose llevar por su encanto. No son pocas las agencias u hoteles que alquilan bicicletas, una experienca en la que podrás mezclarte con los vecinos que acuden en procesión para hacer deporte, departir con los amigos mientras comparten un mate o pescar. La Rambla es mucho más que un paseo; es un hervidero de personalidades, es el alma de la ciudad.

Punta Carretas es un punto geográfico sobresaliente más al sur de territorio y de algún modo aislado en el perfil de la costa montevideana, que cuenta con un faro cuya construcción precedió a la urbanización de la zona. Por eso parte de su historia y su mística le vienen del mar. En 1919, Alfredo González inauguró el bar Tabaré, un fiel representante de un tipo de comercio que se expandió en la primera mitad del siglo XX. Las esquinas de los barrios vieron crecer negocios contiguos a la casa de sus propietarios donde almacén y bar ocupaban espacios diferenciados pero vinculados. Solitario, en el punto más austral de Montevideo, tímidamente rodeado por el faro, la casa de Juan Zorrilla, la cárcel y pocas construcciones más, este bar fue en sus comienzos un almacén de barrio y un sitio de encuentro de pescadores. En el año 1993 el bar cerró sus puertas para reabrir como pub y restaurante, pero manteniendo con mucho celo el mobiliario y la arquitectura original. Un sector del sótano que se habilitó como escenario de diversos espectáculos continúa alimentando la bohemia del Tabaré, que cumplió 90 años en 2009 y fue elegido como uno de los mejores cien bares del mundo.

Pequeño café almacén de Punta Carretas, muy coqueto, que te conquistará de inmediato por su sencillez, su calidez y por lograr lo que muchos pretenden pero no todos consiguen: hacerte sentir como si estuvieras en casa. Es su seña de identidad. Su decoración es única, de corte vintage, y junto con su terraza conforman un escenario en el que podrás degustar una gastronomía casera, tan ingeniosa como deliciosa. Su propuesta es realmente variada, incluyendo sopas, pastas, risottos o tartaletas de verduras grilladas con queso. Los platos de carne son presentados con esmero y elegancia, fusionando sabores intensos con otros más suaves, como la entraña con boniatos glaseados o las costillas de cordero marinadas sobre compota de cebolla. Abierto todo el día, sirve también meriendas, convirtiéndose en un momento especial para probar sus tartas y sus alfajores mientras saboreas una buena taza de té o el clásico mate.

Este colectivo ecléctico se define a sí mismo como un 'universo creativo', y ciertamente no andan demasiado desencaminados: su edificio aúna en un mismo espacio un estudio de diseño, galerías de arte, una librería, boutiques y hasta un restaurante, quizá éste último su aspecto más conocido. Todo ello queda armonizado bajo una misma filosofía, la de crear un ambiente dinámico para reunirse con amigos, comprar de forma distendida y permanecer al tanto de las nuevas tendencias. La cocina de La Pasionaria se caracteriza por su frescura, con recetas elaboradas con productos de temporada y gracias a una cuidada selección de materia prima. Aquí tendrás la oportunidad de disfrutar de un tentempié o almorzar platos realmente sabrosos, como su sugerente sopa de tomate con palpa caliente. También cuentan con ciertas opciones vetegarianas, y si te encuentras en la zona a media tarde no olvides probar los postres y tartas de la casa, acompañándolos de su gran variedad de tés e infusiones.

La Peatonal Sarandí acoge también la propuesta de Lucía Soria, cocinera y autora de algunos de los cuadros que decoran este luminoso local inaugurado en 2012 y ampliado en 2013 con el local colindante. Jacinto es un restaurante de estilo europeo que combina diferentes colores y texturas creando un encuadre cálido, con mesas con tapa de mármol, techos originales de ladrillo y unos ventanales gigantes. Su cocina podría definirse como 'de autor', vanguardista, atendiendo sus creaciones con especial esmero a las materias primas que permiten crear maravillas culinarias como ensaladas de chaucha y parmesano, ñoquis, ojo de bife con romesco y patatas salteadas, brusquettas, sándwiches o su emblemática tarta de chocolate con mandarina. ¡Tu paladar te lo agradecerá!

En ocasiones, los platos más típicos de un lugar se inventan por casualidad, y esto fue precisamente lo que pasó en una ajetreada noche con el chivito, una de las recetas más conocidas de la gastronomía uruguaya. Fue en la década de los 40 cuando el dueño del desaparecido restaurante 'El Mejillón', en Punta del Este, atendió a una clienta que venía de un largo viaje por Argentina y Chile y pidió chivito norteño, que había probado durante su recorrido. Al no contar con ese tipo de carne, decidió preparar un pan tostado con manteca, jamón y un filete de ternera; la clienta quedó gratamente sorprendida con la creación, y desde entonces el chivito es un fenómeno presente en cualquier rincón de Uruguay. ¿Quieres disfrutar de esta maravilla culinaria en Montevideo? Un acierto seguro es el Bar Facal, en la Avenida 18 de Julio, pero también cerca del Parque Rodó se encuentran, para muchos, los mejores chivitos de la ciudad, en el Tinkal. Otras buenas opciones son Los Francesitos, en la Avenida San Marino, o el Arocena, en el barrio de Carrasco.

Nacido bajo una clara mentalidad de negocio, figura como un restaurante inspirado en Wall Street; de hecho, fue precisamente en el año 1792 cuando nació la bolsa de valores de Nueva York, de ahí su nombre. En este espacioso local han concebido como esenciales dos aspectos: un ambiente cómodo, distendido, y la creación de un espacio de confort donde el trabajo no esté reñido con la tranquilidad. Tampoco con una buena comida, evidentemente. El 1792 se encuentra dividido en cuatro niveles diferentes, siempre decorados con alusiones al mundo bursátil. Los almuerzos son de un innegable estilo estadounidense, inspirados en Manhattan o Filadelfia, aunque también ofrece platos de carácter más local como las excelsas milanesas uruguayas. También sirve un excelente café acompañado de bizcochos o tortas de dulces. Es el marco ideal para una refinada comida de negocios o un almuerzo familiar en pleno casco histórico.

Este histórico local tiene el honor de albergar uno de los secretos mejor guardados de Montevideo: la receta de la pizza al tacho, auténtico emblema culinario en la capital. Curiosamente, fue el gallego Jesús Tasende y no un italiano quien abrió esta casa de comidas en 1931 para ofrecer desde entonces una de las mejores pizzas de la ciudad, cuyo éxito reside en su exquisita mozzarella y en su ausencia de salsa. Un rincón de altas paredes que transmite una agradable sensación de tranquilidad y hospitalidad, con un aroma inconfundible que te permite viajar hacia atrás en el tiempo y que a muchos montevideanos les permite recordar buenos momentos ya vividos. El ritmo de la cocina es frenético hasta que se enciende una lámpara en forma de estatua de Venus, señal inequívoca del cierre del local diez minutos después. A la salida es posible ver una placa que indica lo especial del lugar y que reza “comercio destacado. Local seleccionado por su valor testimonial”.

Tomando su nombre de la pequeña calle en la que se ubica, este local acogió antiguamente el ya desaparecido boliche 'El Vasquito', punto de encuentro de intelectuales y de personalidades relacionadas con el teatro. Su ubicación junto al Solís, claro está, tuvo mucho que ver en ello. Ese establecimiento ciertamente penumbroso se transformó por completo, pero sabiendo mantener la esencia y el espíritu inicial para convertirse en una insignia dentro de la Ciudad Vieja y presumir de ser el primer café design de Montevideo. La arquitectura contemporánea de un edificio histórico de 1844 y su cocina internacional son las señas de identidad del Bacacay. Cuenta con una carta extensa en variedad e intensa en sabores, con un sinfín de posibilidades: ensaladas, antojitos o pequeñeces, platos principales como el lomo al vino tannat o el salmón al wasabi, postres o tortas. Su perfecta ambientación se completa con buena música blues y jazz.

Su envidiable ubicación en uno de los laterales del Teatro Solís ha empapado desde siempre la esencia de este elegante restaurante; como su propio eslogan señala, tiene alma de teatro y ofrece una propuesta arriesgada e innovadora. Rara Avis cuenta con tres salones: el Chivas Bar es un espacio acogedor perfecto para alejarse de la rutina diaria y tomar una copa entre amigos; por su parte, El Preludio ofrece la oportunidad de degustar su menú exprés con opciones tentadoras y variadas, algo que cualquier amante de la buena mesa no debe perderse; por último, El Salón Rojo ofrece la oportunidad de saborear una sofisticada cena mientras escuchas música en vivo, encargándose de que tu velada se convierta en una experiencia culinaria fuera de lo común. Este restaurante de moda te ofrece una propuesta cuidada que combina platos como carpaccios, risottos, pastas, pescados y, como no podía ser de otro modo en Uruguay, excelentes carnes, como la entraña grillada o el rack de cordero.

Toda una joya para los amantes del buen café y de la cultura, pues se trata del cafetín más antiguo de cuantos funcionan en la capital. Entrar al Café Brasileiro es acceder a un mundo cargado de embrujo, de bohemia, de intelectuales, todo bajo una tenue iluminación y un carácter igualmente intimista y acogedor. Es un patrimonio vivo de la cultura montevideana, cuyas mesas sirvieron de inspiración a eruditos y genios como Gardel, Benedetti, Buscaglia o Eduardo Galeano, asiduo del local y a quien se le homenajea con un delicioso café que lleva su mismo nombre. Las fotos, recortes y pinturas de éstos y otros muchos personajes son fiel retrato de la impronta y del aroma místico que se respira en sus cuatro estrechos costados, encumbrados por largas y amenas tertulias. La carta, moderna y sofisticada, incluye gran variedad de sándwiches, comidas livianas, menús ejecutivos, refinados postres, cafés o una bebida marca de la casa como la Gaditana.

Cuando se acerca la hora de comer, todos los caminos conducen inexorablemente a este bullicioso mercado, el centro gastronómico por excelencia en la capital. Y sí, el humo de su interior marca la señal de que el asado está en marcha. El Mercado del Puerto alberga diversos locales de artesanía, pero lo importante aquí es recorrer sus diferentes puestos y saborear la cocina charrúa más autentica: chivitos, achuras, asado, matambres, chotos, chinchulines y un sinfín de opciones que te harán salivar a marchas forzadas. ¿Dos locales que sobresalgan del resto? Por un lado, El Palenque combina a la perfección la carne criolla hecha a la parilla con los sabores españoles y mediterráneos; por otro, en Roldós inventaron el Medio y Medio, una mezcla de vino blanco seco con un espumante, que además cuenta con una enorme parrilla a la vista de todos. Y es que ya lo decía Benedetti: “el churrasco es exquisito, los restaurantes del Mercado del Puerto una preciosura con folklore incluido”.

Aunque no llega al nivel de aceptación del fútbol, no son pocos los montevideanos aficionados al turf, el emocionante deporte de las carreras de caballos. El Hipódromo de Maroñas está concebido como el principal escenario hípico de Uruguay, situado en el barrio de Ituzaingó. Data de 1889, y en la actualidad se ha convertido en un espacio de entretenimiento frecuentado por familias enteras en el que asistir a las carreras más prestigiosas de la región y ver cómo los pura sangre vuelan por su pista de 2.065 metros. El gran clásico de la temporada es el Gran Premio José Pedro Ramírez, que se disputa desde 1889: hoy en día se disputa cada 6 de enero junto con otros premios de alto nivel, convirtiendo la jornada en la más importante del año. Otra carrera con enorme solera es el Gran Premio Nacional, que tiene lugar durante la primera o segunda semana de noviembre, en función del calendario.

Ubicado en lo que antiguamente fue el Hotel Casino Carrasco, en el barrio del que tomaba el nombre, hablamos de un edificio que plasmó el lujo de esta zona capitalina convirtiéndose en un centro social, cultural, económico y auténtico paradigma de esplendor y distinción durante varias décadas. Fue concebido bajo estilo francés como un balneario para la elite económica de principios de siglo, y desde 1921 se convirtió en símbolo de buen gusto gracias a sus mansardas, a sus escaleras monumentales y a sus espacios interiores lujosamente decorados. Desde el año 2013, el hotel pertenece al grupo Sofitel, que ha logrado revivir el alma de este edificio Patrimonio Nacional para convertirlo en el hotel más lujoso y glamuroso de todo Montevideo. Cuenta con 116 habitaciones, de entre ellas 23 suites, spa y un casino donde divertirse, añadiendo emoción adicional a la estancia. Este casino ofrece, además, una amplia cartelera de espectáculos, excelente gastronomía y todo lo necesario para pasar una tarde o una noche de película.

Estas enormes haciendas diseminadas por el interior del país han llegado a convertirse con el paso de los años en un icono nacional, un verdadero reclamo para visitantes ávidos por empaparse del espíritu de los gauchos, los jinetes de la pradera que representan no pocos iconos uruguayos: hombres llenos de coraje que recorren los campos con sus ponchos y que nunca se separan de su mate y su guitarra. Seguro que tras varios días de inolvidables visitas te apetece un reposo, y es en una de estas estancias donde podrás disfrutar de una experiencia única. En la Estancia La Baguala, por ejemplo, podrás deleitarte con el encanto del campo a orillas del mar. A escasos veinte minutos de la capital, enmarcada en una zona rural de chacras, viñas y bodegas, su incomparable entorno te invita a montar a caballo, a jugar al golf, a hacer senderismo, a relajarte en su spa o a visitar su bodega. Un verdadero hotel de campo.

Ningún uruguayo dudaría en afirmar que el candombe es una de las esencias del país, un símbolo artístico marcado a fuego en la piel de cualquiera de ellos. Estos ritmos tan peculiares están estrechamente conectados con las antiguas raíces afro-uruguayas que datan de mediados del siglo XVIII. El candombe es ante todo una celebración, una llamada al pasado, un espacio de encuentro donde tocar el tambor en marcha, bailar o simplemente escuchar la ejecución acompañando la perpetua procesión. Los domingos y muchos días festivos no te resultará difícil presenciar este espectáculo, muy arraigado en el Barrio Sur, en Palermo y en Cordón, zonas con alta población de origen africano. Dos fechas son importantes cuando hablamos de candombe en Montevideo: por un lado, el 6 de enero los tambores conmemoran el día de San Baltasar, conocido como la 'Llamada de Reyes'; por otro, el primer jueves y viernes de febrero las comparsas protagonizan el 'Desfile de Llamadas', que recorre los tradicionales barrios Sur y Palermo.

Pocos lugares en Montevideo cuentan con tanta personalidad y tanto magnetismo como este recinto inaugurado en febrero de 1944 y ubicado a orillas del Río de la Plata, en las Canteras del Parque Rodó, uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. Gran parte de su encanto se debe a la bóveda del escenario, construida según la tecnología 'cerámica armada', que se inspira en el uso del ladrillo para crear superficies curvas. A lo largo de sus más de setenta años de historia, por las tablas del Teatro Ramón Collazo han desfilado los más grandes artistas nacionales o internacionales, algo que le ha servido para convertirse en un centro destacado dentro de la escena cultural de la capital. Sin embargo, el culmen llega a principios de cada año, al albergar el celebérrimo concurso oficial del carnaval. ¡No te lo puedes perder!

La tradición vinícola en Uruguay viene de lejos; tanto, que una visita a Montevideo sin conocer las numerosas bodegas dispersas por sus alrededores la harían más que incompleta. A pocos kilómetros de la capital es posible paladear vinos tan característicos como el tannat, de carácter intenso, fuerte, ideal para acompañar un buen corte de carne. La región de Canelones, muy cerca de la capital, produce vinos elegantes y muy equilibrados gracias a su clima cálido y a los suelos livianos en los que crecen las vides: bodegas ilustres como Carrau, Marichal, Stagnari o Bouza serán las anfitrionas perfectas para esta inolvidable experiencia. Justo donde nace el Arroyo Melilla, por ejemplo, se ubica la bodega boutique Bouza, ubicada en una de las zonas vinícolas más privilegiadas del hemisferio sur, ofreciendo la posibilidad de adquirir vinos de edición limitada y de asistir a degustaciones de albariño, chardonnay, merlot o tempranillo.

Las noches de la capital transformaron para siempre su magia a finales del año 2009, cuando abrió sus puertas este ya incuestionable emblema de la capital uruguaya. La Sala Zitarrosa es un interesantísimo espacio cultural planeado sobre el antiguo Cine Rex, acondicionado para más de quinientas personas y que cada vez goza de una mayor aceptación gracias a una programación de primera calidad que se renueva periódica y envidiablemente: conciertos de artistas con reconocido prestigio, espectáculos de danza, proyecciones audiovisuales y efemérides culturales que nunca te dejerán indiferente. Su nombre, en homenaje al legendario músico uruguayo Alfredo Zitarrosa, es toda una declaración de intenciones. Ubicada en pleno centro de Montevideo, constituye uno de los símbolos artísticos más queridos de la ciudad.

El tango y el candombe son las dos danzas que marcan el ritmo de los uruguayos, expresiones culturales que forman parte del sentir patrio y de cualquier buen montevideano que se precie. De hecho, ambas han sido reconocidas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El Milongón es uno de esos locales con ambiente intimista, acogedor, que se afanan con ahínco por preservar estos valores, ofreciendo al visitante una lección magistral en clave de cena-show. Mientras disfrutas de una agradable velada, cada noche se rinde un merecido homenaje al tango, que pasó de ser la voz de la clase obrera a ser apreciado a nivel internacional, y a los sonidos afro-uruguayos del candombe, cuando más de treinta artistas ejecutan perfectas danzas folclóricas moviendo su cuerpo sin mesura. Ubicado en el barrio Cordón, es una de las instituciones en la noche capitalina, de visita obligada.

Pocos lugares del planeta viven el fútbol con la misma pasión y devoción que los uruguayos, un deporte que forma parte de la identidad e historia del país. El Estadio Centenario es el gran símbolo deportivo de la capital, un coliseo con capacidad para 80.000 personas construido para conmemorar el centenario de la Constitución y para albergar la Primera Copa Mundial de Fútbol, organizada en Uruguay en 1930. Ha sido declarado por la FIFA como Monumento Histórico del Fútbol Mundial, convirtiéndose en el único estadio del mundo con esa distinción hasta la fecha El emblema del Centenario es la Torre de los Homenajes, que se eleva sobre la Tribuna Olímpica a más de noventa metros y de reconocible estilo art déco. Recientemente ha sido habilitada como mirador. Debajo de la torre se encuentra el Museo del Fútbol, inaugurado en 1975, y en su planta baja se realizan exposiciones temporales.

Sin duda, el templo lirico por excelencia en Uruguay, un edificio que toma su nombre como homenaje al navegante Juan Díaz Solís, descubridor del Río de la Plata. El Teatro Solís es un bello edificio de estilo neoclásico en forma de herradura, símbolo del buen gusto montevideano y santuario de las mejores representaciones culturales de la capital. Fue inaugurado en agosto de 1856 con la famosa ópera Ernani, de Giuseppe Verdi. Desde su reapertura en 1998 tras una larga obra de mantenimiento como consecuencia de un aparatoso incendio, el Solís sigue mantienendo la estructura típica de los teatros líricos, con una platea y cuatro anillos. Es la sede de la Comedia Nacional y de la Orquesta Filarmónica de Montevideo, y cuenta con una programación capaz de deleitar hasta a los paladares más exigentes. También brinda la posibilidad de asistir a exposiciones fotográficas y conferencias, funcionando como centro de investigación y archivo, al tiempo que organiza visitas teatralizadas por las mañanas durante todo el año.

Conocida por defender y promover la identidad uruguaya, esta organización social sin ánimo de lucro da trabajo desde 1968 a mujeres artesanas en zonas rurales del país.
 Manos del Uruguay fusiona cultura y tradición en cada uno de sus tejidos, siempre bajo una ética de trabajo que le ha permitido ser avalada por la Organización Mundial del Comercio Justo. Son las artesanas las propias dueñas de una iniciativa en la que la rueca a pedal ha dado paso a moderna tecnología sin perder la preciada magia de lo artesanal, preservando una calidad sin parangón en productos como ruanas, bufandas, gorros o artesanías realizadas con materiales nobles como la madera, la guampa o el cuero. Cada producto está inspirado en la tradición de los gauchos, de los indígenas, de los paisajes uruguayos, y entre sus clientes cuenta con renombradas marcas como Stella McCartney, Chanel o Marc Jacobs. Dispone de diversos locales repartidos no sólo por Montevideo, también en otras ciudades de Uruguay.

“Es un lugar donde la frescura, el sabor y los colores generan un único lugar de encuentro, donde lo natural y lo saludable abren camino a sentirse bien y reencontrarse con los afectos y sensaciones gratas vividas”. Qué mejor definición que la del propio mercado para hacerse una idea de lo que podrás encontrar en este espacio especializado en la venta de alimentos. El Mercado Agrícola de Montevideo agrupa una amplia variedad de negocios minoristas que aún cuentan con el poso de los mercados tradicionales, con su buen saber hacer: sus 107 locales incluyen fruterías y verdulerías, productos gourmet, artesanías, quesos, fiambres y una magnífica plaza gastronómica, entre otros servicios. Este centenario espacio fue considerado en su día la obra más grande de América Latina en su género gracias a su enorme estructura de hierro de casi seis mil metros, y actualmente es uno de los puntos de referencia para la cocina de cualquier montevideano.

Este gran centro comercial se ubica en el antiguo barrio Punta Brava o de las Carretas y su arquitectura es aún testigo de su historia. Hoy se encuentra en unos de los barrios residenciales de Montevideo, sobre la calle José Ellauri, ubicado estratégicamente a tan solo 14 km del aeropuerto y a 5 km aproximadamente del centro. Conserva aún en su arquitectura rasgos de la antigua cárcel como ser el arco y su fachada exterior. Cuenta con tres plantas y más de 200 locales comerciales entre otros servicios: plaza de comidas, complejo de cines, casas de cambio, área de juegos infantiles. En la explanada exterior se encuentran locales gastronómicos, cafeterías, el teatro de la Candela y la oficina de información turística de la Intendencia. Brinda asesoramiento e información de utilidad para orientar a los visitantes durante su estadía, así como también a los vecinos.

De todos es conocida la intachable trayectoria y tradición literaria de Uruguay, una tierra que ha visto nacer a reconocidos intelectuales y a algunas de las grandes plumas de la literatura latinoamericana. Para rendir tributo a sus grandes escritores, Montevideo alberga emblemáticas librerías, enmarcadas muchas de ellas en edificios donde el tiempo transcurre lentamente, sin prisa. La librería Más Puro Verso, situada en la Peatonal Sarandí, merece una pausada visita por su edificio Pablo Ferrando, una de las joyas arquitectónicas montevideanas. Nada más entrar, te toparás con una gran escalinata y una estupenda vidriera donde se inserta un reloj clásico, pudiendo encontrar en alguna de sus dos plantas exquisitas obras literarias. Linardi y Risso, antigua librería de la Ciudad Vieja, es ideal para encontrar libros latinoamericanos, un lugar de referencia para coleccionistas, investigadores e intelectuales. Y si lo que buscas son libros descatalogados, no te pierdas la Librería Pocho, donde se admite el canje de libros y la compraventa.

La ganadería constituye uno de los principales sectores y sustentos del país, notoriedad que le ha permitido a Uruguay convertirse en uno de los mayores productores y consumidores cárnicos del mundo. No es de extrañar, por tanto, que Montevideo sea el lugar ideal para comprar prendas de piel y todo tipo de artículos de una excelente calidad. Las casas de cuero abundan a lo largo y ancho de la capital, en particular alrededor de la Avenida 18 de Julio y en la Ciudad Vieja, con una oferta casi ilimitada en la que tendrás la oportunidad de llevarte puesto un gran recuerdo de la capital. En tiendas como Pecarí, Giuliana Massilotti, Talabartería Basso, Artes Cueros o factorías como Leather Corner o Montevideo Leather lo difícil será elegir, pues las opciones son abundantes: sombreros. camperas, camisas, pantalones, bolsos, portafolios y todo tipo de accesorios, como materas. ¡El cuero está de moda!

Concebido como uno de los enclaves más peculiares de la capital uruguaya, hablamos de un edificio patrimonial que data del año 1859 y que fue declarado Monumento Histórico Nacional en la década de los setenta. Constituyó uno de los primeros mercados de la ciudad, obra del ingeniero Leopoldo Pelutfo; su construcción, inspirada en el parisino mercado de Les Halles, supuso un gran avance para la ciudad. La entrada principal, por la mítica calle San José, tiene un precioso portal de hierro que culmina con una cúpula con capas superpuestas imitando las escamas de pescado. El edificio, que goza de una segunda juventud desde 1996, mantiene la majestuosidad bajo la cual fue concebido, pero habiendo sabido adaptar su oferta a los nuevos tiempos y gustos. Aquí es posible encontrar comida gourmet, un espacio gastronómico dedicado a las comidas populares y puestos de artesanos que trabajan técnicas tan diversas como la caña, la cestería, la madera o el metal.

No menos llamativa resulta esta feria vecinal, a 5 minutos en coche del centro de la ciudad, una de las tradiciones más arraigadas desde siempre en Montevideo. Los martes y sábados por la mañana es el turno del barrio de Punta Carretas, que se llena de gente gracias a esta típica feria de ropa, si bien hoy en día también existe la posibilidad de encontrar preciosas artesanías, accesorios y puestos de frutas y verduras. Se trata de un evento que te permitirá descubrir un cautivador espacio verde sin olvidar el propósito comercial, el lugar ideal para pasar una agradable mañana sin más preocupaciones que disfrutar del pasatiempo que supone observar, regatear y comprar. Suele durar hasta las cuatro de la tarde. Es fácil llegar hasta la Feria de Villa Biarritz gracias a las numerosas líneas de ómnibus que la conectan con otros puntos de la ciudad.

Montevideo se caracteriza por su innumerable cantidad de ferias. La mayor y más popular tiene lugar los domingos por la mañana sobre la calle Tristán Narvaja y es uno de los paseos típicos de la ciudad. La oferta de artículos es tan amplia y rica como extravagante. Se pueden encontrar libros, discos de pasta, antigüedades, adornos, muebles, mascotas, frutas y verduras, entre otros artículos.

Los tres kilómetros que separan la Plaza Independencia del Obelisco a los Constituyentes situado en el Bulevar Artigas, en pleno barrio de Tres Cruces junto al Parque Battle, conforman el principal eje del Montevideo moderno. En la Avenida 18 de julio confluyen todo tipo de tiendas, tomando pleno sentido esa frase que afirma que sobre gustos no hay nada escrito. Además, también hay aquí amplios espacios para el arte más vanguardista, con galerías que albergan interesantísimas colecciones y exposiciones. Dispone de tantas opciones que no te resultará complicado encontrar lo que buscas. Y si tanta compra te exige un respiro, nada mejor que adentrarse en alguno de los múltiples bares y restaurantes que salpican esta extensa avenida.

Pasear por la calle Sarandí es hacerlo por la principal arteria peatonal de todo Montevideo, forma inmejorable de recorrer una de las zonas más emblemáticas de la ciudad, con múltiples ejemplos de arquitectura reciclada y espacios gastronómicos. No en vano, se erige como el lugar turístico más visitado de la capital. Con un inicio marcado por la Puerta de la Ciudadela, la Peatonal Sarandí fue concebida en 1726 por Pedro Millán para prolongarse hasta la clásica Plaza Matriz. Fue durante décadas el epicentro de la burguesía montevideana y albergó diversos centros financieros y comerciales hasta que en el año 1992 se transformó para recuperar el brillo y esplendor de antaño. Esta calle acoge tiendas de cuero, emblemáticas librerías ubicadas en edificios de estilo art nouveau, joyerías, objetos de colección, ropas de diseño y restaurantes, todo ello en un ambiente desenfadado y pintoresco donde conviven meros transeúntes con artesanos o artistas callejeros que intentan hacernos sonreír.

El Palacio Taranco es un edificio de carácter histórico ubicado frente a la Plaza Zavala en el barrio Ciudad Vieja. Desde 1972 es sede del Museo de artes Decorativas y ocupa la manzana donde se ubicó en la época colonial la Casa de Comedias, el primer teatro que existió en Montevideo y que posteriormente fue el Teatro San Felipe. Los hermanos Félix, José y Hermenegildo Ortiz de Taranco llegaron a Uruguay a finales del siglo XIX, adquirieron el terreno con las ruinas del Teatro San Felipe y encargaron, en 1907, la construcción de su residencia personal a los arquitectos Charles Louis Girault y Jules León Chifflot. Los pisos son de roble trabado estilo Versalles, las bocas de las estufas, columnatas y jardineras son de mármoles de Génova. Todo la decoración interior fue realizada por la Maison Krieger de París y aprobada por los arquitectos. El edificio, resuelto en forma de triángulo, presenta un conjunto de fachadas de estilo ecléctico cercano al Luis XVI. El tratamiento formal del interior se inscribe también dentro del eclecticismo y toma como base elementos decorativos Luis XV y Luis XVI y Regencia. Desarrollado en tres plantas, comprende una planta baja social, una planta alta de uso privado, una terraza, un mirador y un subsuelo de servicios, donde se encontraban salas de gimnasia y saunas. El acceso fue concebido con una elegante rotonda para carruajes en la esquina de las calles 1º de Mayo y 25 de Mayo. En el interior, una escalera de mármol comunica con el vestíbulo y los salones, que incluyen un gran salón principal, el comedor, el salón de fumar, la sala de billar y la biblioteca. La planta alta, destinada a habitación, estaba compuesta por tres apartamentos independientes. El principal, contiguo a la escalinata con una amplia antecámara, y otros dos en conexión directa. El departamento de servicio, integrado por cuatro plantas relacionadas por una escalera, incluía la cocina, dos comedores, lavadero, sala de planchado, baños y seis dormitorios. En 1946 se instaló en el edificio el Ministerio de Educación Publica y en 1972 fue habilitado como Museo de Artes Decorativas. En 1997 se realizó una restauración.

Un viaje a los inicios de la República. Con estas pocas palabras podría definirse este otro emblemático edificio de estilo neoclásico, célebre por las bellas columnas dóricas y jónicas adosadas a su fachada y por su estrecha relación con la historia del país: fue en el interior del Cabildo donde se juró en el año 1830 la primera Constitución, convirtiéndose así en la sede del Poder Legislativo, los Tribunales Superiores de Justicia, la Jefatura de Policía, el Consejo Nacional de Administración y el Ministerio de Relaciones Exteriores. También es conocido como edificio de las Reales Cárceles. Desde 1958 alberga el Museo Histórico Cabildo, un espacio innovador que dinamiza la interacción entre los ámbitos educativos, culturales y artísticos de la ciudad. El museo cuenta con una amplia colección de mapas, monedas, mobiliario, vestuario y accesorios de la época, así como con una estupenda biblioteca. Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1975.

¿Buscas un espacio en el que historia y futuro se den la mano? Entonces no puedes perderte la Posta de la Diligencia, que encarna su fiel espíritu en Montevideo. Ubicada en pleno barrio Paso del Molino, durante años sufrió achaques y graves deterioros, pero los esfuerzos de arquitectos e intelectuales consiguieron preservar este icónico edificio que data de 1860. En la actualidad alberga un importante centro cultural plagado de dinamismo que desarrolla numerosas actividades y visitas guiadas, eventos que persiguen preservar la memoria de antaño, cuando fue epicentro de la cultura capitalina. También llamado Paseo del Hotel, este edificio ha sido testimonio material de los cambios sociales, culturales y políticos que ha ido sufriendo la ciudad. Cruzando la calle podrás contemplar el monumento a la Diligencia, una de las esculturas más emblemáticas del artista uruguayo José Belloni y símbolo de esta zona de Montevideo.

Se trata de la primera iglesia de la ciudad y el principal templo católico de la capital uruguaya; por ello, los montevideanos también la conocen como Iglesia Matriz. De orígenes fundados en la época colonial, es un claro exponente del neoclasicismo español, compuesta por tres naves y crucero con una cúpula sustentada sobre un tambor cilíndrico. Fue en el año 1790 cuando se colocó la primera piedra, marcando así el inicio de un ambicioso proyecto liderado por el arquitecto portugués José Custodio de Saá y Faría y continuado por el español Tomás Toribio. Las obras se prolongaron durante catorce años, pero a lo largo de su historia ha sufrido diversas remodelaciones, siempre preservando su corte neoclásico. Fue en 1878 cuando se declaró Catedral y posteriormente, durante el pontificado de León XIII, cuando recibió el estatus de Basílica Metropolitana. Además de ceremonias religiosas, la Catedral de Montevideo alberga en ocasiones eventos culturales y conciertos corales.

Precioso y céntrico enclave en el que se respira pura historia. Hablamos de la antigua Plaza Mayor de la ciudad, posteriormente bautizada como Plaza de la Constitución por ser aquí donde se juró la Carta Magna de la República del Uruguay el 18 de julio de 1830, todo un símbolo del país. Los vecinos también la conocen como Plaza Matriz, un lugar donde te sentirás un montevideano más observando el vaivén de gentes y disfrutando de uno los rincones más vibrantes de la capital, especialmente los sábados, cuando se instala la feria de antigüedades. Su estudiado diseño permite que varios caminos converjan en una hermosa fuente de mármol con simbología alquímica y masónica, que consta de un estanque circular decorado con cuatro faunos y cuatro niños que representan la esencia e inocencia de la energía, así como de una gran columna de la que surgen tres niveles. Los más curiosos también podrán leer inscripciones conmemorativas de los principales acontecimientos históricos del país.

Símbolo del orgullo patrio y auténtica representación de los valores democráticos del Uruguay, una verdadera joya declarada Monumento Histórico Nacional en el año 1975. Inaugurado el 25 de agosto de 1925 para conmemorar el centenario de la independencia, te sorprenderán su monumental arquitectura neoclásica, sus lujosas dependencias y las innumerables obras de artistas como Pedro Blanes, José Luis Zorrilla o Manuel Rosé, ilustradores fundamentales en la historia del país. Consta de tres grandes naves, de los despachos de los legisladores y de una gran biblioteca que alberga alrededor de 250.000 volúmenes, convirtiéndose así en el segundo caudal bibliográfico del país, únicamente superado por la Biblioteca Nacional. Destaca especialmente el Salón de los Pasos Perdidos, una dependencia señorial forrada de caoba y nogal con un imponente lucernario que ha sido testigo de grandes actos nacionales como la declaración de la poetisa de Juana Ibarbourou como 'Juana de América' y los velatorios de escritores como Mario Benedetti o, más recientemente, del ya añorado Eduardo Galeano.

Pero si hay una construcción que sobresale de entre todas las demás en la Plaza Independencia, ésa es, sin duda, la sede de la Presidencia de la República del Uruguay. La Torre Ejecutiva es un edificio simbólico por suponer un toque moderno en un entorno repleto de edificios clásicos, una especie de contrapunto vigilado alegóricamente por la impasible estatua de Artigas: se trata de una torre vidriada, azulada y de doce niveles que se inauguró en el año 2009 para convertirse en uno de los emblemas de Montevideo. Su alto costo, superior a los veinte millones de dólares, y su proceso de construcción, que se prolongó durante 46 años, periodo durante el cual las obras sufrieron varias detenciones, marcaron de polémica su edificación, pero no cabe duda de que finalmente mereció la pena. Está dividido en dos sectores que ocupan una superficie de casi 30.000 m2 y que acogen oficinas de la administración pública y de organismos internacionales. Son los tres últimos pisos los reservados a la Presidencia.

Este imponente edificio de estilo neoclásico fue construido a instancias del financiero porteño Francisco Candelario Estévez, quien compró la propiedad en 1873 para construirse un palacete con azotea y así poder disfrutar de las vistas del puerto. La casona, de claras influencias dóricas y coloniales, pronto fue adquirida por el gobierno uruguayo tras la quiebra de sus propietarios, convirtiéndola desde 1880 y hasta 1985 en la sede de la Casa de Gobierno. Hoy es posible disfrutar aquí del Museo de la Casa de Gobierno, inaugurado en el año 1999, un ilustrativo recorrido por la historia uruguaya a través de sus presidentes: se trata de un espacio de entrada gratuita que incluye animaciones, videos ilustrativos e innumerables imágenes de archivo, un rincón donde familiziarse con personajes históricos como José Artigas, quien desde 2009 da nombre al edificio. Actualmente, el Palacio Estévez también acoge actos protocolarios como el traspaso de poderes ejecutivos.

A los pies de la Plaza Independencia se alza majestuosa esta solemne construcción de estilo incipiente art déco. Inaugurado entre la década de 1920 y los años 30, el Palacio Salvo representa una clara muestra del apogeo y prosperidad que tuvo la capital a principios del siglo XX, llegando en su momento a instituirse como el edificio más alto de toda Sudamérica gracias a sus 26 plantas y 105 metros de altura. Se construyó a petición de la adinerada familia Salvo para funcionar como hotel, pero no tardó en convertirse en un edificio residencial con una planta baja reservada para comercios. Como curiosidad, cuenta la leyenda que en el interior del palacio habita un fantasma, historia que ha ido pasando de generación en generación: se dice que los hermanos Salvo sufrieron todo tipo de desgracias, señalándose incluso que quien vaga es la sombra de don José Salvo, atropellado por un coche en un accidente supuestamente organizado por su humilde yerno, deseoso de quedarse con su fortuna.

Presidida por una imponente escultura ecuestre en honor al prócer y héroe nacional José Gervasio Artigas, cuyo mausoleo subterráneo se puede visitar al descender por unas escaleras, esta plaza se alza como corazón de la capital. Fue sede de actos públicos oficiales desde finales del siglo XIX, y hoy en día se ha convertido en un lugar de paso ineludible para cualquier visitante; además, es punto de encuentro para todo tipo de celebraciones. Envuelta de 33 palmeras, como los orientales que desembarcaron en la Playa de la Agraciada en 1825 -en la etapa final de la independencia-, se erige como un incuestionable ejemplo de la transformación de Montevideo tras la demolición de las fortificaciones coloniales, dejando paso a una ciudad abierta. Fue diseñada en 1837 por el arquitecto italiano Carlo Zucchi, respondiendo al estilo de plaza laudatoria. La Plaza Independencia supone el inicio de la principal arteria de la ciudad, la Avenida 18 de julio, que concentra a su alrededor algunos de los principales monumentos y construcciones de la capital uruguaya.

“Al sur, al sur, está quieta esperando Montevideo” escribió el genial escritor y poeta charrúa Mario Benedetti. Esa sensación de calma, de sosiego, contagia al visitante que se adentra en el casco histórico de la capital uruguaya. La Ciudad Vieja sigue conservando marcados vestigios de su pasado colonial: la Ciudadela, símbolo de la fortificación española y enclave militar, fue construida a mediados del siglo XVII y su perímetro lo conformaban gruesos muros de piedra rodeados por fosos. Su puerta conectaba el pequeño fuerte con la ciudad colonial mediante una zanja y un puente levadizo, siendo posible observar aún actualmente las ranuras que servían de anclaje a la cadena que sostenían el puente. Este monumento es el símbolo de la antigua fortificación, demolida totalmente en 1879. Situada entre la Plaza Independencia y la calle Peatonal Sarandí, conecta en nuestros días la Ciudad Vieja con el centro de Montevideo.

En Plaza Cagancha y en la peatonal Pérez Castellano esquina Piedras (casco histórico) se encuentra el mercado de artesanos. Poseen gran variedad de piezas y productos artesanales como cuero, mates, cerámica, madera, joyería, platería, orfebrería, escultura, instrumentos de música, percusión, dibujo, entre otros. Sus artesanías representan la cultura nacional y es ideal para comprar regalos y souvenirs.

Inaugurado en 1985, fue el primer shopping center del Río de la Plata. Fue una obra realizada por los arquitectos Enrique Cohe, Gómez Platero y la estructura por el ingeniero Eladio Dieste. Se trata de una obra realizada con ladrillos bajo una técnica que permite crear grandes obras civiles con un material económico. El centro del techo está formado por una serie de 30 bóvedas de doble curvatura, con lucernarios y sin tensores. Las bóvedas están construidas en ladrillos huecos.

Es el último pueblo de Montevideo. Se sitúa sobre la desembocadura del río Santa Lucía en el Río de la Plata y cuenta con un puerto de embarcaciones deportivas y pista de regatas. En los alrededores se encuentra el Parque Lecocq y los Humedales de Santa Lucía, humedales salinos costeros, por lo que toda esta zona es un centro ecológico natural, con costas, bañados y montes indígenas integrado al Sistema Nacional de Áreas Protegidas.

Uruguay se distingue por estar en una posición geográfica privilegiada para la producción de vinos finos de distintas variedades. En Montevideo hay más de 40 bodegas registradas en el Instituto Nacional de Vitivinicultura, en su mayoría de carácter familiar. Además de la producción varias bodegas se dedican al enoturismo, abriendo sus puertas a turistas de todo el mundo. Si bien se producen diferentes cepas, muchas de ellas premiadas internacionalmente, la variedad insignia del Uruguay es el tannat, vino varietal con el cual se inició la producción comercial y con volúmenes de elaboración que superan su lugar de origen. A lo largo del año las bodegas invitan a celebrar distintas fiestas tradicionales: en marzo a través de la Fiesta de la Vendimia para experimentar la cosecha y pisada de la uva. En invierno, entre mayo y junio, se desarrolla el festival del Cordero y el tannat, un clásico maridaje, o la fiesta de San Juan, con grandes fogatas y vino caliente.

Lugares donde se combina la comida, la música, la cultura, las historias y los viajes a través de los sabores. Estos mercados fueron creados para escapar de la rutina y salir de casa, pasear bajo techo, tomar algo o degustar de las comidas clásicas y locales, de las opciones de alimentación saludable y natural o de los platos típicos de otras latitudes. Además, los mercados gastronómicos son una tendencia que sigue creciendo en la ciudad y aportan un condimento especial a las tardes y noches montevideanas: congregar a diferentes generaciones en un mismo espacio. Algunos de ellos son: Mercado del Puerto, Mercado Agrícola, Mercado Ferrando, Siam, Williman, Mercado del Inmigrante, Obra Mercado, Mercado Prado, Mercado Central o el Mercado Arocena.

El Auditorio se ha convertido en referencia para la cultura nacional y regional. Inaugurado oficialmente el 21 de noviembre de 2009, hoy es el espacio que alberga a los cuerpos artísticos del Sodre: el BNS Ballet Nacional, la Orquesta Sinfónica, la Orquesta Juvenil, el Coro Nacional, el Conjunto de Cámara y el Coro Nacional de Niños.

Se encuentra ubicado en el Hotel Casino Carrasco y te invita a disfrutar de una excelente propuesta de entretenimiento. La sala cuenta con un amplio parque de slots, ruleta electrónica y mesas de paño, Black Jack, Atlantic Póker, Craps, Big Six y más. Sus instalaciones ofrecen estacionamiento gratuito para todos sus clientes, sala de fumadores y El Bar con variadas propuestas gastronómicas y shows en vivo.

Gestiona bajo normas internacionales un acervo que contiene imágenes de los siglos XIX, XX y XXI, en permanente ampliación y con énfasis en la ciudad de Montevideo. Además, posee un espacio para la investigación y generación de conocimiento sobre la fotografía en sus múltiples vertientes. Muchos espacios de Montevideo cuentan con fotogalería, exposiciones a cielo abierto, que invitan a descubrir la ciudad de una manera única para conocer su historia e identidad de los uruguayos.

Aunque no llega al nivel de aceptación del fútbol, no son pocos los montevideanos aficionados al turf, el emocionante deporte de las carreras de caballos. El Hipódromo de Maroñas está concebido como el principal escenario hípico de Uruguay, situado en el barrio de Ituzaingó. Data de 1889, y en la actualidad se ha convertido en un espacio de entretenimiento frecuentado por familias enteras en el que asistir a las carreras más prestigiosas de la región y ver cómo los pura sangre vuelan por su pista de 2.065 metros. El gran clásico de la temporada es el Gran Premio José Pedro Ramírez, que se disputa desde 1889: hoy en día se disputa cada 6 de enero junto con otros premios de alto nivel, convirtiendo la jornada en la más importante del año. Otra carrera con enorme solera es el Gran Premio Nacional, que tiene lugar durante la primera o segunda semana de noviembre, en función del calendario.

En la cima del edificio de la Intendencia de Montevideo, a casi 80 metros de altura, se encuentra el Mirador Panorámico, donde se puede observar gran parte de la ciudad. En este espacio el visitante encontrará una cafetería con productos artesanales, así como un espacio de venta de souvenirs. También se comercializan libros, fotografías, latas, relojes, tubos y cámaras de juguetes elaborados por el Centro de Fotografía.

Se trata de un circuito autoguiado por lugares icónicos de la capital uruguaya. A través de 16 tótems geolocalizados, ubicados en teatros, monumentos y locaciones importantes que han tenido que ver con la trayectoria de la artista, se podrá acceder a una plataforma donde se cuentan fragmentos de su vida y obra. Un nuevo motivo para visitar Montevideo y su acervo cultural: www.chinazorrilla.uy