Buscador
Para que sigas descubriendo el Mundo
¡Hola, Bucarest!
Nueva ruta Madrid-Bucarest
Vuela al corazón de Rumanía y descubre la pequeña 'París del Este' y sus sorprendentes alrededores.
Compra ya para volar entre junio y septiembre de 2026:
2 frecuencias a la semana.
Salidas desde Madrid:
miércoles a las 7:10 y domingos a las 6:45 horas.
Salidas desde Bucarest:
miércoles a las 12:45 y domingos a las 12:20 horas.
¡Hola, Montenegro!
Nueva ruta Madrid-Tivat
Sumérgete en los contrastes de Montenegro volando sin escalas a su vibrante capital costera, Tivat.
Compra ya para volar entre julio y septiembre de 2026:
2 frecuencias a la semana.
Salidas desde Madrid:
martes y sábados a las 10:55 horas.
Salidas desde Tivat:
martes y sábados a las 14:45 horas.
Rumanía es un destino que sorprende sin necesidad de grandes artificios. Situada entre los Cárpatos y el mar Negro, combina paisajes variados, pueblos que conservan tradiciones centenarias y una hospitalidad genuina. Es un país donde lo medieval y lo moderno conviven con naturalidad, donde los castillos se asoman a lagos envueltos en niebla y cada rincón tiene una historia que contar. Más allá de sus leyendas —como la del conde Drácula—, Rumanía invita a descubrir su lado más auténtico: la tranquilidad de los pueblos sajones de Transilvania, la energía cultural de Bucarest, el olor a pan recién hecho en los mercados y la fuerza de una naturaleza que todavía se mantiene intacta.
Bucarest, conocida como la pequeña París del Este, es una ciudad llena de contrastes. Entre avenidas amplias, edificios modernistas, parques infinitos y cafés con encanto, la capital rumana ha sabido reinventarse sin perder su esencia. Es un lugar donde lo clásico y lo contemporáneo se mezclan: arquitectura neoclásica junto a locales de diseño, museos frente a jardines escondidos y una vida cultural que no deja de crecer.
Pasear por la Calea Victoriei al atardecer, con sus fachadas históricas, librerías y boutiques.
Tomar un café en Carturești Carusel, una de las librerías más bellas del mundo, y perderse entre sus estanterías blancas.
Disfrutar de una tarde en los Jardines Cișmigiu, remando en el lago o leyendo bajo los tilos.
Probar una copa de vino rumano en un bar de la zona de Lipscani, mientras suena música en directo.
Visitar el Ateneo Rumano y asistir a un concierto clásico en su sala circular de mármol y frescos.
Descubrir la gastronomía local en el Mercado Obor, donde se mezclan los aromas de embutidos, encurtidos y pasteles.
Recorrer en bicicleta el Parque Herăstrău, el pulmón verde de la ciudad, bordeando el lago y los jardines japoneses.
Dejarse llevar por la vida nocturna de la ciudad vieja, entre terrazas, luces cálidas y cócteles de autor.
Visitar el Palacio del Parlamento, uno de los edificios más grandes del mundo, símbolo del pasado comunista.
Tomar el té en el SkyBar mientras cae la noche sobre los tejados de Bucarest, una panorámica moderna de una ciudad que mira hacia el futuro.
Montenegro es un país pequeño que sorprende por su diversidad. Situado entre el mar Adriático y las montañas, combina naturaleza salvaje, pueblos con historia y un estilo de vida tranquilo. Cada tramo de su costa y cada curva de sus carreteras ofrecen un paisaje distinto: acantilados que se asoman al mar, lagos rodeados de bosques y localidades de piedra que conservan el encanto del pasado. Aunque comparte costa con la conocida Croacia, Montenegro mantiene una personalidad más reservada y auténtica. Es un destino sereno, donde el tiempo parece ir a otro ritmo y el lujo se entiende de otra forma: menos ostentoso, más conectado con el entorno. Viajar a Montenegro es redescubrir la esencia del Mediterráneo, con su equilibrio entre naturaleza, cultura y descanso. Amaneceres junto al mar, tardes en pueblos medievales y noches bajo un cielo despejado forman parte de la experiencia de un país pequeño con mucho por ofrecer.
Pocas veces un país tan pequeño ofrece tantos contrastes. En pocas horas se puede pasar del azul del Adriático a las cumbres de los Alpes Dináricos, de pueblos medievales a paisajes que permanecen casi intactos. En el interior se descubre el Montenegro más genuino, donde la vida mantiene su propio ritmo, las tradiciones siguen vivas y la naturaleza se muestra en estado puro. Recorrer esta zona es una experiencia de desconexión: carreteras que serpentean entre montañas, lagos y valles, sin prisas y con la sensación de que el tiempo se detiene para disfrutar del camino.
A menos de dos horas del aeropuerto de Tivat, la capital montenegrina, puedes visitar algunas de las joyas del país:
Kotor, ciudad Patrimonio de la Humanidad, es una joya amurallada donde las calles empedradas se enredan entre iglesias y plazas. Subir hasta la fortaleza de San Juan regala una de las vistas más impactantes del Adriático.
Perast, con sus casas de piedra y su aire melancólico, invita a pasear sin rumbo y a embarcarse hacia las islas flotantes de Our Lady of the Rocks.
Lovćen National Park, un mundo de picos calizos y miradores infinitos, donde se encuentra el mausoleo de Njegoš, símbolo del orgullo montenegrino.
El Lago Skadar, el mayor de los Balcanes, es un paraíso para los amantes de la naturaleza y las aves acuáticas, con aldeas que se reflejan en sus aguas como en un espejo.
Durmitor, en el norte, es el corazón montañoso del país: glaciares, lagos de altura y el cañón del río Tara, uno de los más profundos del mundo.
Tras la intensidad del interior, Tivat ofrece un cambio de ritmo. Situada en plena bahía de Kotor, combina el encanto del mar con un ambiente moderno y cosmopolita. Es una ciudad pequeña, cuidada y con una energía que mezcla lo local con lo internacional. Te contamos algunas de las experiencias recomendadas por los viajeros en Tivat:
Pasear por el puerto de Porto Montenegro y disfrutar del ambiente relajado entre boutiques, galerías y restaurantes frente al mar.
Tomar un café o un cóctel al atardecer, con las montañas de la bahía reflejadas en el agua.
Navegar por la bahía de Kotor, considerada una de las más bellas del mundo, y descubrir pequeñas islas y pueblos costeros desde el mar.
Visitar los jardines botánicos de Tivat, un espacio verde lleno de especies traídas por marineros de todo el mundo.
Pasar un día de playa en Plavi Horizonti, con aguas claras y un entorno natural perfecto para desconectar.
Disfrutar de una cena con productos del mar en un restaurante local, acompañada de vino blanco montenegrino.
