Guía turística: qué hacer y ver en San José de Costa Rica

Que los comerciantes callejeros costarricenses no son tan agobiantes como los de muchos otros países latinoamericanos queda contrastado tras darse una vuelta por La Casona. Este espacio es, en realidad, una especie de mercadillo que aglutina varias decenas de pequeños comercios especializados en la venta de artesanía procedente de todos los países de Centroamérica. Se trata de un lugar muy agradable para pasear y curiosear, y su oferta está formada por numerosas piezas de bisutería, cajas de madera y productos textiles. Por ejemplo, es posible adquirir mochilas y colchas guatemaltecas, al igual que hamacas de El Salvador, molas de los indios panameños o cerámica tradicional nicaragüense. Eso sí, conviene tener en cuenta que tanto la calidad como los precios varían mucho de unos puestos a otros, por lo que podrás encontrarte prácticamente de todo. Abre todos los días de 9:00 a 19:00 horas.

Si quieres sumergirte en la cultura indígena costarricense y descubrir su artesanía, no dejes de visitar esta interesante galería, situada en la avenida 7, entre las calles 5 y 7. En su interior es posible observar todo tipo de obras de arte y objetos de decoración, ya que es la única galería especializada en el arte de ocho tribus indígenas del país. Regentada por Aisling French y su hijo Conall, es el lugar perfecto para hacer una compra informada, conociendo la historia que hay detrás de cada pieza y a un precio justo. Los objetos más interesantes son las máscaras ceremoniales de los borucas, las piraguas de los bribris, las muñecas de los guaymíes, las cerámicas de los chorotegas, las esculturas de los huetares y las mantas de los guatusos. También hay espacio para las obras de jóvenes artistas urbanos. Y si en tu visita a la galería no te decides, ¡también venden online!.

El barrio de Escazú se encuentra al oeste del casco histórico de la ciudad, a poco más de 8 kilómetros. Uno de los principales atractivos de esta zona es el salón de exposición y ventas de Artesanía Biesanz (www.biesanz.com), donde pueden contemplarse (y adquirirse) numerosos objetos de artesanía. Destacan los productos elaborados con madera, cuyo precio depende de su forma y, sobre todo, de su tamaño. Se trata de piezas únicas, entre las que destacan los cuencos y recipientes de decoración, aunque con unos precios bastante elevados. Además de hacerte con algún que otro souvenir, tendrás la oportunidad de visitar el taller, donde te explicarán el proceso seguido por los artesanos para seleccionar, curar y preparar la madera antes de pasar a su tallado, que suele realizarse varios años más tarde. Por si esto fuera poco, el complejo está rodeado de un lago, un vivero de maderas locales y un jardín botánico.

El Mercado Central no es el único espacio abierto al que uno puede dirigirse para adquirir la amplia variedad de frutas y verduras costarricenses: otro destino especializado en la venta de estos productos es el Mercado del antiguo Registro Civil, en pleno centro de la ciudad. Allí, los puestos hortofrutícolas comparten espacio con las tiendas de bisutería, y cuenta también con numerosos merenderos en los que degustar los bienes recién adquiridos. También es muy conocido el Mercado Borbón, en la calle y entre las avenidas 3 y 5, con una excelsa variedad de fruta tropical: marañón, zapote, carambola, pejivaye, maracuyá, guayaba, mango, papaya, guanábana, aguacate o carambola, entre otras variedades. Finalmente, conviene hacer mención al Mercado Paso de la Vaca, ubicado en la avenida 7 y calle 2, cuyas instalaciones de venta de frutas y verduras han sido recientemente renovadas.

Los amantes de la literatura tienen en la avenida Central de San José el punto idóneo para hacerse con todo tipo de títulos nacionales e internacionales. Se trata de una zona peatonal en la que se encuentran algunas de las librerías más populares de la capital. Suelen estar especialmente concurridas las de la cadena San Pedro, que cuenta con sucursales tanto en esta avenida como en la zona del campus universitario. Otra alternativa es la librería Universal, situada en la avenida Central con las calles Central y 1. Este establecimiento dedica prácticamente una planta entera a los libros dedicados a Costa Rica, incluyendo guías turísticas, cartografía y muchas otras temáticas. Por su parte, los aficionados a las novelas y los cómics deberán dirigirse al centro comercial Omni, en la avenida 1 y las calles 3 a 5, donde podrá ojear la interesante oferta de Mora Books.

A unos cinco kilómetros al noreste del centro de San José se encuentra el suburbio de Guadalupe, famoso por el mercadillo agrícola que acoge cada sábado por la mañana. Para llegar hasta allí basta con tomar un taxi o el autobús con destino Moravia, cuya parada se encuentra en el cruce de la calle 3 con la avenida 3. En este gran mercado de frutas y verduras, los agricultores de la zona venden directamente sus productos a la población josefina en medio de un ambiente alegre y muy colorido. Al no intervenir intermediario alguno, los precios son aquí mucho más asequibles que en cualquier otra tienda frutícola de la capital y con una calidad muy superior. Si tienes tiempo y ganas, tal vez te interese acercarte después hasta la barriada de Moravia, donde podrás adquirir diferentes productos de artesanía como pieles y objetos de madera.

Es el centro comercial más famoso de San José Costa Rica y alberga en su interior un importante número de tiendas, restaurantes, bares y discotecas. Si se quiere, uno puede pasar allí el día entero perfectamente, sobre todo, si antes se da una vuelta por el zoológico, situado prácticamente al lado. Por todo ello, se trata de uno de los lugares más concurridos por los turistas que visitan la capital costarricense, aunque también es un lugar muy transitado por la población local, que acude allí a comprar, comer, beber y bailar. Su peculiar arquitectura incluye numerosas construcciones estilo adobe, así como fachadas pintadas de blanco y unas grandes escaleras de madera oscura similares a las que se utilizaban durante la época colonial. En su interior pueden encontrarse todo tipo de comercios, incluidos algunos de productos de artesanía. Eso sí, bastante más caros que en otros puntos de la ciudad.

San José puede ser es uno de los destinos ideales para comprar productos de artesanía costarricense, siempre y cuando a uno no le importe rascarse demasiado el bolsillo. Y es que la capital alberga un gran número de tiendas de recuerdos, pero sus precios son muy elevados si se comparan con los de otras partes del país. Los productos habituales de este tipo de comercios son réplicas de la bisutería de oro precolombina, licores costarricenses, prendas de vestir con imágenes de animales y escenas de la selva, productos de cuero, bastones, hamacas y, en general, todo tipo de tallados de madera, desde serpientes hasta bastones, pasando por miniaturas de escenas rurales. Tal vez el mejor lugar al que dirigirse para hacerse con estos objetos sea el Mercado Callejero de Artesanía, situado en la Plaza de la Democracia. Allí encontrarás productos típicos costarricenses, pero también de otros países latinoamericanos, como los populares jerseys ecuatorianos.

Joaquín García Monge fue un artista, intelectual, editor y activista político, entre otras muchas cosas, que llegó a dirigir tanto el Ministerio de Cultura de Costa Rica como la Biblioteca Nacional. Tal fue su actividad cultural y artística que en 1989 se creó este centro cultural, muy próximo a uno de los costados del Parque de los Desamparados, con el que se le rinde homenaje. Se ubica en una vieja casona del siglo XIX que luce unas enormes ventanas de estilo colonial y que fue restaurada para la instalación de este centro, activo desde 1989. En su interior se exponen objetos personales y obras literarias de Don Joaquín García, y se celebran actividades artísticas, conferencias, talleres y clases de pintura. Como antesala a la exhibición, hay un amplio muestrario de fotografías de personalidades provenientes de los distintos distritos, que fueron escogidas por los propios miembros del cantón por su desempeño y relevancia. Un centro que rinde tributo a una comunidad y que puede visitarse de lunes a viernes de forma gratuita de 12:00 a 16:00 horas.

La Gran Logia Masónica de Costa Rica, nacida en 1899, es la principal organización de la masonería regular del país y la primera de América Central. El Museo Masónico Rafael Obregón Loría recoge en su interior un exhaustivo repaso de las corrientes históricas y políticas nacidas en Europa durante la primera mitad del siglo XIX que, con fuerza, se instauraron en Latinoamérica durante su segunda mitad. Recibe su nombre del profesor Rafael Obregón Loría: fundador del centro, un gran estudioso de la historia de Costa Rica y, además, Gran Maestro de la Logia Masónica del país. Situado en la Avenida Central de San José, expone documentos relacionados con las sociedades secretas liberales y el importante papel que estas jugaron a partir de 1870, cuando se inició en Costa Rica una profunda reestructuración del Estado. También conviene fijarse en el óleo que representa la figura de un miembro del obispado costarricense, con numerosos signos masónicos.

El MAC es uno de los museos más importantes de artes plásticas del país, además de ser en sí mismo un edificio arquitectónico de gran interés que albergó la torre de control del primer aeropuerto internacional de Costa Rica. De estilo neoclásico —construido en los años 30—, se encuentra en uno de los extremos del enorme Parque Metropolitano La Sabana y, tras una remodelación, fue declarado patrimonio de valor histórico-arquitectónico en 1986. El MAC alberga en su interior más de 6.000 obras de pintura, escultura y fotografía de autores nacionales e internacionales que han desarrollado su labor artística desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días. Conviene no perderse el espectacular mural que preside el Salón Dorado y el Jardín de las Esculturas, inaugurado en 2003 para exponer las obras de los escultores costarricenses.

El Museo de Numismática forma parte de las colecciones que alberga el Banco Central de Costa Rica en su labor de preservación, investigación y divulgación del patrimonio arqueológico, numismático y artístico nacional. Ubicado en la Plaza de la Cultura y en el mismo edificio que el Museo de Oro Precolombino, dedica su espacio más importante a la exhibición permanente titulada Del Real al Colón: Historia de la Moneda en Costa Rica. A través de 300 objetos repasa cronológicamente la historia de las monedas nacionales comenzando por el Real y concluyendo por el actual Colón. En las cinco áreas temáticas en las que está dividido el museo se exponen más de 5.000 objetos que constituyen una de las mejores colecciones numismáticas de Centroamérica. Visítalo todos los días de 9:15 a 16:30 horas.

Los Museos del Banco Central, en general, y su sala del Museo del Oro Precolombino, en particular, son una forma excelente de acercarse a la historia de los pueblos de Costa Rica y de comprender su identidad. Ubicado en la Plaza de la Cultura y en el mismo edificio que el Museo de Numismática, el Museo del Oro Precolombino propone un recorrido en el tiempo a través de siete unidades temáticas como la migración, la cosmovisión ancestral de los indígenas y su relación con la naturaleza y la conquista, entre otras. Los objetos que se exhiben en este museo —y que son solo una muestra de un acervo de más de 1.500 piezas— presentan el oro como principal protagonista, aunque también hay espacio para otros materiales como la cerámica. Si quieres profundizar, no te pierdas un documental emitido en la sala audiovisual del museo con testimonios de indígenas acerca de su visión de la territorialidad, el idioma, las costumbres y el desarrollo productivo. El museo permanece abierto de lunes a domingo de 9:15 a 16:30 horas.

Situado en el parque La Sabana, el museo de La Salle ofrece una visita única en su icónica institución de raíces españolas. Su fundador fue el hermano Eduardo Fernández Bárcena, un religioso burgalés que en 1960 decidió reunir y exhibir los trabajos de ciencias naturales elaborados por los alumnos de secundaria del colegio La Salle. Años más tarde, el museo comenzó a recibir aves exóticas procedentes de todos los rincones del mundo en forma de donaciones, lo que obligó a ir ampliando sucesivamente las instalaciones hasta los más de 2.400 metros cuadrados actuales. Hoy este enorme espacio da cobijo a más de 70.000 piezas de gran valor científico —paleontológico, arqueológico y mineral—. Destacan en la colección una interesante muestra de mariposas y el esqueleto de un gigantesco dinosaurio que fascinará a niños y a adultos. Puedes visitarlo de martes a sábado, de 8:00 a 16:00 horas, y los domingos de 9:00 a 17:00 horas. Los lunes permanece cerrado.

El Museo Nacional de Costa Rica está dentro del Cuartel Bellavista, declarado patrimonio histórico-arquitectónico nacional y parte de un conjunto que incluye las casas donde habitaban los comandantes del ejército con sus familias. Este museo se ha convertido en una de las instituciones culturales más importantes del país gracias a su labor en el estudio, protección, conservación y difusión del patrimonio costarricense. Cuenta con varias exposiciones permanentes, entre las que destacan la del Oro indígena, la de la Casa colonial y la Precolombina, además de otras temporales y visuales. En ellas se muestran obras y objetos de las épocas precolombina y colonial e incluso se recrea una vivienda típica del periodo de dominación española y una sala que recuerda la vida de los pueblos indígenas que trabajaban el oro. El museo dedica también un amplio espacio a la flora y la fauna costarricenses, con multitud de fósiles y minerales. Puede visitarse de martes a sábado de 8:30 a 16:30 horas y los domingos de 9:00 a 16:30 horas.

El Edificio Central de Correos y Telégrafos de Costa Rica es todo un emblema de la ciudad de San José. De estilo neorrenacentista, data de 1917 y alberga la sede principal de la empresa de Correos de Costa Rica y la casa del Museo Postal, Telegráfico y Filatélico. Este último, que se inauguró en 1985 con el fin de divulgar y exhibir los bienes patrimoniales de Correos, recoge una amplia colección filatélica y repasa la historia del correo en Costa Rica, desde las primitivas piedras hasta los actuales e-mails. También se exhiben fotografías de empleados, numerosos sellos y estampillas, así como antiguos teléfonos de magneto, casilleros de apartados postales y equipos telegráficos. Al espacio acuden coleccionistas a los que se les ofrece formación y asesoramiento, turistas curiosos y alumnos de colegios atraídos por sus actividades lúdicas —jugar a ser cartero, dibujar sellos o montar puzzles de estampillas—. Visítalo en su horario de lunes a jueves, de 8:00 a 17:00 horas.

Este espacio de exposiciones, considerada una de las instituciones más importantes del país por su papel en la difusión del arte, está situado, al igual que el Museo de los Niños, en el Centro Costarricense de Ciencia y Cultura, en el cruce de la calle 4 con la avenida 15. El edificio fue durante décadas una antigua cárcel, razón por la que se le conoce popularmente como la Peni —de penitenciaría—. En la actualidad, sus celdas hacen las veces de salas de exhibición de la Galería Nacional, cuya inauguración tuvo lugar en 1994. Un gran espacio destinado a la promoción de las artes visuales, con 14 salas en las que se celebran cinco exhibiciones mensuales, aunque también se ofrecen programas individuales y colectivos sobre pintura, escultura, fotografía y arte digital. Incluye obras de artistas nacionales e internacionales y es sede de certámenes tan destacados como las bienales de Artes Visuales de Costa Rica —Bienarte— o de Diseño del Objeto de Centroamérica y el Caribe. Abre de martes a domingo de 9:00 a 14:00 horas.

Seguramente sepas que el jade es una piedra semipreciosa muy valorada por sus cualidades ya desde las civilizaciones ancestrales. Pero, si quieres profundizar en su historia —que relaciona tecnología, economía y cultura—, tienes que visitar este museo, sin duda, uno de los más interesantes de San José. Perteneciente al Instituto Nacional de Seguros (INS), el Museo del Jade y de la Cultura Precolombina —también llamado Museo del Jade—, busca desde su inauguración en 1977 divulgar la cosmovisión de la cultura precolombina y su relación simbólica con el entorno ambiental. Entre sus objetivos también figuran el fomento del estudio de la arqueología, la conservación del patrimonio cultural y artístico del país, así como el impulso de las artes plásticas. Además de albergar la más extensa colección de jade americano de todo el mundo, compuesta por unas 7.000 piezas, cuenta con varias salas de exposiciones temporales en las que se exhiben obras relacionadas con este material. Puede visitarse de lunes a domingo de 8:00 a 17:00 horas y se encuentra en la avenida Central de San José a la altura de la calle 13.

Este museo de San José de Costa Rica está situado en el cruce de la calle 15 con la avenida 3, en el interior del Centro Nacional de la Cultura (CENAC). Se trata del histórico edificio que albergó entre 1856 y 1994 la sede de la Fábrica Nacional de Licores, en cuyo costado oeste se erige la Biblioteca Nacional —una mezcla curiosa—. En la actualidad, este enorme complejo cuenta con cuatro salas para exposiciones temporales, un gran espacio exterior para acoger performances e instalaciones, y El Tanque, que es un antiguo búnker de la fábrica de licores utilizado ahora como laboratorio de ideas. El museo exhibe un importante número de obras de arte contemporáneo de artistas nacionales e internacionales. Sus cerca de 1.200 metros cuadrados incluyen también un centro de documentación, una videoteca y una tienda. El horario de visitas de la sala de exposiciones es de martes a sábado, de 9:30 a 16:55 horas.

A ambos lados de la avenida Central de San José de Costa Rica se extienden los barrios de Los Yoses y La California que constituyen una visita obligada para cualquier amante de la arquitectura. El barrio de Los Yoses es una suerte de museo al aire libre formado por edificios modernos. En sus calles encontrarás viviendas residenciales, pero también embajadas extranjeras y algún que otro hotel. Casi todas las edificaciones son del siglo XX y de un estilo marcadamente internacional con claras influencias de Estados Unidos y de Europa. Un buen ejemplo es la casa diseñada en 1953 por el artista local Enrique Maroto, que destaca por su perfecta integración con la naturaleza, o la más reciente Embajada de Chile. No menos atractivas son las viviendas, algunas de estilo Art Decó, que pueden contemplarse en La California, una zona eminentemente residencial que tiene su continuación en los barrios de Escalante y Dent, con los que prácticamente se confunde. Además, esta zona goza de una animada vida nocturna.

Tras los parques de España y Morazán se extienden, colina arriba, estos dos barrios de la capital de Costa Rica. Ambos albergan una gran cantidad de edificios de carácter histórico que constituyen una suerte de museos al aire libre. A lo largo de sus extensas calles se suceden las lujosas mansiones victorianas, neoclásicas, eclécticas o neomudéjares que en su día pertenecieron a familias de oligarcas y otros miembros de la vieja aristocracia costarricense. Estas viviendas rompían con la construcción colonial tradicional que predominaba a finales del siglo XIX en San José. Cuando su época de esplendor quedó atrás, casi todos estos edificios cayeron en un preocupante estado de abandono, pero durante los últimos años se han presentado distintos planes de rehabilitación, protección patrimonial y revitalización turística. La sede de la Alianza Francesa, de estilo neoclásico; la Casa Verde, victoriana; o el Castillo del Moro, que recuerda a una pequeña fortaleza mudéjar, todos ellos en Amón, son algunos de sus grandes emblemas.

Se trata de uno de los lugares más atractivos de la capital costarricense. Hasta el siglo XIX, en esta parte de la ciudad solo había un pequeño lago conocido como el pozo de Villanueva. Fue entonces cuando las autoridades locales decidieron desecarlo y cimentarlo, aprobando en 1887 un ambicioso proyecto arquitectónico llamado inicialmente Plaza La Laguna que derivó en la construcción de este gran espacio verde. Está situado prácticamente al lado del Parque de España, en la esquina de la avenida 3 con la calle 7, en pleno distrito de Carmen. Entre sus principales atractivos figuran el archiconocido Templo de la Música, declarado Patrimonio Histórico Arquitectónico y diseñado como una réplica casi exacta del Templo del Amor y la Música del Palacio de Versalles. En él se celebran todo tipo de actos y conciertos. Además, el parque acoge otros monumentos y bustos que homenajean a figuras representativas de la historia de Sudamérica. El conjunto, que combina la tradición de las construcciones del parque con la modernidad de algunos edificios aledaños como el Hotel Aurola Holiday Inn, no puede faltar en el itinerario de ningún visitante.

Uno de los puntos neurálgicos de la ciudad de San José de Costa Rica es el Parque Central, lugar habitual para coger un taxi o un autobús rumbo a cualquier otro punto de la capital. Situado en las avenidas 2 y 4 —entre las calles 1 y 2—, está rodeado por la Catedral Metropolitana y el Teatro Popular Melico Salazar. Hasta los primeros años del siglo XX estuvo acotado por una enorme verja que rodeaba la fuente instalada en su interior y que había sido traída expresamente desde Reino Unido en 1868. En la actualidad, se trata de un espacio totalmente abierto y muy concurrido por los costarricenses a lo largo del día. Alberga varios monumentos y placas conmemorativas, numerosas casas de cambio y alguna que otra oficina bancaria. Sus tupidos árboles y altas palmeras dan sombra a los viandantes.

Esta agradable zona verde está situada entre las avenidas 3 y 7 y las calles 9 y 11, justo al lado del Instituto Nacional de Seguros (INS), el Centro Nacional de Cultura (CENAC) y el Edificio Metálico, sede de la Escuela Buenaventura Corrales Bermúdez. Es habitual encontrarse en esta parte de la capital con improvisadas actuaciones de artistas que amenizan la visita con música en directo. Además, el parque alberga gran cantidad de árboles de grandes dimensiones que comparten espacio con los bambúes más altos que pueden encontrarse en San José. Por todo ello, pasear por aquí es como hacerlo, salvando las distancias, por la selva tropical costarricense. De hecho, la tranquilidad solo se rompe por las tardes, cuando se empieza a escuchar el canto de los pájaros. Completan el conjunto una fuente situada junto a la entrada y una estatua en honor al conquistador español Juan Vázquez de Coronado.

Este interesante espacio abierto se erige al este del centro —entre las calles 13 y 15 de las avenidas Central y 2—, muy cerca del Parque Nacional o los Tribunales de Justicia. Reinaugurado en 2009 tras ser objeto de una profunda remodelación, su origen se remonta a 1989, cuando se convirtió en uno de los enclaves más interesantes del casco histórico para disfrutar de unas espectaculares vistas sobre las montañas que rodean la capital costarricense. Tras el proceso de embellecimiento, se ha vinculado fuertemente al arte, en parte porque está conectado mediante escaleras —la plaza parece emular a una pirámide azteca— con el Museo Nacional, situado en el contiguo cuartel militar de Bellavista. Además, los artistas que exponen sus obras en este espacio tienen la posibilidad de realizar diferentes actividades en la plaza con el objetivo de atraer a un mayor número de visitantes. En sus alrededores se encuentra también el conjunto de la Asamblea Legislativa, donde está el emblemático Castillo Azul.

Uno de los principales símbolos del centro de San José de Costa Rica es este sombreado espacio verde situado entre las calles 15 y 19 y las avenidas 1 y 3. Destacan en su interior las largas hileras de palmeras que comparten espacio con otras enormes especies arbóreas y que crean el lugar perfecto para pasear o relajarse. Durante años se consideró un punto bastante peligroso por la abundancia de robos, pero esta situación cambió tras la instalación de numerosos puntos de luz. Hoy es un lugar muy transitado por el día, entre otras cosas porque alberga el Monumento Nacional y está rodeado de algunos de los edificios más representativos de la capital costarricense, como la Biblioteca Nacional, el Centro Nacional de la Cultura (CENAC) o la Asamblea Legislativa.

Situada entre las calles 3 y 5 y las avenidas Central y 2, es una de las plazas abiertas con mayor afluencia de gente gracias a su gran superficie y a sus fuentes, zonas verdes y distintos niveles. Además, alberga los Museos del Banco Central de Costa Rica —Museo del Oro Precolombino y Museo de Numismática— dentro de una gran estructura subterránea. En esta plaza se encuentran también el Teatro Nacional y el Gran Hotel Costa Rica. Su construcción comenzó en 1977 y se completó en 1982, y de su diseño se encargaron los arquitectos nacionales Jorge Bertheau, Jorge Borbón y Edgar Vargas, que quisieron, a través del proyecto, devolver al Teatro Nacional su relevancia cultural y arquitectónica, además de ofrecer a los ciudadanos un espacio para el disfrute. Décadas más tarde, entre 1996 y 1997, fue remodelada por Ibo Bonilla, que sustituyó el estilo internacional, gris y sobrio, por una estética más propia de un país tropical, con tonos arcilla, especies de árboles autóctonas y otros guiños a la cultura nacional. En la actualidad, este espacio se ha convertido en un lugar muy relevante, con un gran valor simbólico que da carácter al centro de la ciudad.

Si visitas San José, es más que probable que en tu estancia seas una de las, aproximadamente, 40.000 personas que cada semana atraviesan este enorme vergel de más de 72 hectáreas situado en el extremo oeste del Paseo Colón. Sus atractivos son muchos. En primer lugar, alberga el Museo de Arte Costarricense, el Museo de Ciencias Naturales La Salle y el Estadio Nacional. Además, en él es posible contemplar una gran variedad de árboles —eucaliptos, cipreses y pinos— y animales —patos, gansos, tortugas o iguanas—. Por todo ello, es considerado el parque más importante de la capital y el lugar preferido por los locales para hacer ejercicio en sus instalaciones deportivas, pasear junto a la enorme laguna situada en su interior o disfrutar de un día de picnic.

Costa Rica constituye un auténtico paraíso natural que incluye un buen número de atractivos vegetales y animales. Entre estos últimos destacan las mariposas, muy abundantes en las selvas tropicales costarricenses, pero también en esta parte de la capital. Este jardín es, en realidad, una pequeña parcela repleta de plantas, situada justo enfrente del centro comercial El Pueblo, a unos veinte minutos caminando desde el casco histórico. Se trata de un lugar ideal para pasear tranquilamente, relajarse y disfrutar de las mariposas en su hábitat natural. Además, este lugar da trabajo a muchas familias campesinas que, en diferentes aldeas del país, se encargan de cultivar las plantas de las que más tarde se alimentan estos coloridos insectos. La visita se puede completar tomando un café en el pequeño establecimiento situado en el parque, cuyo horario de visitas se extiende desde las 8:00 hasta las 16:00 horas.

En Costa Rica, los restaurantes más populares (equivalentes a lo que serían los restaurantes españoles con raciones y menú del día) se conocen con el nombre de ‘sodas’. Los encontrarás por cualquier rincón de San José y casi todos tienen un par de cosas en común. En primer lugar, que son bastante económicos, ya que se puede comer en ellos por menos de 5 euros. Se trata de locales especializados fundamentalmente en la comida popular costarricense, como el arroz, frijoles, alguna que otra carne, tortillas de maíz y poquita cosa más. Además, todos estos platos suelen acompañarse con bebidas frescas, entre las que destacan los batidos de frutas naturales rebajados con agua. Entre las ‘sodas’ más famosas de la capital figura La Embajada, situada entre la calle 1 y la avenida 1. Una de sus especialidades es el arroz con pollo, acompañado principalmente de cerveza.

Aunque lo mejor para degustar la gastronomía tradicional costarricense es acudir a cualquiera de las cantinas y restaurantes ubicados en las zonas rurales, en San José también hay un buen número de establecimientos hosteleros que te permitirán hacerte una idea bastante aproximada del sabor de los platos más típicos del país. Se trata, en general, de restaurantes y tabernas bastante asequibles desde el punto de vista económico. Uno de los más populares es La Botija, situado en la calle 3, muy cerquita de la iglesia de San Sebastián. En este colorido y coqueto local podrás degustar todo tipo de especialidades tradicionales costarricenses, como la olla de carne, la sopa negra, los tamales, los chicharrones o la sopa de mondongo. Otras alternativas no menos recomendables son Las Candilejas, en la avenida 4, o el restaurante Poás, en la avenida 7 y entre las calles 3 y 5.

La dulzura de los habitantes de Costa Rica tiene su fiel reflejo en la gastronomía del país, en la que abundan los productos de bollería y repostería: hojaldres, ‘quequitos’, ‘chorreadas’, empanadas, pan con queso, saladitas con queso o pan dulce, entre otros manjares. Es posible degustar todos estos productos en la mayoría de cafeterías de la capital, así como en numerosos establecimientos especializados. Una de las confiterías con más solera es La Española, situada a pocos metros del Teatro Popular Melico Salazar. Allí encontrarás especialidades tan sorprendentes como las trenzas de canela o el pan de amor. Además, su interior esconde un amplio salón repleto de fotografías antiguas, convirtiéndose en una excelente opción para desayunar o merendar. Otra cadena de bollerías muy popular entre la población de la capital costarricense es Trigo Miel (www.trigomiel.com), famosa por sus espectaculares y coloridas tartas.

La historia costarricense se encuentra estrechamente ligada al cultivo de café, hasta el punto de que se trata de un lugar en el que podrás degustar uno de los cafés más finos del mundo. La razón radica en su proceso de elaboración, que comienza con el tostado de los granos con azúcar, dando como resultado un café más oscuro y espeso y, sobre todo, menos amargo. Si tienes la intención de sorprender a tus familiares y amigos al término de tu viaje, una buena opción es adquirir un paquete de este café en cualquier tienda de San José, ya que además no se trata de un producto caro. Durante tu estancia, existen numerosos locales en los que degustarlo, siendo uno de los más interesantes el Café Expresivo, situado muy cerca de la iglesia de Santa Teresita, donde además podrás disfrutar de veladas de cuentacuentos y representaciones teatrales y musicales.

A pesar de la riqueza y variedad de la gastronomía costarricense, durante los últimos años vienen proliferando en San José numerosas cadenas y franquicias de comida rápida, la mayoría de ellas procedentes de Estados Unidos. Son lugares especialmente concurridos durante los fines de semana, cuando las familias josefinas acuden masivamente a degustar sus pizzas, patatas y hamburguesas. Entre los locales más conocidos figuran nombres tan internacionales como Burger King, McDonald’s, Kentucky Fried Chicken, Pizza Pizza o Pizza Hut. No obstante, también hay establecimientos de ‘fast food’ en los que podrás encontrar otro tipo de platos, como Taco Bell, situado tras el Teatro Nacional (en la calle 5, entre las avenidas 0 y 2), o Spoon, una firma especializada en todo tipo de postres, pastas y productos de repostería situada en la avenida 1 con las calles 5 y 7.

En Costa Rica la cerveza y el ron no suelen consumirse a palo seco, sino acompañados de ‘bocas’, que son una suerte de aperitivos gratuitos de unas dimensiones considerables, hasta el punto de que hay a quien le bastan estas tapas para almorzar o cenar. Obviamente, su tamaño y calidad depende del establecimiento al que acudamos, siendo los pequeños bares y las cantinas tradicionales los sitios más recomendables para degustarlas. Entre las más conocidas de San José figuran las de la Cantina Morazán, situada en el cruce de la avenida 3 con la calle 9, justo en frente del Edificio Metálico. Otra alternativa muy interesante es La Vasconia, un establecimiento ubicado entre las calles 3 y 5 y la avenida 1 en el que se ofrecen una excelsa carta de vinos chilenos y unas magníficas ‘bocas’, incluida una muy peculiar elaborada con huevos de tortuga.

En un país tan exótico como Costa Rica no es de extrañar que la oferta de frutas tropicales sea especialmente abundante y variada. Por todo ello, hacerse con un buen número de piezas de fruta es tan sencillo como ponerse a pasear por cualquier mercado de San José, donde observaremos una excelsa oferta frutícola. Entre las variedades más habituales figuran el banano, el aguacate, la naranja, el níspero, la piña, la papaya, la sandía o el mango. En general, los costarricenses utilizan estos productos para aliñar sus exóticas ensaladas, como acompañamiento de diferentes platos (sobre todo el plátano) y, obviamente, como protagonistas principales de la mayor parte de sus postres. En este sentido, algunos de los más exquisitos aúnan frutas y diferentes dulces, dando como resultado unas recetas realmente irresistibles. Buenos ejemplos de ello son los flanes, pudines y ‘cajetas’ de coco.

El pollo es para los costarricenses lo que el cerdo para los españoles: un animal que puede comerse de cualquier forma y acompañado de casi todo. Entre sus variantes preferidas destacan el pollo a la leña o el arroz con pollo, aunque hay muchas otras. Por todo ello, en toda Costa Rica podrás encontrar numerosos restaurantes dedicados exclusivamente a los platos de pollo, con nombres tan pintorescos a oídos de los españoles como El Pollazo o El Pollo Rico Ricón. En San José, una de las cadenas con más solera es Pío Pío, que cuenta numerosos establecimientos por el centro (entre ellos, uno en la calle 0, avenidas 4 y 6; y otro en la calle 16, frente al Ministerio de Hacienda). No menos concurridos son los locales de la firma Rostipollos, que podrás encontrar en el Parque de Desamparados o Escazú, entre otros muchos sitios.

Hay unos cuantos términos con los que conviene familiarizarse si uno tiene intención de comer en restaurantes de comida típica costarricense durante su estancia en San José. Por ejemplo, te convendrá saber que lo más habitual a la hora del almuerzo es degustar un buen ‘casado’, es decir, un plato combinado de arroz, frijoles, carne, verduras, yuca y patacones. Si, por el contrario, te decantas por alguna receta a base de carne o pescado, debes saber que el acompañante habitual aquí no son las patatas o la ensalada, sino las rodajas de plátano frito. Por la noche, lo más típico es cenar una sopa que los costarricenses denominan ‘sustentadora’. Otras especialidades muy interesantes son la carne asada al carbón, denominada ‘churrasco’, las puntas de lomito a la jalapeña o diferentes tipos de mariscos, con especial atención a la langosta, especialmente la del Pacífico.

La gastronomía costarricense está muy influenciada por las cocinas mexicana y centroamericana. La base de la mayor parte de sus platos son las tortillas (tortas de harina de maíz), que hacen las veces del pan y que suelen acompañarse de frijoles (alubias pintas), arroz, pollo y carne de ternera, pescado o marisco, fundamentalmente langosta y camarones. El maíz también se utiliza para elaborar los ‘tamales’ (emparedados típicos de éste y otros países de la zona) y otras especialidades locales a base de carne, como la olla, el mondongo o los chicharrones. Otro condimento fundamental es el ‘picadillo’, que no es otra cosa que un revuelto de plátano y verduras, o el ‘gallopinto’, un desayuno tradicional que combina arroz y frijoles fritos. Dependiendo de los gustos, hay quien también prepara el ‘picadillo’ con huevos al gusto, tortillas o crema ácida (denominada ‘natilla’).

Situado en La Uruca (provincia de San José), a casi dos kilómetros del Hospital de México, este enorme parque de atracciones, fundado en 1981, nace de un propósito cuyo origen se remonta a los años 50. Fue entonces cuando la poliomielitis provocó la mayor mortalidad epidémica registrada hasta la fecha. A consecuencia de ello se creó en 1954 la Asociación Pro-Hospital Nacional de niños para recaudar fondos y tratar enfermedades y, 10 años después, su propio hospital, al que el parque —creado por la misma asociación— ayuda económicamente bajo el lema “Convertir la diversión en contribución”. Innovador y orientado a toda la familia, ofrece desde atracciones de agua a adrenalínicas montañas rusas pasando por una oferta gastronómica asequible y para todas las edades. Abre los viernes, sábados y domingos en horario de 9:00 a 17:00 horas.

La esquina noreste del Parque Central se encuentra el Teatro Popular Melico Salazar: uno de los lugares más fotografiados de San José por el impresionante edificio neoclásico tardío que acoge alguna de las propuestas escénicas más importantes de la ciudad. Pero, además de su atractivo programa, su historia, repleta de curiosidades, también es un reclamo. Se remonta a 1927 —fecha de su construcción— con el sueño del español José Revantós, quien deseaba reproducir zarzuelas y operetas. Un incendio acabó con la sala en 1967 y hubo que esperar hasta 1985 para reinaugurarla, ya con el nombre actual, que rinde homenaje al popular tenor costarricense Melico Salazar. Visitarlo de lunes a viernes de 9:00 a 15:00 horas para bucear en su arquitectura e historia es tan obligatorio como para los amantes de las artes escénicas asistir a alguna de sus representaciones. Consulta la programación en su página web.

Como toda capital latinoamericana que se precie, San José también cuenta con una intensa vida nocturna, repleta de bares de copas y discotecas en los que bailar y tomar algo. Una de las opciones más populares es Brew Pub Cabeza Grande, situado en el Paseo Colón. Se trata del local idóneo para comenzar una noche de marcha, con numerosas marcas de cerveza a elegir (Stout, Amber, Sexy, Tropicana o Wheat) que pueden acompañarse con algo de comida y, las noches de los miércoles, de música en directo. Otra opción es La Esmeralda, un coqueto establecimiento situado entre las calles 5 y 7 de la avenida 2 que suele contar con la presencia de mariachis. Y para los que gusten de ambientes más modernos, Luna Roja Café (calle 3, con avenidas 9 y 11), es destino habitual de jóvenes góticos y de otras tribus urbanas.

Las serpientes son, posiblemente, los animales más temidos de cuantos pueblan la geografía costarricense. Tanto es así que en San José podrás encontrar hasta dos instituciones dedicadas al estudio de estos reptiles. La más conocida es el Serpentario, situado entre las calles 9 y 11 de la avenida 1. En este recinto, ubicado en la segunda planta del edificio Radamida, se exponen diferentes especies de serpientes, pero también otros reptiles vivos y algunos anfibios. Deberías darte una vuelta por allí si piensas adentrarte en la selva costarricense, ya que te enseñarán a distinguir las serpientes venenosas de las que no lo son. Otra alternativa es dirigirse al Serpentario del Instituto Clodomiro Picado, situado en la localidad de Dulce Nombre de Coronado. Este organismo se dedica a investigar y producir sueros para tratar las picaduras de serpiente, pero los viernes por la tarde abre sus puertas al público permitiendo contemplar los reptiles.

Los insectos son la clase de animales más abundante y diversa del planeta desde hace más de 400 millones de años. Se estima que en el mundo existen casi un millón de especies de insectos de las cuales 360.000 habitan en Costa Rica. Interesante, ¿verdad? El Museo de los Insectos, situado en la Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, cumple una misión fundamental en la investigación, divulgación y conservación de estos animales. Su objetivo es acabar con ciertos prejuicios y dar a conocer la importancia de los insectos, cuyo papel es fundamental en el equilibrio del ecosistema como polinizadores, depredadores, transformadores de materia y como fuente de alimento para mamíferos. Las colecciones de este museo, en continuo crecimiento, apasionan a científicos y estudiantes por su gran profundidad. Si planeas visitar la selva de Costa Rica, hacer escala aquí previamente es muy recomendable porque en sus instalaciones te informarán sobre enfermedades tropicales y su transmisión. Permanece abierto de lunes a viernes de 9:00 a 12:00 y de 13:00 a 16:00 horas.

El Museo de los Niños, que se encuentra situado en el Centro Costarricense de Ciencia y Cultura en San José, junto a otros edificios emblemáticos como el teatro Auditorio Nacional y la Galería Nacional, es, por mérito propio, uno de los museos más visitados de la ciudad. Esta antigua prisión ha sido restaurada para que las familias puedan disfrutar de sus más de 3.000 metros cuadrados, que acogen exhibiciones y actividades todo el año. Porque, al contrario de lo que sucede en los museos tradicionales, aquí las cosas no solo se contemplan, sino que también pueden —y deben— tocarse. ¿El objetivo? Fomentar el aprendizaje a través de la experimentación, el juego, la interacción, la curiosidad y la libertad de expresión. Entre la gran variedad de exposiciones, merece la pena destacar las salas relacionadas con el universo, las ciencias físicas y el ser humano. Además, el Museo de los Niños ofrece visitas guiadas, servicio de cafetería y eventos como fiestas infantiles y talleres educativos. Su horario habitual es de 8:30 a 16:30 horas de martes a viernes y los fines de semana de 9:00 a 17:00 horas. Si planeas acudir, te recomendamos consultar previamente para que ningún festivo interfiera en tu visita.

El museo, ubicado dentro de la Corte Suprema de Justicia de San José y muy próximo al Templo Votivo del Sagrado Corazón, alberga una de las exposiciones más curiosas de la ciudad. Fundado en 1981, nació con la intención de aproximar a los amantes del thriller y el misterio los entresijos de todo tipo de crímenes. El recorrido por el museo presenta sucesos reales, investigaciones que se llevaron a cabo, pruebas, documentos y objetos relacionados con algunos casos importantes. Los aficionados a este tipo de relatos tienen aquí una visita obligada que puede realizarse de forma totalmente gratuita de lunes, miércoles y jueves en horario de 13:00 a 17:00 horas.

Esta casa museo, que rinde homenaje a Rafael Calderón, presidente de Costa Rica de 1940 a 1944, está considerada como uno de los monumentos nacionales del país. Situada en el barrio de Escalante, sus vitrinas repasan la memoria de un presidente especialmente querido por el pueblo costarricense, entre otros motivos porque realizó numerosas reformas sociales que mejoraron sensiblemente el nivel de vida de la población. Calderón fue el responsable del establecimiento de un salario mínimo en Costa Rica, además de legalizar el asociacionismo obrero e instaurar un sistema de Seguridad Social. Por estos avances sociales recibió el apoyo de representantes de corrientes tan distintas como los cristianodemócratas y los comunistas. Bajo su gobierno se fundó, además, la Universidad de Costa Rica y se creó la Orquesta Sinfónica Nacional. Entre los objetos más distinguidos que alberga esta casa museo destaca el acta constitucional en la que se le nombró presidente, así como numerosas pertenencias personales y documentos. Puede visitarse de lunes a sábados, de 9:00 a 17:00 horas y ofrece visitas guiadas, talleres y charlas educativas.

Denominada oficialmente Biblioteca Nacional Miguel Obregón en honor a una importante figura del mundo de la enseñanza que impulsó la construcción de bibliotecas públicas por todo el país, este edificio alberga la colección de libros y manuscritos más valiosa de Costa Rica. La Biblioteca Nacional está situada entre las calles 15 y 17 y las avenidas 3 y 5, justo en el lateral norte del Parque Nacional. Aunque el origen de la institución se remonta a finales del siglo XIX, la actual sede no fue inaugurada hasta 1971. Se trata de un enorme edificio de varias plantas con una inconfundible fachada de estructura moderna. En su interior se pueden consultar gran cantidad de materiales —libros, mapas, periódicos, revistas, fotografías…— muy bien conservados y perfectamente clasificados. Los de mediados del siglo XIX en adelante, incluso, están digitalizados. Al margen del archivo, destacan la sala de lectura, situada en la planta principal, y el espacio verde que rodea el edificio, ideal para leer bajo la sombra de los árboles.

En los alrededores del Parque Nacional y muy cerca de la Plaza de la Democracia y de la Abolición del Ejército, se erige este enorme conjunto arquitectónico cuya construcción se inició en 1937 con la intención de convertirse en la residencia oficial del presidente de la República de Costa Rica. Una década más tarde, el proyecto fue suspendido por el inicio de la Segunda Guerra Mundial y la imposibilidad de seguir importando desde Alemania y otros lugares del centro de Europa los materiales que se venían utilizando para su construcción. Tras la contienda se retomaron los trabajos, pero ya con la intención de instalar allí la sede de la Asamblea Legislativa, que abrió sus puertas en 1958. El Castillo Azul, declarado monumento nacional y patrimonio histórico-arquitectónico en 1976, es el más interesante de los cuatro edificios que forman el conjunto. Esta enorme mansión de más de 1.000 metros cuadrados distribuidos en dos plantas de estilo neocolonial y mediterráneo, cuya construcción se inició en 1912, había actuado hasta entonces como residencia de varios presidentes costarricenses e, incluso, como embajada de Estados Unidos.

Situada en Vázquez de Coronado, uno de los cantones que conforman la Provincia de San José, es uno de los templos religiosos más importantes de Costa Rica. Allí se rinde culto a San Isidro Labrador desde 1935, cuando relevó a una antigua parroquia edificada en 1880 que había resultado maltrecha a causa de un terremoto en 1910. De los trabajos para la construcción del templo se ocupó el arquitecto, pintor e ingeniero costarricense Teodorico Quirós, popularmente conocido como Don Quico, a quien se le adjudican también otras iglesias costarricenses, como las de San Rafael de Escazú, Curridabat o Ciudad Quesada. Quirós optó por un diseño de estilo neogótico que incluía un gigantesco armazón de metal que fabricó la compañía germana Krupp & Cia íntegramente en Alemania. Destacan sus enormes vidrieras, las bóvedas de crucería distribuidas por todo el techo y los pilares, algunos de ellos inspirados en las ramas del café.

Este conjunto de enorme belleza arquitectónica toma su nombre del primer rector de la Universidad de Costa Rica, Rodrigo Facio Brenes, entre 1952 y 1961. Ubicado en el distrito de San Pedro (cantón de Montes de Oca, a unos 3 kilómetros de San José), el campus acoge, entre otras instalaciones, las distintas facultades y bibliotecas especializadas, el pequeño Teatro de Bellas Artes, el Conservatorio de Música, la Radio Universidad, el Cine Universitario, el Laboratorio de Antropología y Arqueología, el Jardín Botánico y el Museo de los Insectos. Además, el complejo incluye jardines y pequeños bosques, ideales para pasear, en los que crecen hasta 50 especies de árboles exóticos y coloridas flores. Si tienes la suerte de visitar la capital a finales de abril, también podrás disfrutar de la Semana Universitaria, durante la que se celebran todo tipo de actos culturales y fiestas musicales.

Situado en pleno Parque Nacional, es uno de los grupos escultóricos más importantes de San José de Costa Rica. Su autor fue el pintor y escultor francés Louis-Robert Carrier-Belleuse, que desarrolló la mayor parte de su labor artística durante las últimas décadas del siglo XIX y la primera década del XX. El monumento, que se terminó de esculpir en París en 1891, está formado por cinco mujeres que representan a las cinco repúblicas de Centroamérica: Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y Costa Rica. Considerado el más importante del país, simboliza la victoria de estas repúblicas sobre la banda de filibusteros liderada por el estadounidense William Walker, que aparece representado en plena huida, tras su intento de hacerse con el control de Centroamérica entre 1855 y 1857. El conjunto también incluye cuatro bajorrelieves que muestran otros tantos episodios de aquel trascendental periodo histórico, como la famosa batalla de Santa Rosa, la toma del río San Juan o la batalla de Rivas.

Llamada así por el color de su fachada, está situada en el distrito de Carmen, en uno de los extremos del Parque de España. En sus orígenes, allá por 1916, acogió la Corte de Justicia de Centroamérica por iniciativa de Andrew Carnegie, un importante industrial y filántropo estadounidense que se ocupó de su financiación. Sin embargo, no pasaron muchos años hasta que el edificio pasó definitivamente a control del Estado costarricense. De hecho, hoy alberga el Ministerio de Asuntos Exteriores y Culto —también conocido por Cancillería—. Destacan la ornamentación de su puerta principal, su dintel de estilo neobarroco y su absoluta simetría. En el Salón Montealegre del primer piso se encuentra el Museo Diplomático Braulio Carrillo, donde puede visitarse la llamada Colección Ortiz que recoge las vivencias del don Manuel María de Peralta y Alfaro, un importante diplomático y coleccionista. Puedes visitarlo de lunes a viernes en horario de 8:00 a 15:30 horas y la entrada es gratuita.

Este edificio de corte neoclásico, inaugurado en el año 1920, es el elemento más importante del Parque Morazán y constituye uno de los símbolos arquitectónicos de la capital de Costa Rica. Su diseño corrió a cargo del costarricense José Francisco Chisco Salazar, quien se inspiró para su construcción en el afamado Templo del Amor y la Música del Palacio de Versalles, según algunas teorías. Durante su primera década de vida acogió las fiestas y espectáculos musicales con los que la población josefina despedía el año cada 31 de diciembre, hasta que estas celebraciones se trasladaron a la Plaza González Víquez. Aparte de ser escenario de todo tipo de actuaciones musicales, el edificio ha jugado un papel muy destacado en la vida pública del país centroamericano y muchos dirigentes lo han utilizado como escenario para algunos de sus principales actos políticos. En 1975 fue declarado patrimonio histórico-arquitectónico de Costa Rica.

Caminando por el Parque Morazán observarás una peculiar construcción que acapara la mayoría de las fotografías que los visitantes realizan en esta zona. Se trata del Edificio Metálico, también conocido como las Escuelas Metálicas, situado entre las calles 7 y 9. Al igual que otras edificaciones similares repartidas por medio mundo, su fabricación tuvo lugar en 1890 íntegramente en Bélgica, a iniciativa del Gobierno liberal de Costa Rica, que quería contar con un edificio representativo en el ámbito de la educación. Es, por así decirlo, todo un símbolo del esplendor cultural de aquella época. Se fabricó con piezas de hierro estampado que imitan perfectamente a la piedra, hasta el punto de que hay quien se apresura a tocarlo para comprender por qué se le denomina Metálico. Alberga dos escuelas que toman sus nombres de sendos personajes de la historia pedagógica costarricense: Buenaventura Corrales y Julia Lang.

Es uno de los principales símbolos, si no el más importante, de San José de Costa Rica. Situado entre las calles 3 y 5, junto a la Plaza Juan Mora Fernández y la Plaza de la Cultura, fue declarado símbolo nacional del patrimonio histórico-arquitectónico y libertad cultural en 2018. Su grandiosidad hizo que durante muchos años se dijera en Europa que “Costa Rica era una aldea alrededor del Teatro Nacional”. Está rodeado de unos espectaculares jardines que se pueden visitar de forma totalmente gratuita y su interior tiene capacidad para un millar de espectadores. Su inauguración tuvo lugar en 1897 y, desde entonces, el Teatro Nacional se ha convertido en un motivo de orgullo para la ciudad porque reconoce, fomenta e impulsa el arte, la cultura y la educación. De la financiación del ambicioso proyecto se ocuparon los acaudalados empresarios de la industria cafetera costarricense que querían contar con un lugar en el que disfrutar en directo de la ópera. De hecho, en su interior destacan varias escenas de recolección del café. Su imponente escalinata, las numerosas esculturas elaboradas en mármol y sus salones, donde se reunían los espectadores en los descansos de las funciones, son algunos de sus principales atractivos. Actualmente cuenta con una programación muy variada que abarca todo tipo de géneros y ofrece tours guiados de lunes a domingo de 9:00 a 16:00 horas.

En pleno distrito de Carmen y a solo unos minutos de la estación de trenes hacia el Atlántico, se extiende Barrio Escalante, una zona de enorme actividad gastronómica, comercial y cultural que en los últimos años se ha ganado a pulso la etiqueta del barrio de moda. De ser poco más que una finca cafetera en una ciudad incipiente, ha pasado a convertirse en uno de los grandes reclamos para el ocio, sobre todo, a partir de 2009, cuando se inició un ambicioso plan de renovación con el fin de consolidar su identidad y visibilizar sus principales atractivos turísticos. Dicho y hecho. Hoy en Barrio Escalante , conviven todo tipo de manifestaciones artísticas con infinidad de propuestas culinarias desplegadas a lo largo de su popular Paseo gastronómico de la Luz, ubicado en la calle 33. Encontrar mesa no será tan difícil, como elegir entre sus numerosos restaurantes —de nueve cocinas internacionales— bares y sus distintos ambientes.

Los desayunos en Costa Rica son tan sabrosos como contundentes. Por eso, si planeas recorrer a pie las calles y avenidas de la capital costarricense, necesitarás una buena dosis de energía. Uno de los sellos de la cocina tica son sus chorreadas. Estas tortitas, preparadas con maíz fresco, leche, harina, huevos y azúcar, se cuecen en un recipiente de barro llamado comal, donde se vierte la masa de forma chorreada. La receta original —legado de los antepasados indígenas— llevaba únicamente maíz molido a mano y leche de maíz, por lo que su consistencia era más espesa, aunque igual de sabrosa. Ahora suelen servirse con miel, acompañadas de un café, pero hay quienes prefieren su versión salada, a la que se le suele añadir queso o crema agria. Degustarlas será muy fácil en cualquier momento: se preparan durante todo el día tanto en las cafeterías como en las numerosas sodas —puestos de comida callejera— aportando color y sabor a la ciudad.

La historia de Costa Rica transcurre paralela a la de uno de sus productos estrella: el café. Cuando a principios del siglo XIX empezó a cultivarse, no solo se arraigó en el suelo costarricense sino también en su cultura. Hoy, el mercado del café en este país es uno de los más variados y valorados del mundo. Un producto que se exporta en grandes cantidades, pero que también se consume, y mucho, de puertas para adentro: cada día los ticos beben casi 5 millones de tazas. Por eso, no es de extrañar que el centro de San José esté repleto de cafeterías donde disfrutar de su intenso aroma y sabor. Alma de café, ubicada dentro del icónico Teatro Nacional, es una de las más emblemáticas. También merecen una visita la Cafeoteca, en el moderno barrio de Escalante, el Café Rojo, en Amón, o el pintoresco Café Otoya. Si quieres disfrutarlo al estilo de los locales, tómalo en torno a las 3 de la tarde, tras el almuerzo, y en una taza bien grande. Esta costumbre nació hace años cuando los trabajadores recargaban energía a esa hora antes de volver a la faena.

El Parque Polideportivo Aranjuez, situado en el distrito de Carmen, acoge cada sábado una de las ferias más comprometidas de la ciudad. Feria Verde es un punto de encuentro entre proveedores locales y consumidores donde es posible encontrar alimentos ecológicos, semillas, plantas, artesanía, arte y piezas de diseño. Los amantes de la vida sana descubrirán en este lugar un ambiente natural, diverso y acogedor, además de un sinfín de actividades para todas las edades: desde clases de yoga al aire libre a sesiones de break dance o música en vivo. También suelen celebrarse iniciativas solidarias y medioambientales impulsadas por comunidades locales. Recorrer sus puestos bajo los árboles una soleada mañana de sábado —está abierto desde las 7:00 hasta las 12:00 del mediodía— es un plan que no solo te sumergirá en la cultura del país sino que te conectará con su naturaleza.

La vida cotidiana costarricense transcurre entre los laberínticos callejones del Mercado Central de San José, declarado patrimonio arquitectónico e histórico por su fuerte tradición e identidad cultural. Construido en 1880, junto a la Catedral Metropolitana, ocupa toda una manzana de la avenida Central y alberga más de 200 puestos de fruta, verdura, carne y pescado donde es fácil encontrar productos típicos como la papaya fresca, el chayote, el cas o los chicharrones. Pero en él no solo abundan los sabores autóctonos, sino también todo tipo de artesanías, flores, hierbas medicinales y recuerdos. Recorrer sus pasillos impregnados de aromas naturales, escuchar los recuerdos y anécdotas de los vendedores más veteranos, o hacer un alto en una de sus sodas —puestos de comida— para disfrutar de un gallo pinto o una sopa de mondongo es una experiencia fascinante tanto para nacionales como para extranjeros. Puede visitarse de lunes a sábado de 6:00 a 18:00 horas.

En pleno distrito de Carmen y a solo unos minutos de la estación de trenes hacia el Atlántico, se extiende Barrio Escalante, una zona de enorme actividad gastronómica, comercial y cultural que en los últimos años se ha ganado a pulso la etiqueta del barrio de moda. De ser poco más que una finca cafetera en una ciudad incipiente, ha pasado a convertirse en uno de los grandes reclamos para el ocio, sobre todo, a partir de 2009, cuando se inició un ambicioso plan de renovación con el fin de consolidar su identidad y visibilizar sus principales atractivos turísticos. Dicho y hecho. Hoy en Barrio Escalante , conviven todo tipo de manifestaciones artísticas con infinidad de propuestas culinarias desplegadas a lo largo de su popular Paseo gastronómico de la Luz, ubicado en la calle 33. Encontrar mesa no será tan difícil, como elegir entre sus numerosos restaurantes —de nueve cocinas internacionales— bares y sus distintos ambientes.