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Guía turística: qué hacer y ver en Marsella
Carácter y tradición de la Francia más mediterránea
Bienvenidos a la ciudad más antigua de Francia, primer puerto marítimo del país y cuna de su himno nacional “La Marsellesa”. Todo ello en una ciudad de 240 km² dispuestos para que sus visitantes recorran hasta el último rincón. Paseos para descubrir los pintores del Estanque, el “Vieux Port” hasta sus 7.000 plazas; las fabulosas Notre-Dame de la Garde y Abadía de Saint-Víctor, o el magnífico Castillo de If donde los fans de Alexandre Dumas disfrutarán del entorno que dio vida al Conde de Monte-Cristo. Por todo ello, es una ciudad para descubrir y parada casi obligada para los viajeros que deseen estar cerca de una de las referencias de la Costa Azul.
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- Museos
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Maison Empereur
Una mezcla de objetos que te llevará tu tiempo verlos todos, en un lugar emblemático en Marsella.
Busques lo que busques, lo encontrarás.
Otra de las instituciones comerciales en Marsella es la Maison Empereur, que encontrarás en la Rue des Recolettes, donde sabes cuándo entras pero no cuándo sales. Su especialidad podría considerarse los cachivaches más variopintos, sin definición exacta. Más bien es como entrar en la cueva de Alí Baba, para dejarse sorprender por los objetos y recuerdos más exóticos. Este establecimiento abrió sus puertas en 1827 como quincallería y desde entonces mantiene ese aire vintage irresistible para los coleccionistas, al mismo tiempo que se ha renovado y ahora también vende utensilios para jardinería, cocina o bricolaje, dividiendo el local por aficiones. Aquí puedes encontrar desde molinillos de café antiguos a cartelería retro, juguetes o cántaros de leche metálicos, muñecas de estilo años cincuenta, lámparas de farero, navajas, moldes para hacer pasteles y todo tipo de utensilios relativos al vino.
Mercado de Noailles
Si quieres un recuerdo más exótico, visita este mercado y te parecerá que has viajado a otro lugar.
Un auténtico mercado árabe.
Como puerto abierto al Mediterráneo y tradición histórica, comprobarás que Marsella contiene muchas influencias árabes en su cocina, sociedad y urbanismo. Pero sin duda donde podrás sumergirte en el auténtico ambiente árabe es en el Mercado de Noailles, situado al lado de la Canebière y abierto todos los días, que será lo más parecido a un bazar magrebí que puedas encontrar. Lo primero que sorprende es el olor que acabará impregnando tu ropa y se debe a la multitud de puestos de especias que encontrarás. Si quieres volver de Marsella con una pizca de exotismo al peso, éste es el lugar idóneo para comprar. También venden aquí tejidos, bordados, frutas y verduras frescas, salpicadas por puestos de venta ambulante de comida árabe. Como en todos los bazares de este tipo, el regateo no sólo es recomendable sino un estilo de compra.
Chocolatière du Panier
Tanto para regalar como para darte un capricho, visitar esta chocolatería te sorprenderá.
El chocolate de mil maneras.
Aunque seguramente identificarás esta tienda especializada en chocolate por su aroma, que inunda la calle, conviene reconocer la fachada vintage de la Chocolatière du Panier, toda una institución marsellesa. Desde los años ochenta, tres generaciones de mujeres -Rosette, Michele y Marina- trabajan para crear sus más de 300 especialidades distintas de chocolate con las que crean verdaderas piezas de artesanía gastronómica. Si estás pensando hacer un regalo para golosos, esta chocolatería es la excusa perfecta para probar sus delicatessen. El chocolate acompañado de oreo, arándanos, limón, ron con pasas... llena cestas bellamente decoradas, cajitas de bombones, lingotes de chocolate con frutas, tartas, pasteles, bizcochos. Ya sea para regalo o para consumir en el momento, si te enganchas al sabor de su receta secreta siempre podrás encargar productos a la Chocolatière du Panier, y te lo enviarán por correo.
Quai des Belges
Recién llegados los pescadores, se monta un pequeño mercado que deberías visitar, muy curioso.
Pescado fresco, fresco.
A no ser que estés alojado en un apartamento de Marsella, quizás no puedas cocinar el pescado fresco que encontrarás el Mercado de Quai des Belges, pero sin duda es un enclave comercial que merece la pena visitar y fotografiar a primera hora de la mañana. Como si de un viaje en el tiempo se tratase, cuando as barcas regresan de faenar, los recios pescadores marselleses sacan su mercancía a ras de agua y comienzan a gritar sus ofertas en pleno Puerto Viejo. Así conocerás de primera mano todo el ritual de pesca: el peso y valor de la mercancía, todavía brillante y recién sacada de las redes. Aquí acuden la mayoría de los lugareños y de los responsables de cocina de muchos establecimientos donde es posible que esta misma noche cenes el pescado que has visto sacar en el Quai des Belges.
Le Panier
Para descubrir rincones ocultos y hacer algunas compras, este lugar es muy aconsejable.
Un laberinto de calles.
El casco antiguo de Marsella, donde todavía quedan vestigio de ágoras griegas, palacetes manieristas e iglesias con leyenda, es Le Panier: otro núcleo turístico y comercial de la ciudad, definido por sus numerosas escaleras y estrechos callejones que conviene visitar de día y sin objetos de valor. Le Panier, situado cerca del Puerto Viejo, destaca por sus boutiques, galerías de artistas plásticos y pequeñas tiendas de artesanía donde comprar todo tipo de regalos de recuerdo. También encontrarás aquí la joven vinoteca Microcosmos Chai Urbain, donde te pueden asesorar para llevarte a casa los mejores vinos franceses empaquetados con una exquisita presentación para regalo. Si reservas con antelación puedes solicitar una visita a sus talleres bodegueros o una cata de vinos, ya que el objetivo de este pequeño local es difundir entre los visitantes su pasión por la cultura del vino.
Plaza Cours Julien
Un lugar con mucho movimiento y que respira arte por todas sus esquinas, ¡no te lo pierdas!
Una jornada de arte callejero.
El epicentro de los movimientos artísticos urbanos, la bohemia y la música es la Plaza Cours Julien, visita imprescindible para una mañana de compras. Además de la multitud de tiendas que encontrarás en sus alrededores, desde librerías de aspecto cinematográfico y rarezas bibliográficas a tiendas especializadas en música, en Cours Julien puedes también sentarte en sus terrazas y descansar con un café mientras observas el ajetreo de la calle. Los artistas callejeros te sorprenden en cada rincón, con los graffitis elaborados que decoran algunas fachadas y los improvisados caricaturistas. Entre los establecimientos más emblemáticos de esta plaza está Oogie Lifestore, donde se combina el diseño, nuevas tendencias y estilismo. Aquí podrás comprar la última moda francesa, cambiar de look en su salón de belleza, buscar libros y discos, tomar una copa y hacerte una sesión de fotos. Intenso, pero cierto.
Atelier de Créations Céramiques
La cerámica se trabaja tradicionalmente, por lo que es una buena opción como recuerdo de tu viaje.
La obra de un joven artista.
Una de las características artesanías provenzales es el trabajo en barro, la elaboración de tejas y la cerámica. El epicentro del arte en arcilla es el pueblo de Saint Quentin La Poterie, donde se registra actividad alfarera desde el siglo XVI, convirtiendo a los artesanos en la principal fuente de riqueza de la región. Pero si no tienes ocasión de hacer una visita a este pueblo, también puedes conocer la artesanía local de la mano del joven creador Serge Moutarlier, formado en la Escuela de Céramique de Provence à Aubagne, que se ha hecho un nombre con su pequeño estudio de Marsella, situado en la calle Rue du Petit-Puits. Sus obras tienen motivos mediterráneos e influencias familiares bereberes, donde encontrarás desde imanes y ceniceros a tiestos, vajillas, candelabros y sus características figuritas de exóticos personajes, finamente decoradas.
L'Estaque
Este es el sitio para las compras relacionadas con el arte, además de merecer la pena acercarse por su belleza.
Para comprar obras de arte o reproducciones.
Durante siglos, el pueblo pesquero de L'Estaque (situado al oeste de Marsella) fue el epicentro de los movimientos artísticos franceses y sirvió de inspiración a los grandes maestros de la pintura que dieron aquí pinceladas de impresionismo, cubismo y fauvismo. Por lo tanto, si lo que buscas es realizar compras relacionadas con el mundo del arte y la bohemia, no puedes perderte las tiendas de reproducciones y galerías que siguen los pasos de artistas como Cézanne, Braque, Renoir o Monticelli (en cuya Fundación podrás comprar libros sobre pintura y reproducciones), entre otros. Si tu viaje coincide en mayo, en L'Estaque se celebra el festival Estaqu'Arts, que saca a las calles las obras los artistas locales que continúan registrando las bellas estampas de la localidad. Si quieres comprar verdaderas obras de arte provenzal contemporáneo, éste es tu destino.
Savonnerie Marseillaise de la Licorne
Un buen recuerdo de tu viaje lo encontrarás aquí, además de ver cómo lo hacen.
El inconfundible olor del jabón de Marsella.
Seguro que identificas el olor del jabón de Marsella: ese frescor de ropa limpia, de manos suaves y de casas acogedoras. Si buscas un regalo original o si simplemente quieres conocer el origen y la técnica artesanal de elaboración de estos míticos jabones, no puedes perderte la Savonnerie Marseillaise de la Licorne, que se encuentra en Le Cours Julien. A la receta tradicional, que se caracteriza por contener un aceite de oliva extra puro con un 72% de ácido puro, han añadido nuevos componentes naturales y ecológicos para crear jabón de té verde, de miel, de lavanda o lilas, vainilla, violeta, rosas y mimosas. Aquí encontrarás sobre todo productos de cosmética, incluidos aceites balsámicos, jabones líquidos y delicadas cajas para regalo, metálicas o de mimbre, donde puedes seleccionar las variedades de jabones perfumados que prefieras: el regalo perfecto para sibaritas.
Rue Canebière
Repleta de tiendas, cafeterías, edificios importantes… Para tus compras o simplemente darte un paseo.
La calle comercial por excelencia.
La avenida comercial por excelencia y núcleo turístico donde conviene vigilar la cartera es La Canebière, cuyo nombre deriva de la histórica producción de la producción del cáñamo en la ciudad. La estructura de esta vía data del siglo XVII, aunque ya desde el siglo X se la consideraba una arteria comercial de Marsella, con un kilómetro de longitud y cercanas calles también cuajadas de tiendas, como la Rue Saint-Ferréol. En la Canebière encontrarás edificios impresionantes como el Palacio de la Bolsa, galerías de arte, tiendas de moda, lujo, perfumerías exclusivas, grandes almacenes como las Galeries Lafayette, librerías y una sucesión de cafeterías que salpican el boulevard para hacer un descanso en un día de compras. Si no te importan las aglomeraciones turísticas y disfrutas con un paseo de escaparates o un viaje en tranvía, la Rue Canebière no te decepcionará.
Museo de las Artes Decorativas, Cerámica y Moda
Aunque sólo sea por pasear entre sus jardines y admirar la belleza del edificio, deberías acercarte a este museo.
El museo en el castillo.
El famoso Castillo de Borély, perteneciente a la familia del mismo nombre y situado en el barrio de Bonneveine, merece la pena ya no sólo porque en su interior alberga el Museo de las Artes Decorativas, Cerámica y Moda, sino por la extraordinaria belleza de sus jardines y arquitectura del siglo XVII. El Parque Borély se extiende a lo largo de 17 hectáreas -divididas en tres parques menores- con jardines, colinas, lagos, estanques, cascadas y arboledas que custodian el Castillo. Por su parte, el Museo de las Artes Decorativas comienza por la propia ornamentación del propio palacete, con frescos en techos y paredes del pintor Louis Chaix, tapices, estucos, cerámica y vidrio y exóticas piezas decorativas que suman 2.500 obras de artesanía, del siglo XVIII a la actualidad, expuestos en 1.600 metros cuadrados. El museo abre de martes a domingo, de 10.00 a 18.00.
Museo de Arte Contemporáneo
Un recorrido por las diferentes disciplinas artísticas de la mano de los artistas actuales.
Tendencias internacionales de arte de vanguardia.
La efervescencia artística y el intercambio cultural de Marsella tienen su máximo exponente en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), que desde los años noventa acoge las vanguardias internacionales y nuevas tendencias. Si te consideras un aficionado al arte contemporáneo, no puedes abandonar la ciudad sin dedicarle al menos una mañana a visitar sus sorprendentes colecciones o asistir a sus talleres, workshops y conferencias. Si hay un lugar al que llega primero el arte contemporáneo, éste lugar es Marsella. La colección del MAC va desde los movimientos de los años cincuenta y el Neorrealismo a la actualidad, incluyendo ejemplos de grafismo, fotografía, escultura, pintura y performances de artistas internacionales como Michelangelo Pistoletto, Gilles Barbier, Ben Tinguely o Gabriel Orozco. Encontrarás este museo en la Avenue Haifa, abierto de martes a domingo, de 10.00 a 18.00, con entradas a cuatro euros.
Museo de Bellas Artes
Si te apasiona el arte, no te pierdas este recorrido por las mejores obras italianas y francesas.
El arte en su máximo esplendor.
Es el museo más antiguo de Marsella, también ubicado en el Palacio de Longchamp es el Museo de Bellas Artes, cuya colección comenzó su andadura en 1801, con un fondo que curiosamente se formó a partir de las obras requisadas a iglesias y ricos inmigrantes, en los primeros años de la Revolución. Si tu pasión es el arte, no puedes perderte esta colección. Los grandes maestros franceses e italianos de los siglos XVI y XVII enriquecían este museo gracias a la constante ampliación de fondos por parte del Estado francés, con obras que van desde Perugino a Vernet, pasando por Rubens o Jordaens. El barroco francés también está representado con la mayor colección de Pierre Puget, que se completa con una gran exposición de los maestros franceses del siglo XIX. El Museo de Bellas Artes abre todos los días, excepto jueves, de 9.00 a 19.00.
Museo de Historia Natural
Fósiles, esqueletos de animales, reptiles y mucho más encontrarás en este grandioso museo.
Un mamut siberiano te da la bienvenida.
Una de las dos colecciones permanentes que acoge el Palacio de Longchamp es el Museo de Historia Natural, creado en 1819 y considerado uno de los mejores museos de esta disciplina en Europa. El gigantesco esqueleto de mamut siberiano que preside su entrada no es más que el comienzo de la sorprendente colección de animales fosilizados y documentos históricos, fechados en el siglo XVIII con los primeros descubrimientos de paleontólogos y naturalistas que estudiaban las peculiaridades de la naturaleza, incluida una extensa documentación y muestra botánica. Reptiles prehistóricos, más de 40.000 fósiles de los cinco continentes, grandes mamíferos, aves y peces ya desaparecidos componen una sorprendente colección, que se completa con una extensa biblioteca. El Museo de Historia Natural abre al público todos los días, menos lunes y festivos, de 10.00 a 18.00 con entradas a cinco euros.
Museo Cantini
El arte moderno y sus diferentes corrientes ubicado dentro de este antiguo edificio, es una visita obligada.
Lo mejor del arte moderno.
Renovado en 2013 con motivo del año de Marsella como Capital Europea de la Cultura, el Museo Cantini acoge una de las mejores colecciones francesas del arte entre 1900 y 1960. La época de mayor ebullición artística moderna se ve reflejada con obras que van del cubismo a la abstracción geométrica, pasando por los padres del surrealismo, dadaísmo, expresionismo y demás ismos posteriores. El Museo Cantini se encuentra en un palacete del siglo XVII situado en la Rue Grignan , que fue donado por el mecenas francés Jules Cantini a la ciudad en 1888. Su visita significa una inmersión en lo mejor del arte moderno internacional, con obras de Picasso, Kandinsky, Ernst o Hopper, entre otros. Además, desde los años sesenta ha ampliado su colección con grandes maestros de la fotografía contemporánea, que en los últimos años se ha visto ampliada con nuevas adquisiciones.
Museo Grobet-Labadie
Descubre cómo vivía la nobleza dentro de su hogar y cuáles eran sus costumbres.
El lujo de la nobleza.
¿Te gustaría saber cómo vivía una familia noble marsellesa del siglo XIX? ¿En qué tipo de camas con dosel dormían, dónde organizaban sus fiestas, qué exclusivos tapices de Flandes cubrían sus paredes? El lujo como forma de vida se ve reflejado en el Museo Grobet-Labadie, casona situada junto al Palacio Longchamp y perteneciente a la familia del mismo nombre que donó a la ciudad su vivienda y pertenencias, para que se pudiera abrir al público. La dos veces viuda Marie Labadie heredó una inmensa fortuna de su familia y sus ricos maridos, por lo que pudo completar su colección de arte viajando y comprando por Europa. Así encontrarás tres pisos repletos de mobiliario de lujo, exóticos instrumentos musicales, piezas exclusivas de artesanía, curiosos objetos, como una linterna mágica del siglo XVIII y todo tipo de caprichos de decoración.
Museo de la Moda
Un vistazo a las tendencias de moda antiguas y actuales y cómo influyó la historia en la forma de vestir.
¿Dónde si no podría haber este museo?
Una palabra que define a Francia es 'moda' y como no podía ser de otra forma, Marsella acoge una de las colecciones más completas de tejidos y diseños desde los años treinta a la actualidad, en su sofisticado Museo de la Moda, que encontrarás en el Palacio de la Bolsa, en Le Canebiere. A lo largo de dos plantas y 600 metros cuadrados, los maniquíes parecen tomar vida propia para explicar la evolución de las tendencias y sobre todo, las diferencias en el vestir de la mujer a lo largo del tiempo. Esta colección, -de acceso gratuito de martes a domingo, de 12.00 a 19.00- refleja los cambios políticos y económicos de la sociedad a través de su vestimenta. Fotografías, contenido audiovisual, desfiles históricos y más de 4.000 trajes, complementos y accesorios componen el legado estético de Francia en este museo lleno de glamour.
Museo de las Arqueologías Mediterráneas
Un viaje por el mediterráneo diferente para conocer a fondo la cultura egipcia.
Para los amantes de la arqueología.
Si eres un apasionado de las civilizaciones antiguas y la aventura arqueológica encontrarás en Marsella una de las colecciones del Antiguo Egipto más importantes de Francia, sólo superada por la que se encuentra en el Louvre de París. El Museo de las Arqueologías Mediterráneas, situado en la Vieille Charité, en el carismático barrio de Le Panier, hace una profunda radiografía de la cuenca del Mediterráneo a través de su historia, geografía y cronología. Sus momias, jeroglíficos, papiros y joyas retratan el pasado de Egipto, para después adentrarse en la cerámica y simbología de Mesopotamia o las representativas artesanías griegas y romanas. Marsella, como puerto marítimo y receptora de oleadas de conquistadores, también está representada a través de su peculiar arqueología, heredera de siglos de invasiones. Este museo abre de 10.00 a 17.00, con entradas a tres euros.
Museo de las Civilizaciones de Europa y el Mediterráneo
Aunque reciente, de gran éxito, por el recorrido que hace por las civilizaciones del mediterráneo.
Un museo muy reciente.
Una de las últimas joyas de la corona museística de Marsella es el Museo de las Civilizaciones de Europa y el Mediterráneo (MuCEM), que ha abierto sus puertas en el verano 2013 con un ambicioso programa cultural. En sólo tres meses se convirtió en uno de los 50 museos más visitados del mundo, con sus 5.700 metros cuadrados instalados junto al Fuerte de San Juan frente al mar. Concebido como una ciudadela independiente, el MuCEM trata de resumir la esencia mediterránea a través de la civilización, la historia del arte, arqueología y antropología. Además de su colección permanente, se organizan también exposiciones temporales, conferencias y ciclos documentales que no te puedes perder. El MuCEM abre todos los días (salvo martes), de 11.00 a 18.00, con acceso gratuito a los alrededores de su arquitectura y visita a la colección por ocho euros.
Saint-Rémy de Provence
Descubre dónde estuvo internado Van Gogh o el lugar de nacimiento de Nostradamus, y de paso, llévate artesanía del lugar.
Un pequeño lugar con mucho que ver.
Además de acoger el sanatorio psiquiátrico donde estuvo internado Vincent Van Gogh, Saint-Rémy de Provence recibe al viajero con sus famosos paisajes provenzales, en un entorno incomparable a los pies de las montañas Les Alpilles. Para llegar existe comunicación frecuente por tren y autobús desde Marsella, que está a sólo 75 kilómetros. La estancia del pintor Van Gogh en el monasterio románico de Saint-Paul-de-Mausole ha convertido a Saint-Rémy en un centro de interpretación del artista, con museo y visita a la habitación del pintor incluidos. Saint-Rémy fue también cuna del astrólogo Nostradamus y exponente comercial de artesanía de la Provenza, donde podrás comprar jabones naturales, originales prendas de lino y perfumes de lavanda. A tan sólo dos kilómetros de la ciudad podrás visitar también el yacimiento romano de Glanum, con restos de termas, palacetes, arco del triunfo, mausoleo y templo, apenas excavados.
Arlés
Disfruta del trayecto hasta llegar y del paseo por sus calles, detente en sus monumentos y no pierdas ningún detalle.
Un lugar para enamorarse.
Si el célebre pintor Vincet van Gogh quedó cautivado por la belleza provenzal de Arlés merece la pena hacer una visita y comprobar qué tiene de especial esta localidad. Para llegar sólo debes acercarte a la estación de tren de Marsella y disfrutar del paisaje durante una hora que dura el viaje. De origen y herencia romana, Arlés destaca por sus termas de Constantino del siglo IV, su impresionante teatro romano y el anfiteatro o Arenas de Arlés, declarado Patrimonio de la Humanidad en los años ochenta. Curiosamente, este anfiteatro romano acoge hoy corridas de toros 'a la francesa' donde no se mata al toro, sino que consisten en esquivar las cornadas mientras se intenta retirar unas borlas de las astas. Otra visita curiosa es la necrópolis romana, Les Alyscamps, situada junto a las murallas de la vieja ciudad.
Avignon
Un pueblo muy pintoresco y con mucho que ver para que pases un día de excursión.
Un imprescindible en la provenza.
Considerada la joya de la corona y del Papado durante siglos, Avignon es uno de los destinos imprescindibles de la Provenza francesa, al que podrás llegar cogiendo un autobús desde Marsella, que sólo tarda una hora y media en llegar al destino. Lo primero que te sorprenderá de la medieval Avignon es la majestuosidad de sus imponentes edificios, como la Catedral de Nuestra Señora de Avignon y el Palacio Episcopal, sede papal durante el siglo XIV y epicentro de las conjuras y misterios de la alta curia, declarados Patrimonio de la Humanidad. Desde el Palacio puedes visitar su vetusto puente medieval, el de Saint Bénézet, que además de albergar viejas leyendas, capilla y museo, ofrece una bella estampa de la ciudad sobre el río Ródano. Para contemplar el conjunto episcopal desde la otra orilla puedes coger el ferry gratuito que sale cada 20 minutos.
Aix-en-Provence
Muy cerca de Marsella podrás hacer un recorrido por la vida de Paul Cézanne y conocer sus costumbres y obra.
Empápate de impresionismo.
El antiguo asentamiento romano de Aix-en-Provence se encuentra tan sólo a media hora de Marsella, perfecto para pasar un día al aire libre y disfrutar de su ambiente bohemio y artístico. Seguramente reconocerás sus paisajes por los cuadros impresionistas, en especial los óleos y acuarelas de Paul Cézanne. Existe una ruta señalizada por las calles de Aix-en-Provence -con salida desde la Oficina de Turismo- que te guiarán sobre los pasos del célebre pintor, desde las cafeterías que frecuentaba a las iglesias, escuela, vivienda y campiñas donde se inspiró. Y para descansar después del paseo, nada mejor que tomar un café y un 'calisson' -los dulces típicos de almendras y frutas confitadas de Aix-en-Provence- en las animadas terrazas del casco antiguo. Así podrás recuperar fuerzas y visitar sus numerosos museos de tapices, porcelana, de pintura impresionista o de objetos del siglo XVII.
Valle de Luberon
Una mezcla de colores y olores para disfrutar de una aventura entre las montañas.
Por el olor a lavanda lo encontrarás.
Si tienes ocasión de alquilar un coche y lanzarte a la aventura, tu ruta debería comenzar por el Valle de Luberon: un extraordinario recorrido entre viñedos, chateaux y extensiones de lavanda que te convertirán en protagonista de tu propia película francesa. Considerado una de las regiones más bellas de Francia y escenario habitual de proyectos de cine, el Parque Natural de Luberon es conocido por sus campos de lavanda que impregnan el aire con su fragancia, especialmente a comienzos del verano. El pueblo de Gordes -a 90 kilómetros de Marsella- es uno de los más turísticos del valle, tanto por sus impresionantes vistas desde lo alto de las colinas de Vaucluse como por su herencia medieval y calles empedradas. Si tu visita coincide con alguno de los mercados artesanales que organizan semanalmente encontrarás productos típicos de la región, artesanía local y derivados de la lavanda.
Les Baux de Provence
Una fortaleza en la montaña para descubrir y conocer la historia de esta zona tan característica.
Regreso al medievo.
La ciudadela medieval Les Baux de Provence se alza imponente en la cima de los montes Alpilles, como una fortaleza escarpada, protegida por los bosques y rocas calcáreas que han formado antiguas minas de extracción de minerales, como la 'bauxita' autóctona. Les Baux se encuentra a poco más de 80 kilómetros de Marsella y representa a la auténtica Provenza, gobernada por duques y nobles, de los que dejan constancia sus castillos y palacetes, murallas y torres defensivas. La fortaleza de los Baux fue construida en el siglo X y sufrió guerras de poder durante los siguientes siglos, por lo que hoy sólo se puede visitar las ruinas de su antiguo esplendor, con una capilla excavada en la roca, catapultas reconstruidas y la conocida como Torre del Homenaje levantada en el siglo XIII, custodiada por torres defensivas.
Allauch
La provenza francesa te espera para mostrarte sus pequeños pueblos, costumbres y ofrecerte un día tranquilo.
Escondido entre montañas.
A tan sólo 14 kilómetros de Marsella y con conexión frecuente en tren, la localidad de Allauch se convierte en una propuesta irresistible para disfrutar de las tradiciones y el costumbrismo de la Provenza francesa. Se trata de un pintoresco pueblo escondido entre montañas, el macizo de Garlaban o de Marcel Pagnol, en honor al novelista y cineasta francés que popularizó en sus obras esta aldea donde pasó su infancia. Entre las atracciones turísticas de Allauch se encuentra la Explanada de los Molinos, con cinco vetustos molinos de viento del siglo XVII que tuvieron que ser trasladados a su ubicación actual cuando la Iglesia de San Esteban fue construida y les quitaba el viento. También merece la pena visitar las ruinas del Castillo de Ners y las tiendas de estatuillas y turrones artesanos, típicos de este lugar.
Cassis
Si dispones de más tiempo, no dejes de visitar algún pueblo cercano como éste y mezclarte con sus gentes.
Un pueblo pesquero a orillas del mar.
La esencia de los pueblos pesqueros de barcas pintorescas -conocidas como 'pointus' por su forma puntiaguda- es el carismático Cassis, a media hora de Marsella. En este pueblecito disfrutarás de la mejor gastronomía pesquera, acompañada de su vino blanco autóctono. Las calas de Cassis son famosas por sus aguas cristalinas custodiadas por imponentes acantilados de piedra calcárea, a las que se puede acceder en barco, con rutas que van de cala en cala. Éste es el mejor enclave para disfrutar de un día de playa y chiringuitos, en especial durante la época de verano, y regresar en barco de nuevo a Marsella cuando caiga el sol. Cassis ofrece también rutas de senderismo adentrándose en sus bosques, e incluso se puede contactar con equipos de submarinismo que te llevarán en lancha a las mejores zonas para contemplar su extraordinario paisaje subacuático.
Les Calanques
Por tierra o por mar, las vistas de esta zona no se parecerán a nada que hayas visto, altamente recomendable.
Un día de senderismo entre acantilados.
El macizo de Calanques supone un cierre montañoso a la ciudad de Marsella con vistas al mar, imprescindible para una jornada de excursión al aire libre cerca de la ciudad. A lo largo de 20 kilómetros, cuatro de ellos en forma de escarpados acantilados, los Calanques reúnen a senderistas, amantes de la naturaleza, ornitólogos y relajados turistas que prefieren un paseo en barco frente a la costa para admirar su belleza. Para el paseo marino sólo tienes que ir al Puerto Viejo y consultar disponibilidad. Si eres de los valientes que quiere caminar por sus senderos y bosques, la ruta más fácil es la conocida como Calanque de Sugiton, a la que se accede cogiendo el autobús 21 en la Rue Canebière y bajándose en la última parada. Dependiendo de la época del año, los accesos pueden estar restringidos, por lo que conviene informarse previamente.
Archipiélago de las Frioul
Acantilados, mar e historia unidos en este archipiélago frente a Marsella.
Un paseo en barco.
Cuenta la leyenda que el escritor, piloto y aventurero Antoine de Saint-Exupéry, padre de 'El Principito', falleció frente a las costas de Marsella durante un vuelo de reconocimiento en 1944, cuando pilotaba para las Fuerzas francesas libres y fue derribado por un avión nazi. Si fue así, el lugar donde habría caído se encuentra cerca del Archipiélago de las Frioul, un conjunto de islas entre las que se encuentra la de If, con su célebre Castillo-prisión. El Archipiélago consta de escasas 200 hectáreas con acantilados calcáreos, playas semi vírgenes y algún que otro restaurante y chiringuito en el Puerto de Frioul, al que podrás llegar con un breve paseo en barco desde Marsella. El peculiar micro clima del archipiélago hace que sea también refugio de aves autóctonas y flora característica que sólo crece entre las piedras de este lugar.
Sylvain Depuichaffray
Si te gusta el dulce, aquí enloquecerás viendo todo lo que te pueden ofrecer, imprescindible y dulce visita.
Para los más golosos.
La siguiente recomendación, sólo apta para golosos sin problemas de azúcar, es uno de los pecados franceses que no te puedes perder si quieres disfrutar de un delicioso té con tarta. La discreta pastelería Sylvain Depuichaffray, situada en la Rue Grignan de camino a Notre- Dame de la Garde, se ha ganado a pulso la fama de cubrir todas las expectativas y caprichos en lo que a repostería se refiere, con su horno artesanal preparado para sorprender con frutas de temporada y salsas dulces que ni siquiera habrías imaginado. Los lugareños acuden a primera hora de la mañana porque saben que a medida que pasan las horas, la deliciosa oferta se va acabando. Bizcochos con sopa de almendras y frutas del bosque, pana cotta con cerezas, coco cremoso de maracuyá y fresas... las nuevas recetas de repostería no te dejarán indiferente.
O'Bidul
Un sorprendente restaurante con dos platos a elegir regentado por un curioso hombre.
Pequeño local, pero grandes platos.
Sin duda lo primero que te sorprenderá del restaurante O'Bidul -ubicado en la Rue de la Palud- es que un sólo hombre atiende, aconseja, toma nota y ¡cocina! Se trata de un pequeño local con sólo dos platos a elegir, pero muy bien seleccionados entre los productos más frescos de la temporada y cocinados con verdadero entusiasmo. El O'Bidul, regentado por el chef Fabrice Bazin, apuesta por las recetas caseras combinadas con toques de cocina de autor. Así encontrarás contundentes platos desde la ensalada de jamón serrano, canónigos, huevos de codorniz y aceite de pistacho a la difícil elección entre carne o pescado: bacalao con risotto o codorniz con verduras, sin olvidar los deliciosos postres para los que conviene dejar sitio. Platos simples, generosos, perfectamente elaborados y asequibles. Los marselleses ya conocen este pequeño rincón secreto: es hora de descubrirlo.
Grand Bar des Goudes
Si lo tuyo es el pescado y el marisco, no dejes de visitar este restaurante cerca de Marsella.
Del mar a tu plato.
A tan sólo media hora de Marsella se encuentra el pueblecito pesquero de Les Goudes, que tanto por lo pintoresco de su paisaje como por su rica gastronomía recién sacada del mar merece una visita. Entre sus propuestas de restauración te cautivará el Gran Bar Des Goudes, ubicado en la Avenue Desire Pellaprat. Para ubicarte sólo tendrás que ir al puerto marítimo y una vez allí buscar la terraza encalada y decorada con madera con sus sombrillas bajo el sol de la Provenza que invitan a contemplar los mejores atardeceres. Aquí podrás degustar el típico 'bouillabaise' (bullabesa) provenzal, que es una deliciosa sopa de pescado acompañada de picatostes y en ocasiones grandes piezas de frutos del mar -hasta seis especies autóctonas- y gratinado de queso. Las parrilladas de pescado son otra de sus especialidades que no te puedes perder.
Le Cigalon
En un pequeño pueblo medieval, qué mejor que dejarse llevar y degustar la gastronomía local.
Un restaurante único por sus vistas y su comida.
Si entre las visitas a las afueras de Marsella has llegado a La Treille -el pequeño pueblo medieval en lo alto de una montaña donde pasó su infancia el escritor y cineasta Marcel Pagnol- encontrarás un recoleto restaurante en lo que podría considerarse la cima de Marsella. Las impresionantes vistas de Le Cigalon, situado en el Boulevard Pasteur, sólo son comparables a la fama de su cocina. Entre sus especialidades destaca la auténtica receta de manitas de cordero y un paquete de tripa conocido como 'pieds et paquets', cocinada al estilo de 1896, la 'liebre royale' y las 'alouettes sans tête', que consiste en rollitos de carne guisados a las finas hierbas y cuya receta también se remonta al siglo XIX. Fuera de carta, Le Cigalon ofrece también menús provenzales de 8 a 32 euros, acompañados del mejor vino francés.
Le Julien
Para tomar allí o para llevar, tú eliges qué prefieres en este local.
Platos y tapas por Marsella.
Después de un largo día de turismo seguramente agradecerás encontrar un rincón donde la alta cocina no está reñida con la cantidad en los platos y siempre hay que dejar hueco para llegar al postre. Le Julien es ese rincón, situado en la Rue Paradis cerca del Puerto Viejo. Se trata de un acogedor restaurante cuyo foie gras casero se ha hecho tan famoso que incluso tienen servicio para llevar. También podrás comprar aquí sus delicadas cajas de vino, con las mejores recomendaciones de los expertos, que son perfectas para un regalo sofisticado. En Le Julien te ofrecen cenas de tapeo francés, con su extensa carta de quesos, o platos más elaborados como su pasta linguini con gambas y tomate fresco, rodaballo a la parrilla y las típicas mollejas con crema de colmenillas, que son una especie peculiar de setas.
La Samaritaine
En una zona inmejorable, este es un lugar emblemático en la ciudad para hacer un alto en el camino.
Una cafetería con más de 150 años de historia.
Toda una institución en el Puerto Viejo de Marsella, reconocerás a La Samaritaine por el chaflán que hace su esquina, con una amplia terraza que casi siempre está a reventar. A los lugareños no les importa que el servicio les atienda cuando toque, no cuando llegan, así que ármate de paciencia y disfruta del paisaje urbano mientras llega el café. Se trata de una cafetería con más de 100 años de historia, situado en un edificio de 1860 que empezó su andadura gastronómica en 1910 y que tuvo que ser reconstruido tras el bombardeo alemán de 1945. La oferta gastronómica se limita a desayunos -con periódico disponible-, aperitivos, sándwiches, ensaladas y dulces para meriendas de media tarde acompañadas de un café. Eso sí: ten en cuenta que los precios son acordes a la solera del edificio y su ubicación.
Salah Thai
Si quieres probar algo diferente, este lugar es perfecto para ti, con comida tailandesa y vietnamita y con buenos precios.
¿Te apetece algo exótico?
Si en algún momento te cansas de la cocina francesa y quieres experimentar cierto exotismo gastronómico, debes considerar que los clientes de Salah Thai siempre vuelven, por lo que conviene reservar. Se trata de un tailandés-chino-vietnamita que encontrarás en el Boulevard Bara, de martes a sábado, con una interesante oferta al mediodía de menús rápidos a 13 euros. El nombre de 'Salah Thai' en tailandés significa 'lugar de relajación': deja los problemas en la entrada, que del estómago se encargan ellos. Sus precios son más que asequibles, de nueve a doce euros, donde podrás disfrutar desde los clásicos fideos crujientes con langostinos o carne a los rollitos de primavera en todas sus variantes, pasando por exóticas ensaladas de papaya picante, sopa de camarones al coco, cangrejo o pollo rellenos y otras delicatessen para los amantes de la cocina asiática.
Restaurant Miramar
Es toda una experiencia para los sentidos, pero no para todos los bolsillos.
Para bolsillos desahogados.
El ritual de la auténtica 'bouillabaisse' (sopa de pescado) ya empieza a agitar el estómago: primero te presentan las tostadas de pan para untar con ajo y alioli, que después sumerges en el plato de pescado. ¡Et voilà! Ya tienes la experiencia provenzal en estado puro y uno de los mejores rincones para probarla es el Restaurante Miramar, en Quai du Port, donde puedes pedir mesa en su acogedora terraza con vistas al puerto y siempre conviene reservar. Eso sí: la calidad de los frutos del mar que componen sus elaboradas recetas hace que el menú medio salga por 60 euros / persona, y tanto los buenos vinos como sus elaborados postres harán que sigas sumando enteros a la cuenta. En cualquier caso, los clientes de bolsillos desahogados destacan que no han probado mejor 'bouillabaisse' en toda Marsella.
La Passarelle
Platos bien preparados y con ingredientes naturales, todo ello en un jardín perfecto para una velada increíble.
Cocina mediterránea y de calidad.
Reconocerás el mágico enclave de La Passarelle, -situado en la Rue du Plan Fourmiguier- por la exuberante vegetación que cubre su entrada. Esto sólo es el comienzo. En su interior se esconde un jardín secreto, perfectamente ambientado, donde las cenas y las noches iluminadas se convierten en más que una experiencia gastronómica. Entre sus novedades destaca el huerto ecológico propio del que se abastecen, que seguramente apreciarás en la intensidad del sabor de sus verduras. Centrado en la cocina mediterránea, en La Passarelle no sólo te ofrecen los clásicos platos marselleses de pescado, sino toda una carta centrada en la comida sana y el cuidado al mínimo detalle, como las exóticas flores que decoran sus postres. Los precios oscilan entre los 10 y 20 euros, por lo que merece la pena descubrir este rincón de cocina saludable para todos los bolsillos.
La Table du Fort
Un restaurante muy exclusivo pero no especialmente caro para terminar un día perfecto.
Excelente cocina y servicio a buen precio.
Si quieres sentirte principesco por un día, con una atención exquisita y menú digno de una casa real, en La Table du Fort se han hecho famosos por su atención personalizada y su pasión en cada plato que propone el joven chef y dueño Nicolás Muller. Con unos precios asequibles y generosos, menús de 35 a 50 euros, este restaurante situado en la Rue Fort Notre Dame se ha hecho un hueco entre las mejores propuestas gastronómicas de Marsella. Entre sus delicatessen encontrarás 'lomo de cerdo sobre cama de guisantes y queso Brocciu', 'cordero con hummus, tomate relleno y zanahorias cocidas con naranja' o 'asado de langostas sobre risotto de alcachofas'. La Table du Fort, con una amplia y completa carta de vinos que hacen un perfecto maridaje, demuestra que no es necesario tener terraza y vistas para disfrutar de una excelente cocina francesa.
L'Epuisette
Además de por su cocina, este lugar te sorprenderá por sus vistas, ideal para una noche especial.
Un restaurante inolvidable.
El restaurante clave para los atardeceres y las ocasiones especiales es L'Epuisette, que se encuentra literalmente suspendido sobre el mar, en el puerto de Vallon des Auffes, donde puedes cenar mientras escuchas las olas. La decoración, la presentación de los platos que parecen obras de arte y sobre todo, la exquisita cocina harán que tu experiencia en L'Epuisette sea inolvidable. La mejor opción es dejarte aconsejar por el sumiller y los camareros, que conocen las variaciones de la carta en función de la temporada, aunque destaca su clásica 'bouillabaisse' (sopa de pescado), que cuando abandones Marsella sólo podrás amarla u odiarla. Mención aparte merecen sus postres, que dejan boquiabiertos a los gourmets más exigentes y siempre sorprenden con sabores que juegan con las papilas gustativas: o se deshacen en la boca, o explotan en texturas, pero desde luego nunca habrías imaginado un postre así.
Rutas en yate
Si tu presupuesto lo permite, haz que una tarde sea especial a bordo de un lujoso yate.
Un capricho muy especial.
Navegar nunca estuvo a la altura de todos los bolsillos, pero si tienes un capricho o quieres sorprender a alguien con una velada romántica en alta mar, existe una propuesta de ocio que podría salir en las portadas del lujo y glamour. A 31 kilómetros de Marsella, en el puerto de La Ciotat, la empresa Yatching Motors pone a tu disposición sus exquisitas embarcaciones donde celebrar un atardecer, un compromiso o luna de miel, disfrutar de un cóctel o vivir la mayor aventura en alta mar. Ofrecen dos tipos de navegaciones: más trepidante y saltando sobre las olas a bordo de su Opharia (800 euros, medio día) o la versión relajada y sibarita a bordo del Cyos ( de 700 a 1500 euros, medio día). El Cyos está preparado incluso para pernoctar y disfrutar de un cóctel a bordo, si el bolsillo lo permite.
Marseille Le Grand Tour
Si no dispones de tiempo, una opción muy recomendable es hacer un recorrido en el bus turístico de la ciudad.
Un paseo rápido por la ciudad.
Si tienes poco tiempo para conocer Marsella y no puedes callejear por la ciudad, una propuesta lúdica y cómoda es el autobús turístico que recorre cada rincón turístico y hace paradas en los principales monumentos. Le Grand Tour de Marsella cuenta con una flota de autobuses de dos plantas, la superior abierta al aire libre -por lo que la misma empresa recomienda tener cuidado con las ramas de los árboles y semáforos-, y audioguías en varios idiomas que explican cada monumento. El paseo en bus turístico dura una hora y media, aproximadamente, con billetes a 18 euros que te permiten bajar y subir al autobús todas las veces que quieras durante un día. La primera salida es a las 10.00 en el Puerto Viejo y hace paradas en 13 puntos clave como la Catedral de la Mayor, Notre Dame de la Garde y Fort Saint-Nicolas, entre otros.
Expedición submarina
Para los más atrevidos, te proponemos una sesión de submarinismo para descubrir los tesoros del mar.
Descubre las profundidades del mar.
¿Sabías que frente a las costas de Marsella descansan los restos de al menos 12 pecios naufragados? Con nombres tan sugerentes como el Líbano, Drome, la Chefchaouen o el Santo Domingo, los amantes de las expediciones náuticas encontrarán su aventura perfecta en el centro de ocio Goudes, club deportivo en el puerto pesquero del mismo nombre, situado a pocos kilómetros de la Playa del Pointe Rouge. Antes de la inmersión para visitar de cerca estos barcos encallados, el capitán dará una charla introductoria sobre la historia del naufragio y lo que verás bajo el agua, como un explorador subacuático, digno de las novelas de Julio Verne. También ofrecen inmersiones de turismo submarino para bucear entre el variado ecosistema que ofrece Marsella. Si el submarinismo no es lo tuyo, el club deportivo de Goudes presenta otras actividades como kayak, surf o motos acuáticas.
Relax y spa en el Puerto Viejo
Un spa con vistas al mar donde te costará elegir qué tratamiento hacer, muy recomendable.
Un regalo relajante.
¿Te imaginas una relajante sesión de masajes, cuidados estéticos y spa con vistas al puerto deportivo de Marsella? Si después de hacer turismo y caminar por las calles de la ciudad necesitas un descanso o si quieres sorprender a tu pareja con una sesión romántica de aromaterapia y relax, el Sofitel de Marsella abre sus puertas al So-Spa, con unas impresionantes vistas al Puerto Viejo. Prácticamente todas las terapias que puedas imaginar se funden en este espacio con un cuidado interiorismo zen, decorado en blanco y madreperla que te trasladará a otro mundo. Exfoliación con algas, masaje e hidratación después de una jornada de sol, con circuito de piscina, cromoterapia, hammam y sauna, el So-Spa apuesta por el bienestar de cuerpo y mente, e incluso cuenta con una sala de ejercicios que te permitirán hacer deporte con vistas al mar.
Ruta vitivinícola
Una ruta por los viñedos de la zona, con catas y degustaciones, es otra alternativa si dispones de días.
El paraíso de los amantes del buen vino.
Los gourmets y amantes del buen vino francés tienen en Marsella una gran ocasión para visitar los viñedos tan característicos de la Costa Azul y Provenza. Existen multitud de empresas locales que te acercarán a las principales familias bodegueras para conocer sus secretos. Si dispones de poco tiempo, en 'Unique Provence' te proponen una excursión de un día a Cassis y Bandol, especializados en vino blanco y tinto respectivamente. Pero si tu idea es profundizar en la región, existen viajes preparados para conocer los secretos de la producción de perfume con lavanda típicos, con estancia en un Spa incluida, visita a los mercadillos de artesanías locales y elaboración de los exquisitos quesos franceses. Tú eliges cuál es la ruta que quieres hacer y ellos ponen a tu disposición los medios de transporte y reservas en cada lugar.
Paseo en un 2CV
Una original y divertida forma de ver la ciudad es en un 2CV acompañado por un guía local.
¿Quieres pasear en un coche antiguo?
Los aficionados al cine y las cinematográficas persecuciones de coches seguramente recuerden una trepidante escena donde Roger Moore como James Bond conducía a toda velocidad un Citroën 2CV. Y en Marsella, aunque no esté permitido circular a esas velocidades, podrás sentirte estrella por un día y disfrutar de un paseo provenzal en uno de estos míticos coches descapotables, conducido por un guía local que te llevará por los lugares más turísticos y por los rincones menos conocidos. La empresa que se encarga de estos tours de estilo retro, 'Marseille en 2CV', puede organizar rutas a medida. El paseo en pequeño coche francés -modelo de los años setenta- ofrece una propuesta divertida para hacer turismo urbano o visitar los alrededores, como la carretera que bordea la costa y esconde las estampas más pintorescas de la ciudad.
Parc du Prado Balnéaire
Para pasar un día divertido y con niños, apúntate esta playa en tus imprescindibles.
Una playa artificial con mucho que hacer.
Si viajas con niños o te gusta el surf encontrarás la oferta deportiva y de ocio más completa en el Parc du Prado Balnéaire, una playa artificial creada en los años setenta con la intención de aprovechar el viento mistral que azota la costa y mantener la consistencia de la playa. De ahí que sea uno de los núcleos surfistas de Marsella, donde podrás alquilar neopreno y tablas para coger olas. O bien disfrutar de las hamacas y chiringuitos, patines de agua y motos acuáticas, también disponibles para alquiler. En Parc du Prado Balnéaire podrás deleitarte con conciertos al aire libre al caer la noche, especialmente en la temporada estival. Esta playa es de tipo rocoso, por lo que si buscas arena, puedes acercarte a la Playa de la Pointe Rouge, también cercana a Marsella y muy frecuentada por las familias con niños pequeños.
Recorrido en bicicleta eléctrica
Disfruta del turismo a dos ruedas y con visita guiada a los puntos más importantes de la ciudad.
Otra forma de ver la ciudad.
Reconócelo: te gustaría ver Marsella sobre dos ruedas, pero el pedaleo y las agujetas no es lo tuyo. No hay problema, existen empresas dedicadas al turismo sostenible y la perspectiva marsellesa desde otro punto de vista, que ofrecen su dotación de bicicletas eléctricas para el tour. Esto implica menos pedaleos para avanzar kilómetros y posibilidad de enganchar un remolque o sillitas para niños, por lo que puede ser una agradable forma de hacer turismo en familia. El recorrido sale desde el Puerto Viejo, acompañado por un guía local que te irá señalando los monumentos y secretos curiosos de la ciudad. Se puede acordar recorridos de dos o cuatro horas, que incluyen una visita al Palais du Pharo, a la carretera costera que lleva a pueblos de pescadores, todo ello con descansos para contemplar el paisaje, hacer fotos y disfrutar de la gastronomía local.
Teatro Nacional de Marsella - La Criée
En una zona con mucho que hacer y que ver, te recomendamos consultar su agenda para no perderte ningún espectáculo.
Un antiguo mercado, hoy el teatro nacional.
La imponente fachada de hierro y cristal de La Criée (en francés, 'La Subasta') esconde en su interior la antigua estructura del mercado de abastos construido en 1909, que durante setenta años albergó puestos de venta de pescado fresco de su vieja lonja. Hoy alberga el Teatro Nacional de Marsella, que puede ser una gran propuesta para disfrutar del ocio cultural en la ciudad. La Criée presenta una amplia oferta escénica que va desde ballet a teatro clásico, conciertos, performances, festivales de músicas del mundo, danza contemporánea o teatro infantil, por lo que conviene que consultes su cartelera en cuanto llegues a Marsella si no quieres quedarte sin entradas. El Teatro se encuentra muy cerca del Puerto Viejo, en la calle Rive Neuve, rodeado de restaurantes y cafeterías donde probar la excelente gastronomía francesa después de asistir al teatro.
Catedral de Marsella
Con una arquitectura y estilo muy marcado, es una visita que no puedes perderte, especialmente en agosto.
Un monumento único e imprescindible.
Considerada un monumento único en su estilo, la catedral de Marsella -conocida como Sainte-Marie-Majeure- llama la atención por su ecléctica arquitectura de estilo románico-bizantino, construida a mediados del siglo XIX con diseño de León Vaudoyer. De nuevo se encuentra aquí el característico mármol blanco y pórfido rojo, como en Notre-Dame de la Garde, creando un dibujo exótico de influencias orientales en su fachada, con exóticos arcos y mosaicos. Las grandes dimensiones de Sainte-Marie-Majeure hacen que sea comparable a la Basílica romana de San Pedro, edificada sobre los restos de una Sainte-Marie-Majeure, 'la Vieja'. A mediados de agosto se rinde culto a la virgen con procesión y ofrendas, recorrido en hombros y petición de favores, por lo que si viajas en verano no puedes perderte este pintoresco espectáculo de tradición religiosa, con influencias heredadas de los marineros italianos.
Castillo de If
Una fortificación en la bahía de Marsella que podrás visitar en barco.
La prisión del Conde de Montecristo.
La Bahía de Marsella acoge otra de las polémicas fortificaciones que caracterizan a la ciudad, el Castillo-Prisión de If, levantado en el islote del mismo nombre. Fue ordenado por el rey francés Francisco I en 1527 con la supuesta intención de proteger a la ciudad de ataques enemigos por mar. Pero la verdad es que los indomables marselleses no aceptaban órdenes y la monarquía quería mantenerles bajo control con los cañones apuntando al paso marítimo y las construcciones en tierra. El Castillo de If también es conocido por albergar la prisión donde supuestamente estuvo retenido Edmond Dantés, el Conde de Montecristo, personaje inventado por el escritor Alejandro Dumas en el siglo XIX. Si quieres visitar el islote y la fortaleza existe una línea regular de barcos que salen desde el Puerto Viejo todos los días.
Ayuntamiento de Marsella
Un antiguo edificio con una impresionante fachada alberga hoy el ayuntamiento de la ciudad.
Visita imprescindible en el puerto.
El Consistorio de la ciudad es otro de los monumentos históricos en el que queda reflejado el mandato del rey Louis XIV y la estricta diferencia de clases. El edificio de impresionante fachada barroca se levantó sobre los restos de lo que fue la Maison de Ville, que desde el siglo XIII alojaba a los cónsules y comerciantes. Eso sí: los vendedores en la planta baja y los diplomáticos en la superior, a la que se accedía además por otra entrada noble. El Ayuntamiento recibe el nombre de 'Pabellón Peuget' en honor al arquitecto Pierre Peuget que añadió sus conocimientos sobre las lujosas villas parisinas y genovesas a la renovación del palacete en el siglo XVI. En los siglos siguientes se dedicó a albergar la municipalidad, con la ampliación del edificio anexionándolo a las viviendas cercanas.
Le Bateau Ivre
Una curiosa escultura que se eleva sobre el mar, no dejes de verla.
La obra de Jean Amado
Si tu recorrido turístico te lleva a la Playa del Prado encontrarás hectáreas de jardines, campos deportivos y juegos infantiles donde pasar un agradable día en familia. Aquí se esconde también una de las obras del escultor francés Jean Amado, que vivió y trabajó en Marsella durante la década de los cincuenta. El llamado 'Le Bateau Ivre', 'el Barco Ebrio', homenaje al atormentado poeta Arthur Rimbaud y a su poema del mismo nombre. La escultura de Amado sigue la línea de crear estructuras superpuestas que parecen nacer de la tierra, con bajorrelieves y capas que no olvidan su formación como ceramista, pero sí ahonda en el tratamiento del hormigón y la oxidación de los materiales. Finalmente, el resultado es un monumento que puede parecer un barco o una alteración orográfica, con montañas rectas que se elevan sobre el mar.
Fortaleza de San Nicolás
Con la movida historia francesa, encontrarás lugares donde echar la vista atrás, como esta fortaleza.
Restos de lo que en su día fue.
Detrás de la Abadía de San Víctor y en el comienzo del puerto encontrarás los restos del enfrentamiento histórico entre la monarquía de Louis XIV y el pueblo revolucionario de Marsella, partidarios de La Fronda, movimiento antimonárquico. Cuando el rey ordenó tomar la ciudad, tirar sus murallas medievales y construir la Ciudadela de San Nicolás con cañones hacia el pueblo, en el año 1664, no podía imaginar que esta fortificación sería la primera en ser incendiada como venganza durante la Revolución Francesa, y casi destruida por los insurgentes. Una orden de la Asamblea Nacional impidió que terminaran de derrumbar la fortaleza. Hoy el Fuerte de San Nicolás, dividido entre Fuerte Alto y Fuerte Bajo custodia la entrada del puerto y aunque en su día acogió la capilla medieval de San Nicolás, ya no quedan restos de ella.
Abadía de San Víctor
Una visita obligada para los amantes de la historia y mejor aún si es en febrero.
Un lugar con una oscura leyenda.
El nombre de la Abadía de San Víctor se debe al mártir San Víctor de Marsella, que según cuenta la leyenda se negó a ir a la guerra y renunciar a su fe, por lo que le torturaron y desmembraron con una piedra de molino. Su tumba yace en la cripta de esta iglesia, que se remonta al siglo IV, donde se encuentran varios sarcófagos de un antiguo cementerio paleocristiano, ya que esta iglesia se alza sobre los restos de un milenario asentamiento. Si tu viaje a Marsella está previsto para febrero, podrás vivir uno de los momentos de mayor esplendor en visitar la Abadía de San Víctor, ya que a primeros de mes se celebra una procesión multitudinaria desde el Vieux Port hasta la ermita , para llevar en procesión a la Virgen Negra.
Palacio Longchamp
Un monumento para recordar la llegada del agua, tan importante para la vida de la ciudad.
La celebración del agua.
La sequía y las enfermedades infecciosas que asolaban Marsella en el siglo XIX hicieron necesaria y urgente una compleja obra de ingeniería que condujera el agua del río Durance a la ciudad. La obra llevó más de 30 años de trabajos, 85 kilómetros de Canal, 18 acueductos y conducciones subterráneas que concluyeron con agua corriente a mediados del siglo XIX. El Palacio de Longchamp es una arquitectura conmemorativa de la llegada del agua a Marsella, inaugurada en 1869 y cuajada de esculturas y alegorías referentes a la fertilidad y la vida, con su fuente principal conocida como 'Chateau D'Eau'. En el Palacio y alrededores se instalaron el Museo de Bellas Artes, el Museo de Historia Natural, Jardín Botánico, Zoológico e incluso un Observatorio, que todavía hoy analiza los datos procedentes de telescopios internacionales y abre sus puertas al público para conocer sus investigaciones astronómicas.
Fort Saint Jean
En ocasiones, el enemigo está muy cerca, o eso pensó el rey Luis XIV al construir esta fortaleza.
Una amenaza al pueblo.
Lo más inquietante del Fort Sain Jean es que sus cañones miran hacia la ciudad y no hacia el mar, porque no se trataba de una fortaleza diseñada para defenderse de los enemigos exteriores sino del pueblo. El rey Luis XIV ordenó su construcción en 1660 como forma de advertencia a los levantiscos marselleses que destacaban por sus revueltas anti gubernamentales. No le sirvió de mucho: el Fort Saint Jean fue tomado por las turbas revolucionarias en 1790 y posteriormente también rodaron cabezas de jacobinos en su patio, tras la caída de Robespierre. Tras este pasado sangriento y siglos de uso militar, desde 2013 el fuerte Saint Jean está conectado mediante una pasarela aérea con el conjunto expositivo del nuevo Museo de las Civilizaciones de Europa y el Mediterráneo, primer museo nacional francés fuera de París. Una visita imprescindible.
Porte d'Aix
Te parecerá estar viendo un monumento romano, pero no, se trata de un símbolo de la fuerza francesa.
Monumento a los triunfos franceses.
Otro de los monumentos emblemáticos de Marsella es el Porte d'Aix, un arco del triunfo a las puertas de la ciudad, con inspiración romana y reminiscencias de arquitecturas como los Arcos del Triunfo de Tito o de Trajano. El Porte d'Aix, que comunica Marsella con Aix-en-Provence, fue un proyecto iniciado en 1784 'para la gloria del rey Louis XIV', que tenía problemas de sublevaciones internas y quería destacar sus logros políticos. Finalmente, la construcción de esta Puerta Real no comenzó hasta 1825, con la dirección del arquitecto Michel-Robert Penchaud, que vio cómo el monumento se retrasaba y no finalizaba hasta más de una década después, obviándose los homenajes personalistas para ser finalmente un 'Arco del triunfo' de las victorias francesas en general. A pesar de las restauraciones, en tu visita comprobarás que la piedra del Porte d'Aix ha sufrido la erosión del tiempo.
Vieux Port
Observa las pequeñas embarcaciones y hazte una idea de la importancia de este pequeño puerto a lo largo del tiempo.
Un lugar donde se para el tiempo.
El origen del Vieux Port de Marsella se remonta a la época griega, cuando los aventureros invasores de la Galia protegieron sus barcazas en el interior de esta ensenada que cierra el conjunto histórico de la ciudad. Los talleres del Vieux Port son considerados monumentos históricos y componen una de las estampas más típicas de la ciudad. Aunque hoy en día la mayor parte de los cruceros atracan en el Puerto Nuevo, en las afueras, en el Puerto Viejo todavía se pueden ver las típicas barcas de pescadores y yates de recreo, rodeados del lujo y glamour de todo puerto deportivo. Si quieres contemplar esta zona de la ciudad desde otra perspectiva y recorrer los 206 metros del Vieux Port puedes embarcar en el Ferry Boat, que es la línea marítima más pequeña del mundo, abierta en 1880.
Notre-Dame de la Garde
Impresionante estructura en suaves colores, muy representativa de la ciudad y el mar.
La guardiana de los marineros.
Uno de los monumentos más representativos de Marsella, al que se puede acceder tras un agradable paseo en un vetusto funicular, es la basílica de Notre-Dame de la Garde, protectora de los marineros, también conocida como la 'Bonne Mére': la Buena Madre. Curiosamente, esta iglesia de estilo románico-bizantino, construida en 1853 al sur del carismático Puerto Viejo (Vieux Port) marsellés, se alza sobre los restos de una vieja fortaleza del siglo XVI que servía para proteger de los ataques enemigos por mar. Su fachada destaca por el blanco puro del mármol que contrasta con la pigmentación de la roca magmática pórfido con la que se selló su arquitectura. Y en lo alto, se alza majestuosa la estatua de 11 metros de la Virgen, recubierta en pan de oro y vigilante del mar y sus devotos pescadores a los pies.
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