Guía turística: qué hacer y ver en Venecia

Entre las islas de la laguna veneciana, será la elección para los amantes incondicionales de la historia. Por otra parte, no encontrarás en ningún otro lugar tanta calma como aquí. Si buscas una de las dos cosas, puedes tomar un viaje en vaporetto por la laguna de cerca de una hora. La isla supone el primer lugar ocupado en toda la laguna tras la caída del Imperio Romano. Aquí fue creciendo hasta el siglo XVI, cuando la población empezó a trasladarse hacia la zona de Venecia. Hoy, el lugar supone un pequeño paseo repleto de vestigios históricos. El primer lugar que hay que visitar es su Catedral de Santa María de la Asunción. Cuando estés delante de ella, obsérvala durante un buen rato. Después de ver las iglesias de Venecia no parece gran cosa, a pesar de su tamaño, pero no te dejes engañar, estás delante de la más antigua de todas ellas con catorce siglos de antigüedad. Tras visitarla y ver sus impresionantes mosaicos, nos podemos acercar a la vecina iglesia bizantina de Santa Fosca. Desde aquí, te aseguras un paseo agradable en cualquier dirección, pero si quieres un poco más de historia puedes visitar el Museo del Estuario que amplia el legado arqueológico de la isla.

Mientras estés en ella, eres parte de Venecia. De modo que es seguro que vas a disfrutar de sus fiestas tanto como los propios venecianos. A parte del Carnaval, la ciudad celebra muchas festividades a lo largo del año. En el primer fin de semana de septiembre se celebra la Regata Histórica en la que compiten los gondoleros de Venecia, así como remeros de Génova, Pisa o Amalfi. Pero lo más impresionante es su inauguración, con varias embarcaciones históricas desfilando por el Gran Canal. El 21 de Noviembre tienes que ver la fiesta en honor a Santa Madonna della Salute, a quién se pidió que remitiera la plaga de la peste en el siglo XVII. En su honor, se habilitan pasarelas sobre uno de los canales entre San Marcos hasta Dorsoduro para que los fieles puedan peregrinar a pie hasta su iglesia. Con un motivo similar, el tercer domingo de Julio se celebra la Fiesta del Redentor. Durante la misma, la bahía entre Venecia y la Isla de Giudecca rebosa de todo tipo de embarcaciones. En ellas, la gente pone mesas para comer dando lugar a una fiesta flotante. Pero has de asistir también la noche anterior, ya que no te puedes perder el increíble espectáculo de fuegos artificiales que la inaugura.

Es seguro que has oído hablar de él, pero el vivirlo sigue resultando una experiencia inolvidable. Alrededor de febrero, durante diez días y diez noches la ciudad vuelve a lucir como lo hacía en el siglo XVIII. Aunque su origen se remonta mucho antes, sobre el siglo XII. Por aquel entonces, la festividad surgió como una concesión hacia el pueblo menos pudiente. Durante estos días, las restricciones se suavizaban y se permitían todo tipo de diversiones. Incluso, se dice, podían hablar mal de la aristocracia sin temor a represalias. Debido a este contexto libertino empezó a surgir la tradición de llevar máscara. Pero hoy, se recuerda principalmente la época en la que éste tuvo su mayor apogeo justo antes de ser prohibido por Napoleón. Tuvo que esperar hasta 1979 para volver a celebrarse, pero desde entonces ha vuelto rápidamente a su habitual esplendor. La mejor manera de disfrutarlo es no sólo hacer fotografías, sino vivirlo desde dentro. Conseguir un disfraz, lógicamente, es una tarea fácil en esta época. Durante sus fiestas, especialmente el Martes de Carnaval, hay que ir a la Plaza de San Marcos que se llena de colores y de vestimentas realmente impresionantes.

Si eres un amante del séptimo arte, es posible que te interese hacer cuadrar tu viaje con el festival. Continuando con su antiguo papel de mecenas artística, se celebra entre Agosto y Septiembre su Mostra Internazionale d'Arte cinematografica di Venezia. Estos premios de gran prestigio internacional comparten categoría con otros como los de Cannes o San Sebastián. Su origen data de 1932 cuando emergió a raíz de otra de las grandes exposiciones de Venecia, la Bienal. A lo largo de sus más de ochenta años ha pasado por varios cambios. Aunque empezó como festival competitivo, en diferentes etapas se ha centrado más en buscar la novedad o hacer premios honoríficos. Pero a día de hoy, sus Leones de oro se otorgan c bajo los mismos criterios que el resto de festivales de su calibre. Durante su transcurso, la Isla de Lido es el escenario de sus ceremonias de apertura y entrega de premios, así como de las proyecciones más importantes. Entre el Palazzo del Cinema y el Palazzo del Casinò se reparten una serie de salas. Para asistir basta con que te acerques a la isla y compres las entradas, eso sí con la máxima antelación que puedas, ya que se agotan rápidamente.

Este lugar es llamativo desde dos puntos de vista. Para los interesados en la medicina, supone un documento excepcional de historia médica. Por otro lado, es un sitio perfecto para conocer una parte más peculiar de la vida en la antigüedad. Situado en la Isla de San Servolo, entre Venecia y Lido, se levanta lo que en un principio fue hospital para enfermos de la peste. Más tarde, pasó a ser un psiquiátrico desde el siglo XVIII hasta finales del XX. Hoy en día sigue funcionando como universidad, pero en su interior se encuentra uno de los rincones más sombríos. Su poco conocido Museo della Follia se encarga de mostrar una amplia exposición que narra cómo se trataba a los enfermos en su época de manicomio. Desde las camisas de fuerza o utensilios para terapia de electrochoque hasta una colección de fotos de pacientes del siglo XIX. Algo menos lúgubre, pero igual de interesante, resulta su antigua farmacia. En ella se elaboraron antaño multitud de medicinas para la ciudad, incluidos algunos tratamientos para la sífilis en la época anterior a la penicilina. La visita de esta isla, aunque truculenta, sin duda es excepcional y diferente con respecto al resto de la ciudad.

Tan sólo entrar para ver el interior del edificio ya vale la pena. Este hogar de la música se ubica en pleno centro histórico, pocos pasos al oeste de la Plaza de San Marcos. Desde que se levantó en 1792 el edificio ha acogido las óperas más importantes de los últimos tiempos, pero también ha sufrido varios incendios y remodelaciones. La última, en 2003, le da el aspecto que tiene actualmente. A poco que te interese el ballet o la ópera no puedes dejar de venir a alguna de sus representaciones. Al hacerlo, estarás presenciándolas en uno de los puntos claves para estas artes en todo el globo. Siendo Italia indudablemente la madre de la ópera, este teatro es uno de los lugares más selectos para asistir a grandes obras clásicas como La traviata o La toscana y sumándose a una larga tradición en el continente, Venecia contiene en su interior una singular debilidad por este arte. Junto con las orquestas de cámara, estas representaciones suponen uno de los aspectos más interesantes en los que indagar en la ciudad. Sin embargo, mientras que las primeras suelen realizarse en diversos ambientes peculiares como la Escuela Grande de San Teodoro o la iglesia de San Giacometto, la ópera tiene aquí su casa predilecta.

Independientemente del gusto musical de cada uno, no se puede dejar Venecia sin haber presenciado un concierto clásico. Desde la Edad Media, la música ha sido uno de los pilares artísticos de la ciudad. Todavía hoy este arte sigue mimándose y puedes acceder a él en diferentes sitios. Una de sus modalidades más impactantes se ubica en el Palazzo Barbarigo-Minotto, frente al Gran Canal cerca de la Plaza de San Marcos. En el interior de este palacio gótico del siglo XV, se realizan conciertos íntimos entre raciones de queso y vino. Es una de esas actividades que hay que vivir para entender, ya que la sensación de escuchar el concierto de esta manera no se puede explicar con palabras. Cerca de allí, entre el Puente de la Academia y el campo de Santo Stefano, encontramos la Chiesa San Vidal. En su interior, la aclamada banda Interpreti Veneziani lleva a cabo una amplia agenda de conciertos. Sus músicos llevan más de catorce años interpretando grandes obras principalmente de Vivaldi. Reconocidos en todo el globo, suponen una de las mejores ofertas para disfrutar de la música en esta ciudad rica en las artes.

Si quieres una escapada diferente por la noche veneciana, este pequeño tour puede merecer la pena. Aunque su noche suele relacionarse con lo romántico, Venecia esconde una cara mucho más tenebrosa. Saliendo desde el Puente Rialto hacia el norte, empieza un recorrido por las partes menos conocidas de la ciudad. Entretanto, el guía comienza con una lista interminable de historias de lo más tenebrosas. Desde leyendas sobre fantasmas hasta crímenes populares, verás cambiar drásticamente tu percepción de la ciudad ya que entre sus pequeñas calles laberínticas, llega a dar la sensación de estar totalmente abandonada. Además de los testimonios que la acompañan, esta excursión es única por las reliquias arquitectónicas que atraviesa. Al pasar por La calle de los Asesinos, el guía continúa hablando sobre los asesinatos que aquí se cometieron. Más tarde pasarás por uno de los pocos pasadizos secretos que quedan en la ciudad, usados por los habitantes de los palazzos para huir de las autoridades. Durante una hora y media, vives una experiencia peculiar que divierte a cualquier edad. Eso sí, sólo puede disfrutarse en italiano o en inglés.

Aunque a primera vista te parezca peculiar, en seguida te acostumbrarás a él. Seguramente tendrás que cogerlo muchas veces, pues es el transporte más práctico de la ciudad. Al no tener calles si no canales de agua, es el servicio de transporte público equivalente al autobús o al metro de otras ciudades. Empezó a funcionar en 1881 y deben su curioso nombre a que por entonces funcionaban a vapor. Lo primero que debes hacer al llegar si planeas moverte mucho, es conseguir un plano de la red de vaporetto y un abono o venice card por el tiempo que necesites. De otra manera, cuenta con que el viaje sencillo tiene un coste bastante elevado. A partir de aquí ya todo es investigar. La Ruta 1 es la que pasa por las zonas más concurridas y turísticas de la ciudad, pero al margen de ésta se extienden diversas líneas que llegan a diferentes puntos. De hecho, el vaporetto puede llevarte también a las islas que rodean Venecia, como Burano o San Michele. Aun así mucha gente coge un taxi acuático privado, pero hay que contar con que éstos salen a un precio menos económico. Si planeas ir a Lido, el mismo abono también te sirve para coger el autobús que la atraviesa de norte a sur.

La góndola es, indudablemente, la imagen más emblemática de la ciudad. Nació como recurso para moverse rápidamente por los canales, pero hoy en día ha pasado a ser una actividad de lujo dejando a un lado su utilidad como transporte. Para dar un paseo por el Gran Canal, puedes acercarte a tres puntos del centro. Salen desde San Marco, Puente Rialto y la Estación de Tren. Cuando llegues a cualquiera de ellos, sólo tienes que buscar el grupo de gondoleros con su mítica camisa para contratar el viaje. Por la noche, los viajes adquieren un tono más romántico al ser amenizados con las famosas serenatas de los gondoleros. Como alternativa económica al elevado precio que tienen las modalidades anteriores, están las traghetti. Estas góndolas menos vistosas son manejadas por dos conductores y cruzan de un lado a otro el Gran Canal. Lo hacen, como es lógico, en las zonas de éste donde no hay puentes. Para encontrar estas embarcaciones, hay que fijarse en las placas amarillas que indican la calle. Verás que una flecha señala a una góndola. Siguiendo estas señales, te guiarán hasta un amarre de las traguetti.

Venecia esconde en Il Ghetto una puerta a la cultura judía. Limitado a una pequeña porción del barrio Cannaregio al norte de la ciudad, este barrio judío fue de los primeros que se crearon en Europa. Por esto resulta un sitio idóneo para tomar contacto con su cultura. En él, además de visitar el Museo Ebraico y las diferentes sinagogas, vale la pena dar un paseo por sus calles. Si vas con calma, lo mejor es ir parando en cada tienda de liturgia y productos kosher que veas. Por una parte, te llamarán la atención los objetos para la vida cotidiana que van desde ropa y accesorios hasta distintos tipos de decoraciones. La mayoría de estos objetos decorativos están muy ligados a la religión y resulta interesante informarte sobre su uso. Para hacerlo, viene bien medir primero si el comerciante es sociable o no. La otra parte interesante desde el punto de vista comercial es la comida. No dudes en parar en los diferentes comercios kosher o aptos, que venden sólo alimentos aprobados por la normativa bíblica y talmúdica. Dicha normativa es bastante estricta y peculiar, pero si tienes tiempo, no dejes de probar la comida ya sea en los comercios o en alguno de sus restaurantes.

El tratamiento del papel es una de las actividades más arraigadas en la ciudad, aunque no tan conocida. Tanto si buscas un recuerdo de Venecia como si trabajas con papel, por todo el centro de la ciudad tienes a tu disposición multitud de tiendas especializadas. Una de sus formas más características es el papel de aguas o papel marmoleado, usado normalmente para las portadas de los libros. Aunque la primera impresión pueda no ser interesante, no dudes que llamarán tu atención al verlos en cualquier escaparate. Sus diseños son de lo más variado e increíble, de modo que no hay uno igual que otro. Esto, lógicamente, sólo si buscamos tiendas artesanales. Un sitio para encontrarlas es la calle Fabbri, donde varios locales como la famosa Goldoni se extienden a lo largo de la calle. En su interior puedes encontrar también todo tipo de grabados y manuscritos, todo un reclamo para los aficionados a lo histórico. Cerca del campo Francesco Morosini, en San Marco, la tienda de Alberto Valese-Ebru ofrece papel, libros y álbumes. Otro punto muy popular es Legataria Piaseis, cerca del campo de San Lorenzo en el barrio de San Marco.

Te encantará acudir a este mercado si te llaman las antigüedades, pero has de saber que se realiza en contadas ocasiones. Durante unos pocos días repartidos por el año, el campo de San Maurizio acoge uno de los mercados más llamativos de Venecia. Entre la Plaza de San Marcos y el campo Santo Stefano, este Mercatino dell'antiquariato es un auténtico lugar de peregrinaje para los coleccionistas. Una de las razones es el bajo precio de la mayoría de los artículos que aquí se encuentran. En cualquier otro mercado, aunque encuentres piezas similares, el precio suele ascender. Si te acercas por allí, no hace falta que quieras comprar nada, basta con pasear y mirar. La curiosidad que despiertan los productos atraen tanto a compradores como a paseantes. Aún así entre los viejos libros, las armas, utensilios del hogar o vestimentas seguramente veas más de una cosa que te llame la atención. A pesar de no ser el único mercado de su estilo en funcionamiento, éste resulta especial por la gran cantidad de objetos con varios siglos de antigüedad de que dispone. Si casualmente puedes coincidir con él, resulta un sitio realmente especial de donde llevarte un recuerdo de la ciudad.

Las máscaras son posiblemente el mayor icono de esta ciudad y su origen supone uno de los más curiosos de todo el continente. Aunque ahora representan únicamente el Carnaval de Venecia, su uso se remonta hacia el siglo XIII. Antiguamente la ocultación de la identidad era una actividad corriente para diversas actividades. Al ser una ciudad de comerciantes y debido a su pequeño tamaño, muchas veces convenía ocultar el rostro ya que no siempre interesaba que se supiera quién negociaba con quién. Poco a poco fueron cobrando un papel social al aportar igualdad de voz en todos los ciudadanos. No obstante, con el tiempo se convirtieron en un caldo de cultivo para la realización de actividades menos agradables. Debido al aumento de actividades delictivas, su uso fue limitándose a ciertas fechas o festejos. Pero a día de hoy son uno de los recuerdos favoritos, y por toda la ciudad encuentras, además de como souvenirs, tiendas artesanales auténticas. La bottega dei mascareri junto al Rialto, es una de las que tratan de preservar la profesión de mascareri. A parte de ésta, en cualquier paseo por el centro, es imposible no encontrarse con alguna.

Este lugar es sólo apto para quien busque algo nuevo y no se escandalice fácilmente. Si es tu caso, tienes que dirigirte al campo Santo Stefano cercano al Puente de la Academia. En sus inmediaciones se levanta la Fiorella Gallery, donde la moda se mezcla con el arte de la mano de la diseñadora Fiorella Mancini. Desde su inicio el lugar ha dado lugar a mucha controversia, ya que salta a simple vista su debilidad por la provocación. Mitad galería de moda y mitad museo, en su interior cuesta imaginar las cosas que puedes encontrarte. La entrada está custodiada por un escaparate donde pasan el día dos modelos saludando, leyendo o incluso durmiendo. Sobre ésta, las luces azules que se encienden por la noche te guiarán hacia su interior. La ropa es expuesta muchas veces en forma de performance y pretende hacer una crítica sobre cómo el consumismo ha distorsionado la importancia histórica que contiene la ciudad. De esta forma, el hecho de comprar pasa a un segundo plano, ya que la mayoría de la gente acude aquí por el espectáculo que supone pasear por sus oscuras galerías. Por mucho que te cuenten sobre este sitio, es imposible que el lugar te deje indiferente.

Si eres amante de la ropa y el textil, sabrás que Italia es un destino ineludible. Pero Venecia, sobret odo, es uno de sus puntos más selectos. Por sus calles comerciales se reparten varias de las firmas más importantes del país. Para dedicar una jornada a visitar las tiendas, lo mejor es empezar desde la Plaza de San Marcos. Desde allí se disponen por la mercerie locales de Missoni, Laura Biaggioti, Armani o Valentino. También es casi obligatorio pasar por Jesurum, junto al Puente de los Suspiros, donde vas a encontrar productos de tela para el hogar exclusivos de Venecia. Por otra parte, en el camino sentirás la falta de cadenas comerciales. En lugar de éstas, encuentras boutiques que, aunque a veces parezcan humildes, esconden productos de gran calidad. En ellas predominan sobre todo los complementos básicos más populares de la ciudad: bolsos, zapatos y guantes. Tiendas como Trois o Valli, también en la mercerie, ofrecen grandes sedas y terciopelos. Pero Rubeli, ubicada en el campo de San Gallo, es una de las más prestigiosas en este campo. Si quieres un recuerdo curioso, podemos acercarnos a Emilio Ceccato para comprar una típica camisa de gondolero.

Para una jornada de compras en la ciudad, el punto de partida está muy claro. Desde la Plaza de San Marcos, una serie de calles comerciales llamadas merceries la unen con la zona del Rialto. Por sus estrechas callejuelas el paseo puede alargarse bastante tiempo, ya que lo más normal es que todos los escaparates llamen tu atención. Esta zona ostenta ser la de más calidad de la ciudad en cualquier género. Tanto si buscas ropa como artesanías, viniendo aquí tienes asegurado que puedes encontrar lo que buscas. Para entrar, la mejor manera es empezar por la mercerie dell'orologio, que nace pasando bajo la Torre del Reloj en la plaza. Una vez dentro, ve callejeando y enlazando con las de San Giuliano y San Salvador. También puedes recorrer la paralela calle dei Fabbri, que suele estar menos congestionada. En ambas, principalmente vas a encontrar tiendas de ropa de alta costura y accesorios, perfumerías, productos artesanales y piezas de cristalería. El paseo además vale la pena aunque no vengas a consumir, ya que el ambiente de la zona y el aspecto de sus calles antiguas y estrechas resulta siempre entretenido.

Una actividad que te va a acercar mucho a la ciudad es ir a comprar a alguno de sus mercados. La histórica ciudad, que aún conserva muy viva esta tradición, es un lugar perfecto para probar los productos naturales del país. Su rica cultura en alimentación es uno de sus aspectos más populares, y la oportunidad de comprar en algunos de sus mercadillos se presenta a diario. A parte del más representativo, que es el del Rialto, podrás encontrar otros que igualmente valen la pena en Cannaregio o Castello. También son comunes los puestos pequeños por las callejuelas o plazas de la ciudad. Los lunes en Santa Marta, en la esquina suroeste de la ciudad, encontrarás un mercado de agricultores en el que tratas directamente con los granjeros que venden sus productos. Aquí encontrarás carne, quesos o verduras con una calidad difícil de encontrar en otros sitios. Algo más al norte, en Santa Croce, los martes, jueves y sábados por la mañana se levanta el mercado dell'Altraeconomia. Un mercado especializado en los productos orgánicos locales de comercio justo donde encuentras productos como frutas, verduras, vinos o quesos, pero también un sitio donde comprar plantas medicinales o ropa artesanal.

Da igual que no vayas a comprar nada, ir una mañana a ver el mercado junto al Puente Rialto merece la pena. El lugar lleva siendo un emplazamiento comercial desde hace siglos y todavía hoy es todo un icono del comercio en la ciudad. Resulta bonito acercarse a su interior para ver la mezcla de colores y de gentes que lo forman. Al llegar, el ambiente lo inunda el regateo entre comerciantes y clientes, las voces anunciando los productos y el trasiego de cargas y de gente. No es una excursión que te vaya a tomar mucho tiempo, pero merece la pena atravesar sus dos secciones. Mejor empezar en el extremo opuesto al puente, donde se ubica la pescaria, ya que ésta cierra sus puestos antes que el resto. En ella, captarás el olor a marisco y a pescado desde lejos. Al pasearla, es un auténtico espectáculo a primera hora ver a los marineros traer las mercancías para ir colocándolas en los puestos. Cuando vayas acercándote al puente, será siendo sustituida por la erbaria, la zona más colorida del mercado donde encuentras todo tipo de frutas y verduras. A media mañana es un buen momento para probar alguna pieza natural de las que allí se venden.

Salta a la vista en cualquier rincón la rica herencia histórica de la ciudad. Como resultado, la ciudad es un lugar idóneo donde conseguir todo tipo de antigüedades. Tanto si eres amante de éstas como si sencillamente quieres llevarte un recuerdo único de Venecia, tienes que acercarte a Fondamente Nuove. Eso sí, cuenta con que sólo se abre los últimos fines de semana de Marzo y Abril y los primeros de Mayo, Septiembre, Octubre y Diciembre. Para llegar, dirígete a la Ca' d'Oro y desde allí sube hacia el norte. Al llegar al borde norte lo reconocerás enseguida por el ajetreo que se percibe desde unas calles antes de llegar. Las cosas que vas a encontrar paseando de puesto en puesto son imposibles de predecir, ya que tienen todo tipo de orígenes. Desde muebles y objetos decorativos hasta curiosidades increíbles como cartas de la Segunda Guerra mundial u objetos personales de marineros. Por supuesto, aquí vas a encontrar una amplia y curiosa librería antigua y gran cantidad de piezas de cristal provenientes de la isla de Murano. Aunque no es el único mercadillo de su clase que tiene la ciudad, es el único que no puedes dejar de visitar si puedes hacerlo coincidir.

Ven a esta isla sólo si quieres tener un paseo agradable y realmente tranquilo. Si es así, tendrás que coger un vaporetto y navegar alrededor de cuarenta y cinco minutos, pero merece la pena si quieres un cambio de ambiente completo. La pequeña isla, de unos cuatro mil habitantes, es fácil de recorrer sin emplear demasiado tiempo. Cuando estés llegando, la reconocerás al instante, pues desde bien lejos ya se aprecian los llamativos colores de sus fachadas. Mejor traer la cámara de fotos, pues aquí la vas a querer usar continuamente. Al margen de su principal industria del textil, que inunda de puestos las calles y de los cuales te será difícil no comprar algún recuerdo, el principal atractivo es su aspecto. Los bajos edificios lucen cada uno un color diferente, dando un aspecto muy vivo y alegre al paseo. Las raíces de esta tradición no están claras, pero hay varias teorías. Los más románticos dicen que los pescadores pintaban su casa para poder verla desde mar abierto mientras trabajaban. Otros, en cambio, dicen que lo hacían para poder regresar los días de niebla. En cualquier caso, es una costumbre que hoy se cuidan de mantener viva.

He aquí una de las pequeñas joyas que guarda la Laguna Veneta. Esta isla situada al norte, tras la Isla de San Michele, es una opción idónea para el que busque tranquilidad y un paseo curioso. Una vez lleguemos, hay tres cosas que tenemos que hacer. Lo primero, visitar una de las fábricas de cristal que suponen su pilar fundamental. A pesar de lo que mucha gente piensa, esta visita se va a volver mucho más interesante de lo que cabe esperar. Puesto que la isla es la cuna del tratamiento del cristal desde el siglo XIII, tanto la técnica que han desarrollado como su historia, son realmente impactantes. Tras ver soplar el vidrio en sus fábricas, si te ha picado la curiosidad, el Museo del Vidrio merece la pena por sus piezas históricas. Desde cálices y frascos fenicios hasta su lámpara de araña de más de trescientos kilos. Luego, cuando hayas completado la visita, puedes pasarte por las iglesias de Santa María y San Donato o San Pedro Mártir. La primera es conocida por contener los huesos del dragón que mató San Donato y la segunda contiene obras de Tintoretto y Varonese. Entre una y otra, no dejes de caminar las pequeñas calles de la isla para ir viendo las muchas esculturas que las adornan.

Una alternativa para el que quiera hacer una excursión menos usual. Plantada frente a la cara norte de Venecia y dibujada de manera rectilínea se haya la Isla de San Michele. Supone el lugar de descanso donde se da sepulcro a muchos habitantes de la ciudad. A pesar de su carácter oscuro, el lugar es más frecuentado de lo que uno puede pensar ya que es un sitio al que se puede venir a meditar o a descansar del ruido de la ciudad. Como fondo para el paseo, los peculiares cementerios son objeto de curiosidad para muchos visitantes. Esto se debe a la multitudinaria disposición de sus tumbas y la costumbre de adornarlas con diferentes objetos. Cuando llegues, verás señalizadas las direcciones del cementerio ortodoxo y del protestante. Aún así, no olvides que es muy fácil desorientarse entre los cientos de nichos, mausoleos y árboles que pueblan la isla. Cuando hayas terminado el paseo, no puedes irte sin pasar a ver la Iglesia de San Michele, una de las primeras renacentistas que hubo en la zona. Eso sí, antes de venir, mejor mirar sus horarios de visita. Desde aquí podemos coger un vaporetto de vuelta, o bien enlazar con la Isla de Murano.

Si el ajetreo de Venecia llega a agobiarte en algún momento tienes una escapada cercana. Esta isla, situada a poca distancia al sureste de la ciudad, supone un lugar de evasión tanto para venecianos como para visitantes. Para llegar, sólo tienes que coger uno de los vaporettos que salen continuamente de la ciudad. Una vez hayas llegado, la principal atracción de este lugar son los más de doce kilómetros de playa que perfilan su geografía. Como es de esperar, en verano la playa suele estar bastante transitada, pero no por ello deja de ser una de las opciones favoritas para pasar un día de descanso. La isla, por otra parte, comprende más cosas que arena y mar. El paseo que ofrece tanto su cara oeste como su lado este realmente merecen la pena. Si no entero, ya que la distancia es considerable, al menos hasta su parte central. Para alejarte de la zona más transitada puedes coger un autobús que te lleve al sur donde poder pasar el día comiendo en algún restaurante y viendo la zona. Aquí los negocios están menos orientados al turismo y las vistas del Mar Adriático forman un paisaje espectacular. Si puedes, haz coincidir el paseo de regreso por la parte oeste con el atardecer.

Has de acercarte a la parte sur para hacer un paseo tranquilo y respirar su aire con olor a salitre. Pero es mejor hacerlo con tiempo y calma, ya que a pesar de ser un escaso kilómetro y medio no podrás evitar hacer numerosas paradas. Puedes empezar por la Plaza de San Marcos y desde allí caminar hacia el oeste. Teniendo la Basílica di San Giorgio Maggiore como fondo, el paseo va a estar enmarcado por las embarcaciones a un lado y los variados comercios y terrazas al otro. La primera parte la configura la Riva degli Schiavoni, donde amarraban antiguamente los comerciantes. Al cruzarla hoy es fácil imaginar el trasiego de marineros y artesanos en su época, ya que continúa aunque haya cambiado de apariencia. Tras dejar a lo lejos el Puente de los Suspiros y haber caminado, parando seguro en alguno de sus peculiares puestos, el paseo se convierte en la Riva Ca di Dio. A los pocos metros, a ésta la sustituye la Riva dei Sette Martiri que va tiñéndose de verde conforme nos acercamos al parque de Trento, un lugar perfecto para descansar. Al volver te guiará la vista del campanile de San Marcos a lo lejos. Lo mejor, si tienes tiempo, es volver por la noche para hacer de nuevo el recorrido, ya que te parecerá otro lugar diferente.

Ven aquí para observar el ambiente real de la ciudad; sólo vienen venecianos. Para encontrarla acércate a Dorsoduro y camina por el norte hasta dar con la calle Uva. Da igual la hora o el día, ya que éste es siempre un destino interesante. En las mañanas la plaza acoge un mercado primordialmente de alimentación. Si te puede coincidir, acércate para ver el ambiente cercano de los venecianos camuflado como uno más. En sus momentos más tranquilos, entre semana después de comer, puedes aprovechar para tomar un café o un spritz en alguna de sus terrazas. También vale la pena acercarse a la gelateria Doge en una de sus esquinas. Si estás algo cansado de pasear la ciudad, la parada aquí puede llegar a alargarse, pues el ambiente nunca incita a marcharse. Muy al contrario, conforme avanza la tarde verás que se va animando cada vez más. Si no tenías planes lo mejor es que te animes tú también, ya que la zona por la noche se llena de vida. Aquí acuden tanto estudiantes como trabajadores venecianos, sobre todo los fines de semana, para tomar unas copas en un ambiente agradable. Si te apetece alargar el día, éste es el lugar idóneo.

No suele esperarse que, al venir a visitar la iglesia de San Juan y San Pablo, sus alrededores te cautiven casi tanto como el propio edificio. Pero es que este campo tiene algo especial que te incita a quedarte durante un rato. Una de las posibles razones son sus negocios, ya que aquí se encuentran puestos locales menos acostumbrados al turismo. Esta es, pues, una oportunidad perfecta para relacionarte con los comerciantes venecianos, verás que su fama de ser sociables tiene razón de ser. Además de las tiendas de las cercanías de la plaza, es un buen lugar para tomar un helado, un café o un spritz en alguna de las terrazas. Como en el resto de la ciudad, es difícil encontrar un metro de terreno sin historia, así que no puedes dejar de pasarte a ver la estatua de Bartolomeo Colleoni que corona la plaza y el impactante edificio de la Scuola grande di San Marco. Una vez terminada la visita o el descanso, desde aquí podemos enlazar cualquier excursión hacia el noroeste de la ciudad. Pero antes de partir, no podemos rechazar la oportunidad para pasear hasta el extremo norte. Desde ahí, podemos asomarnos para ver a lo lejos la Isla de San Michele.

Acude aquí cuando quieras esconderte por un rato. A pesar de estar cerca del corazón de Venecia, esta plaza es uno de los pocos sitios donde no te abruma el gentío. Puedes desviarte aquí para comer o para descansar en el camino entre el Rialto y la plaza de San Marcos. A tu disposición están sus tranquilas terrazas donde tomar algo. Aunque si lo prefieres, es un sitio idóneo para acercarte a su fuente y ver la gente que la cruza en su camino, normalmente ajetreados trabajadores si son venecianos o paseantes curiosos si son turistas. A menudo encontrarás el ambiente amenizado por músicos o pintores que se acercan allí para practicar dándole un tono más interesante. Aún así, si eres inquieto y prefieres seguir enriqueciéndote con la historia de la ciudad, este es tu sitio. La Iglesia de Santa María Formosa preside el lugar, donde merece la pena entrar para verla y escuchar uno de sus conciertos. Necesitarás volver sobre tus pasos para apreciar el campanile que la complementa desde cierta distancia. Desde aquí, puedes volver a la ruta inicial, aunque si tienes tiempo merece la pena callejear un poco por alrededor para ver las tiendas de antigüedades y las fachadas del barrio.

Bienvenido al salón más hermoso de Europa. O así al menos lo definió Napoleón tras invadir Venecia. Este lugar será el primero que tengas que visitar no sólo por su belleza, sino por ser el centro neurálgico desde el que crece la ciudad. Aunque empezó a formarse en el siglo IX, tuvieron que pasar alrededor de cuatrocientos años hasta que adoptase la forma que tiene hoy. Cercándola, se levantaron algunos de los edificios más relevantes de Venecia como el Palacio Ducal, la Basílica de San Marcos o el Campanile. Pero al margen de los motivos históricos, hoy en día la plaza es un gran lugar para pasear ya que es la única de su clase en toda la ciudad. Además, al ser el punto más bajo de ésta, cuando sube la marea es corriente que se inunde. Cuando esto ocurre se habilitan pasarelas para poder cruzarla. Sumando datos curiosos, cuando vayas has de saber que en la plaza no se puede comer ni beber, ni tampoco dar de comer a las palomas. Como es de esperar, sobre todo en verano, lo más normal es que la encuentres llena de vida y con un trasiego intenso tanto de día como de noche. Si es de día, el sitio te ofrece la mejor fotografía de San Giorgio Maggiore situándote más allá de las columnas de San Marco y San Teodoro que la abren.

Pasar por él no es simplemente ir a tomar un café, si no toda una actividad en sí misma. Levantado en plena Plaza de San Marcos, este local es el más antiguo de la ciudad en su clase. Lleva abierto nada menos que desde 1720 y su larga tradición es algo que percibes hasta al verlo desde fuera. Tras los arcos de la plaza, puedes ver la palabra Florian marcada en mármol coronando una fachada realmente impresionante por su presencia. Cuando entres, es imposible no perderte largo rato observando los detalles que decoran el interior del café. Desde los sillones hasta los majestuosos techos y paredes, el lugar desborda historia en cada rincón. A pesar de este hecho cuenta también con una terraza, bien sea porque el interior esté repleto o para poder disfrutar del trasiego de la plaza. Desde ésta se coloca una orquesta, ya todo un icono del café, que ofrece un hilo musical a la plaza. Todo esto hace que el venir a este local sea una actividad muy impresionante pero también de precios muy elevados, ya que se trata de un sitio realmente único. No obstante, su mera presencia ya forma parte de una de las cosas que hay que detenerse a mirar al pasar por la plaza.

Una de las mejores maneras de comer en esta ciudad es hacerlo junto a cualquiera de sus canales. En la ciudad hay varios restaurantes que disponen de terrazas, pero éste es sin duda uno de los más acogedores. A poca distancia al oeste de la Plaza de San Marcos, cerca de la calle Contarini Corfú, encuentras rápidamente el restaurante. Al entrar verás que cuenta con un comedor interior bastante atractivo, presidido por una chimenea y decorado con diversos objetos clásicos. Pero a pesar de su agradable interior, no dudes en buscar sitio en su terraza. Desde ahí verás a un lado el Puente delle Ostreghe y al otro la desembocadura en el Gran Canal. El disfrutar la comida desde ahí está prácticamente asegurado gracias al ambiente que otorga su agradable posición, sobre todo si es por el día para poder comer viendo el característico tráfico de las góndolas. Pero si vas a cenar, la situación se vuelve más romántica al acompañarte las serenatas nocturnas en el canal. Una vez te hayas sentado, vas a comprobar que la carta ofrece comida véneta y veneciana en todas sus variedades. Aunque cumple con todos los gustos, su plato fuerte son los mariscos.

Antes de regresar para ir a dormir, has de pasar al menos una vez por este carismático lugar. También te puede servir para cenar si quieres hacerlo de forma ligera, ya que aquí puedes acompañar el vino con las típicas tapas italianas. Realmente merece la pena que pruebes alguna, pues son de las más prestigiosas de la ciudad. De hecho, se dice que es el propio cocinero el que se encarga de comprar los ingredientes en el Mercado del Rialto. Pero lo que realmente hace famoso a este local entre aficionados y especialistas es su carta de vinos. En una ciudad amante del buen beber, éste es indudablemente uno de los mejores sitios donde empezar a familiarizarte con esta tradición. Lo ideal para aprovechar el lugar es empezar por el interior, donde la decoración ayuda a pasar una agradable velada, para salir eventualmente a la pequeña terraza de la entrada si el tiempo es bueno. Si lo prefieres el sitio también ofrece cenas, pero comprobarás que su encanto reside en la cata de vinos y tapas. A pesar de su ubicación cercana al Rialto, en un cruce de la calle Cavali Castello, es raro que lo encuentres abarrotado. De este modo te aseguras una manera tranquila de redondear cualquier jornada.

Un sitio idóneo si quieres cenar con calma y no caminar demasiado si estás por la zona del centro. Para llegar desde la Plaza de San Marcos ve hacia el este por el barrio de Castelo, una vez allí busca la calle Sacrestia y lo encontrarás a pocos pasos. Al entrar, basta un vistazo rápido para saber la comida que te espera. Verás que las paredes están literalmente repletas de cuadros con motivos tradicionales venecianos, desde retratos hasta paisajes. Esto, unido a sus pilares de madera y los farolillos que iluminan de manera tenue el comedor, le darán un tomo íntimo y agradable a la velada. Y con la comida ocurre lo mismo, ya que la carta se compone de una larga serie de platos tradicionales que cuentan con la fama de no defraudar nunca. Desde la pasta hasta el pescado, pasando por diferentes tipos de queso y carne, aquí tienes un sitio perfecto para empezar a probar la cocina de la ciudad. Para acompañar, el lugar se pone a la altura con una carta de vinos variada y de calidad. Pero lo más interesante es, que a pesar de su ubicación tan turística, la clientela suele estar equilibrada entre ciudadanos y visitantes, ya que es popular por su relación calidad-precio.

Este sitio no sólo es apto para los amantes de la pizza. Aunque es indudablemente su plato estrella, la carta contiene otras opciones que también merece la pena probar. Resulta además un sitio estratégico, ubicado en pleno centro geográfico de la ciudad. Aquí, en la plaza Campo Sant'Agostin, tienes a poca distancia las zonas más turísticas de la ciudad pero sin sufrir el tumulto que las caracteriza. La plaza en sí ya es un sitio agradable para incluir en un paseo, ya que es muy tranquila y de apariencia típicamente veneciana. Si puedes y el día lo permite, come en la terraza, ya que el ambiente acompaña muy bien. Una vez estés sentado prepárate para el debate que supondrá elegir el plato, porque la carta es de lo más extensa, pero ten en cuenta que no hay opción mala. Eso sí, al planear ir a comer o cenar al lugar, procura reservar o ir con antelación, ya que suele estar concurrido. Al ser una opción de precio razonable, teniendo en cuenta que comer en la ciudad no es barato, las mesas suelen llenarse rápidamente a las horas puntas. De modo que es mejor no olvidar que aquí se come en el horario europeo, que suele ser entre las doce y las dos del mediodía y de ocho a diez de la noche.

Aunque no seas muy aficionado, será difícil que pases por Venecia sin probar uno de sus helados, otro de los puntos fuertes de su gastronomía destacando por encima de otras zonas del país. Pero cuando nos encontremos con una gelateria, hay que tener en cuenta algunas cosas. Lo primero es que el sitio llamará tu atención al instante, ya que la disposición de los helados suele ser un auténtico espectáculo. Segundo porque comprobarás que es uno de los mejores sitios para probar sabores distintos, ya que se hacen variedades desde las más conocidos a las propias de la zona del Véneto. Pero al mirar hay que atender a los precios, ya que si éstos son muy bajos posiblemente signifique que no son artesanales. Por otro lado las heladerías más famosas están en la Plaza de San Marcos, aunque tienen precios elevados. Pero desde aquí en cualquier dirección no te costará mucho encontrar varios sitios. Algunos de los más frecuentados son Paolin en Campo Santo Stefano o Il doge en Campo Santa Margherita. Investigando puedes encontrar algunos menos conocidos y de gran calidad como La Boutique del gelato al este del Puente Rialto o Groom en Campo San Barnaba.

Cualquier momento es bueno para parar y sentarse a tomar un café. Aún mejor en una terraza si el tiempo acompaña. Aunque ahora quizás cueste algo más encontrar una libre, ya que en general suelen llenarse sobretodo en las plazas y espacios abiertos. Hay que tener en cuenta que es después de la comida, sobre las dos y media o tres del mediodía, cuando más se abarrotan las cafeterías del centro. Sabiendo esto, merece la pena hacer un hueco en cualquier paseo y disfrutar del ambiente que ofrecen lujosos locales como el Caffè Quadri en la Plaza de San Marcos o cualquier pequeña cafetería de Cannaregio como el Mq10. Por otra parte, los más golosos no podéis perder la ocasión de disfrutar de ese café en una de las clásicas pastelerías venecianas. La Pasticceria dal Mas cerca de la estación, la Vio en la zona de la Academia, Harry's bar en la Giudecca o Rosa Salva en San Marco son algunas de las muchas que se reparten por las calles de la ciudad. Si te cruzas con una en tu paseo que te llame la atención, no te lo pienses demasiado y siéntate a tomar algo. Eso si, vigilando que tenga el cartel de Antichi pasticcieri veneziani que le otorga la garantía de calidad y teniendo en cuenta que, en general, los precios suelen ser elevados.

La pizza es, posiblemente, la comida más famosa de este país. Pero Venecia en concreto se enorgullece de tener una pizza singular con respecto al resto de ciudades de Italia y todo el que la prueba lo dice, aquí se come la mejor pizza. Para probarla no hace falta perder tiempo ni sentarse a comer, ya que la manera más común es comprar una porción para llevar. Además de ser práctica, es una de las comidas más baratas y más típicas. De esta forma, la pizza al talio supone una manera perfecta de comer si tienes un día repleto de cosas que hacer. Si paseas por el barrio de San Polo, el pequeño local de Antico forno cercano al Gran Canal es la mejor opción de la zona. Al norte, en Terra San Leonardo, hay una pizzería llamada L'Angolo que está algo escondida y es una de las favoritas de los venecianos. Estas son sólo algunas, pero al ir caminando puedes tener la seguridad de que te toparás con una pizzería en cualquier paseo. Así que no te preocupes por buscar, ya que lo que de verdad te costará será elegir entre las variedades que llenan los mostradores.

Esta ciudad marinera es una de las cunas de la gastronomía pescadera. Seas más o menos amante de ésta, no puedes dejar de probar su pescado y su marisco. El primero lo traen del Mar Adriático y de sus ríos y lagos, el segundo suele venir de mar abierto. Al poco tiempo de llegar a la ciudad compruebas que este género está presente en todas las variedades posibles de comida de la zona. Desde la antipasti hasta las tapas, que son una forma muy habitual de comer de manera rápida y ligera. A parte de los platos de pescado íntegros, hay tres formas de acercarte a esta comida si no eres especialmente aficionado. Sea con arroz, pasta o en sopa, cuando pares a comer no dejes de probarlo al menos una vez. Una manera de empezar a conocer esta cocina es acercarte al mercado de pescado junto al Puente Rialto. Alrededor del mismo, nacen varios sitios especializados en tapas de pescado que merecen la pena. Allí pues ir yendo de uno a otro en las plazas para pedir una tapa y un vino y salir a tomarlo a la calle. Otra alternativa peculiar es acercarte a L'Osteria di Santa Marina, en esa misma zona, para probar la variedad de pescados no cocinados que allí se sirven.

No se puede pasar por ningún punto de Italia sin parar para comer un plato de pasta. Venecia no es una excepción. A lo largo de la ciudad van apareciendo muchísimos restaurantes de comida tradicional, aunque no todos son artesanales. Así que la recomendación es, para empezar, evitar las zonas más conglomeradas y callejear un poco a la hora de buscar un sitio donde comer. Si estás caminando por la zona norte, puedes buscar la calle Dell' Oca cerca del Gran Canal para entrar en la Osteria Ai promessi sposi. Aunque es algo difícil de encontrar, merece la pena si quieres comer pasta casera en un ambiente relajado e informal, ya que aquí prima la calidad de la comida y del trato. Viajando a la parte sur de la ciudad, si estamos visitando Dorsoduro, a la hora de comer se puede caminar hacia el extremo sur de la ciudad, cerca de la Galería de la Academia, para entrar en la Taverna San Trovaso. Aquí, aunque hay más variedad, encuentras un buen ejemplo de pasta artesanal a buen precio. Salta a la vista, ya que los comensales suelen ser trabajadores de la zona o estudiantes. Es también un buen sitio donde no puedes dejar de probar la pasta nero di sepia o pasta con gambas.

Este paseo es una alternativa diferente al resto de la ciudad y te puede llevar bastante tiempo. Aunque no es lo más popular, el barrio judío tiene un encanto y un interés especial que lo separa sustancialmente de las otras zonas. Recluida en el distrito de Cannaregio al norte de la ciudad en 1516, la sociedad judía ha habitado esta zona hasta convertirla en un auténtico museo viviente. Salta a la vista nada más entrar el ambiente tranquilo y silencioso que contrasta con el ajetreo de la ciudad. Aquí no abundan los turistas y es el sitio perfecto para dedicar medio día a dar una vuelta tranquila. Lo mejor es empezar por el propio Museo del Guetto Nouvo, que recopila objetos de entre el siglo XVII y el XX. Orfebrería, instrumentos musicales, manuscritos y documentos se disponen para mostrar la importancia que la cultura hebraica ha tenido en Venecia. Se trata de una visita pequeña, pero desde ahí puedes coger una ruta guiada por algunas sinagogas del ghetto que la complementan. Una vez terminada, la mejor manera de redondearla es pasear la zona para ir parando en las tiendas kosher, librerías o, si te coincide, en alguna sinagoga donde aún se llevan a cabo ceremonias religiosas.

Atravesando el Gran Canal hacia el sur, en Dorsoduro, encuentras el palacio de la familia Rezzonico. Como con tantos otros en esta ciudad, necesitarás unos minutos para atender a su cuidada fachada. Tómate tu tiempo. Pero cuando hayas terminado, no dejes de entrar para sumergirte un poco más en la herencia cultural de Venecia. Su interior guarda el Museo del Settecento Veneziano, que recopila obras de arte y objetos decorativos de diversos puntos de la ciudad. Desde su popular góndola cubierta que te recibe en la entrada hasta la pequeña farmacia clásica del tercer piso, el edificio es un gran libro de historia de la vida veneciana. Tan sólo su inmensa sala de baile ya bien merece el viaje, en donde rápidamente vienen a la mente imágenes de fiestas aristócratas y música barroca. El museo cuenta con varias sorpresas de gran valor artístico, como su pinacoteca en el tercer piso, pero su punto fuerte son los frescos que decoran sus techos. Empezando por la afamada Alegoría nupcial de Gianbattista Tiépolo, a lo largo de la primera planta no dejarás de girar la cabeza hacia arriba. La visita no te robará mucho tiempo y es un buen sitio para enlazar con la Galería de la Academia o el Ponte dei Pugni.

El brillo del mármol de su fachada te llamará la atención desde lejos al recorrer el Gran Canal. Pero éste es sólo un recuerdo del que, antiguamente, despedía su fachada original bañada en oro batido. El paso por este edificio es obligatorio tanto por su posición en el canal como por su impresionante apariencia, ya que está considerado uno de los tesoros arquitectónicos de la ciudad. Cuando pases puedes dedicarle unos minutos para admirar su fachada, pero si tras visitar otros museos te has quedado con ganas de más, no dudes en entrar. En su interior se ubica la Galería Franchetti, una de las más importantes de esta ciudad tan rica en arte. Cedida al estado a principios del siglo XX, la colección ha ido ampliándose y hoy en día está formada principalmente de esculturas y pinturas tanto de artistas venecianos como extranjeros. Dentro descansan obras del calibre de La venus del espejo de Tiziano o Pareja de jóvenes de Lombardo, pero también completan la lista nombres como Tintoretto, H. Van Eyck, Bernini, Guardi, etc. Tanto si te interesa la colección como si prefieres sencillamente pasear, éste es uno de los sitios por los que no puedes dejar de pasar.

Pasear Venecia nos lleva con frecuencia a otro tiempo. Pero es en este museo donde puedes adentrarte un poco más en ese ambiente, entre los siglos XVII y XVIII, que inunda sus calles. El palacio se levanta cerca del Gran Canal en el barrio de Santa Croce, junto a la iglesia de San Stae. Fue ocupado desde el siglo XVIII a la aristócrata familia Mocenigo hasta que a mediados del siglo XX, tras la muerte de su último descendiente, pasó a manos públicas. Aunque es algo difícil de encontrar, puede ser un sitio de paso muy interesante al caminar el centro de la ciudad. Allí su fachada se camufla entre el resto de edificios, pero se diferencia de éstos por conservar el mismo aspecto en su interior. Perfectamente conservado, mantiene su decoración clásica y sus adornos para servir de museo sobre la historia de la ciudad. Su bien más popular y abundante es el textil, ya que cuenta con gran cantidad de vestimentas que abarcan cuatro siglos de moda. Pero la mera decoración y el mobiliario del palacio ya es en sí una imagen que desborda historia. Al margen de esto, el museo cuenta con una biblioteca que recopila cerca de cinco mil volúmenes de diferentes antigüedades.

Este museo completa la otra mitad, junto al de Arte Moderno, del panorama artístico contemporáneo de Venecia. Si te interesan las corrientes modernas tienes que pasar por uno de los museos Guggenheim al menos una vez, pero es en éste donde se ubica la sede. Una de las diferencias que lo hacen sobresalir de sus hermanos es su ubicación, en la que fue casa de la familia Guggenheim. El palacio Venier dei Leoni que ocupa lo encuentras al bajar por el Gran Canal, antes de llegar a la Plaza de San Marcos. Curiosamente, la primera impresión que vas a tener es su pequeño tamaño, ya que sólo se llegó a terminar la primera de cuatro plantas que se habían planificado. De ahí que se le conozca también como el palacio inacabado. Pero no te dejes engañar por este hecho, ya que la colección que guarda ha sido y es, desde 1980, la más importante a nivel mundial en su género. Al entrar no verás nada que se acerque si quiera a lo corriente, ya que aborda corrientes cubistas, de expresionismo abstracto o futuristas. Entre los autores que guarda destacan Picasso, Miró, Dalí, Yoko Ono, Ernst o Duchamp, pero son únicamente algunos de su larga lista.

La ciudad de Venecia es un destino obligatorio para los interesados en el arte. Además de por su gran historia artística, esta ciudad sigue siendo cuna y mecenas para artistas jóvenes y actuales. Con este propósito, al menos, la duquesa de Bevilacqua La Masa legó en el siglo XX el palacio Ca'Pesaro para que sirviese de sede a la Galería de Arte Moderno. El edificio, que ya en su día supuso una gran obra arquitectónica barroca, fue construido entre los siglos XVII y XVIII. El palacio, que inicialmente perteneció a la familia Pesaro, se tomó cincuenta y ocho años de construcción. Erigido a orillas del Gran Canal, al norte del centro geográfico de la ciudad, este museo es un lugar de peregrinaje para artistas y aficionados. Caminando por su interior encontrarás tanto obras de artistas venecianos como de grandes artistas internacionales desde el siglo XIX hasta hoy, como Miró, Klimt, Bonnard o Matisse. Supone uno de los mejores lugares donde puedes acercarte para disfrutar de la cultura de esta ciudad histórica descansando de los motivos religiosos que inundan la mayoría de sus puntos de interés. Algo que no conoce tanta gente es que su cafetería es un buen lugar donde descansar con vistas al Gran Canal.

Como ocurre frecuentemente en esta ciudad, el interés de este museo comienza en su edificio. Cuando estés bajando por el Gran Canal seguro que llamará tu atención por su arquitectura imponente, con sus dos torres unidas por una larga hilera de arcos. Fue levantado en el siglo XIII como residencia del cónsul de Perugia, pero a lo largo de su historia ha vivido diferentes ocupaciones y remodelaciones. Su apariencia actual se modificó a mediados del siglo XIX después de haber pertenecido a sus ocupantes más famosos, los comerciantes turcos. Éstos utilizaron el edificio desde el siglo XVII principalmente como residencia y almacén, en italiano fondaco, hasta que el comercio con oriente empezó a resentirse. Antes perteneció a los duques de Ferrara, y después pasó a manos del ayuntamiento para ser sede del Museo Correr durante un breve período de tiempo. Pero en 1924, se instaló aquí el Museo de Historia Natural de Venecia, uno de sus museos curiosos y que bien merece la visita para descubrir los peculiares experimentos que traían exploradores de la ciudad, animales marinos de sus costas o esqueletos de dinosaurios entre los que destacan los restos intactos de una cría.

Tan sólo los amantes de la pintura tendrán aquí un verdadero paraíso a su disposición. Si es tu caso, merece la pena pasear hacia el sur del Gran Canal para entrar en el complejo de edificios levantado frente al puente homónimo. Desde sus inicios en 1756 la Academia de Bellas Artes ha ido ampliándose, sobretodo en el período napoleónico, hasta configurar la gran Galería que es hoy en día. El museo ocupa la iglesia y la escuela de Santa María della Carità y el convento Canoninci Lateranensi desde 1807. Desde entonces, la Academia ha ido recopilando piezas de diferentes puntos de la ciudad como iglesias o palacios. Dentro, descansan muchas de las obras italianas más relevantes de entre los siglos XIV y XVIII. Aunque destacan las obras del Renacimiento de autores como Tintoretto o Tiziano, la colección abarca también grandes figuras como Giovanni Bellini, Carpaccio o Carriera. Entre otras piezas, guarda la famosa lámina con el Hombre de vitruvio de Leonardo Da Vinci o La piedad de Tiziano. Todo esto le convierte en uno de los varios centros artísticos que contiene la ciudad, casi sagrado para cualquier amante o estudioso del arte.

Este es el primer destino al que debe acudir quien quiera indagar sobre la historia de Venecia. Aunque la ciudad respire antigüedad en cada fachada, es aquí, en la Plaza de San Marcos, donde se reúne la mayor colección de objetos que la definen a lo largo de su historia. Fue iniciada por Teodoro Correr entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Más tarde, fue cedida al municipio en torno a 1830. Desde 1887, el museo ha supuesto su principal mapa histórico y atractivo para cualquier estudioso. Una vez dentro, tendremos acceso a tres salas principales que albergan tres aspectos del arte veneciano, empezando por el propio edificio. El Museo Cívico aborda diferentes aspectos de la ciudad, y contiene desde planos o ilustraciones hasta vestimentas de fiesta o mobiliario. Supone una auténtica guía de su recorrido social, político y militar, antes y después de formar parte de Italia. Accediendo al Museo Arqueológico nos encontramos principalmente con antiguas esculturas griegas y romanas, pero también cerámicas, bronces o monedas. Por último podemos entrar en la Biblioteca Nacional Marciana, que es de las más antiguas y completas de la ciudad. Aunque su acceso está muy restringido, vale la pena dedicarle un rato para observar sus adornos de Tintoretto, Tiziano y Veronés.

Este pequeño puente situado en el Campo de San Barnaba es una de las muchas curiosidades que esconde la ciudad. Es pequeño y nada ostentoso, de manera que pasaría desapercibido de no ser por el uso que se le dio en otro tiempo. Su nombre, traducido como Puente de los puños, nace al ser el escenario principal de las peleas entre las bandas de los Castellani y los Nicolotti. Aunque estos enfrentamientos fueron prohibidos a principios del siglo XVIII debido a su extremada violencia, al cruzar el puente puedes observar unas marcas que indican dónde debían colocarse los contrincantes. Los perdedores, según se cuenta, eran arrojados al canal desde ahí, ya que las barandillas que ves hoy son bastante recientes. Resulta curioso en un paseo por la ciudad cruzar este anecdótico puente para acercarnos a la Iglesia de San Barnaba, que te resultará familiar seguramente a una de las escenas de Indiana Jones y la última cruzada, que se desarrolla aquí. Tras cruzarlo, tanto la iglesia como la plaza son un lugar agradable donde pararse a tomar algo o a descansar. Desde aquí, podemos enlazar el paseo hacia la Scuola Grande di San Rocco, el Ca'Rezzonico o el distrito de Dorsoduro.

Es indiscutible que la mejor manera de conocer Venecia es pasearla. A lo largo de su recorrido es casi imposible no cruzar por su puente más famoso, ubicado en pleno centro geográfico de la ciudad y uniendo los distritos de San Polo y San Marco. Éste es, además, el más antiguo de los cuatro que cruzan el Gran Canal, aunque su base original de madera fue sustituida por piedra en 1581. Hoy en día el puente se llena a todas horas tanto de ciudadanos como de turistas que paran ahí para contemplar las vistas al canal. Pero no te preocupes si no puedes disfrutarlo la primera vez, ya que seguro que lo cruzarás varias veces durante el viaje. De hecho, el puente tiene un atractivo especial al ser un sitio al que acudir a distintas horas del día y de la noche para pararse a descansar unos instantes observando los distintos tonos de su vista dependiendo del momento. Según los propios venecianos, las horas más impresionantes son al amanecer y al anochecer, cuando se van encendiendo las luces de la ciudad. La otra manera de apreciarlo es, sin duda, pasarlo por debajo ya sea en góndola o en vaporetto. Entre las muchas historias románticas que tiene la ciudad, la de besarse bajo el Puente Rialto para asegurar la duración del amor es de las más famosas.

Bienvenido a la Capilla Sixtina de Venecia. Así, al menos, se le suele comparar a este edificio situado en San Polo. No es a la ligera, ya que su interior supone uno de los conjuntos pictóricos más importantes de todo el país. Llevada a cabo por Tintoretto durante la segunda mitad del siglo XVI, su decoración le llevó veinticuatro años. Antes de eso, el lugar fue levantado como colegio mayor en el siglo XV, y sirvió para albergar enfermos de la peste. De ahí que reciba el nombre de San Rocco, patrono de los enfermos. Hoy en día nada tiene que ver con este tenebroso pasado, ya que en la visita a sus tres salas lo único que inundará tu vista será la gran carga artística de sus paredes y sus techos. Obras vitales del Renacimiento como la Glorificación de San Roque, Crucifixión o La piscina de Bethesda forman parte de su legado. Por muy poco estudioso que se sea de la historia del arte, el paso por la Scuola es ineludible, ya que se trata de una de las piedras angulares de la misma. Es, además, un lugar perfecto para descansar un rato y sentirte inevitablemente atraído por la herencia artística italiana.

Un rincón para observar Venecia desde un lugar escondido. Este palacio, posiblemente el más pequeño de la ciudad, está perdido en un extremo de la calle Campo Manin cercana al Puente Rialto. A pesar de su tamaño supone uno de los sitios más curiosos y menos frecuentados de la ciudad donde adentrarte para sentir su historia en intimidad. Lo primero que podrás admirar del edificio es su arquitectura, transitoria entre el Gótico y el Renacimiento del siglo XV. Aunque no se puede asegurar la autoría del diseño, muchos atribuyen la obra a Giovanni Candi. Una vez dentro, es imprescindible subir por su escalera de caracol de la que recibe su nombre, en italiano bovolo, que nace en el patio interior. La particularidad de ésta es su ubicación afuera de la fachada y sus incontables arcos, de manera que al subirla irás viendo el exterior que da al patio y a las callejuelas venecianas. Una vez recorrida, accederás a un mirador situado en lo alto del edificio que ofrece una preciosa vista de la ciudad. Pese a que no se trata de una vista tan impresionante como la de los campaniles de la ciudad, ésta es especialmente agradecida por la ausencia de gentío.

Puedes subir a su cima para observar la ciudad desde una posición privilegiada, a no ser que sufras vértigo, pues hablamos nada menos que de casi cien metros de altura. Y es que este campanario de la Basílica de San Marcos se levantó en el siglo XI como puesto de vigía para custodiar la ciudad y como faro para los navegantes. La piedra que pisarás en su interior data del siglo XX, ya que el edificio original sufrió un espectacular derrumbe en 1902. Apenas supuso daños para el resto de la plaza de San Marcos y no tuvo víctimas, pero fue una tragedia histórica para la ciudad. Tras esto, en seguida se empezó a levantar un edificio con unos cimientos más sólidos pero idéntico al original, una decisión influenciada en gran medida por el deseo popular. Actualmente, subir a lo alto del campanario es una actividad muy popular, sobretodo para los turistas, de manera que si te propones hacerlo mejor ve con tiempo. La espera para poder subir suele alargarse, pero contemplar la ciudad desde allí arriba es, como mínimo, una experiencia inolvidable y una de las fotografías más impresionantes de la ciudad.

Lugar de paso obligatorio al acercarte a la Plaza de San Marcos. Formando la entrada de la mercerie, encuentras esta Torre dell' Orologio que data del siglo XV. Cuando estés ubicado a algunos metros de su base, alza la vista para contemplar los motivos azules y dorados que la configuran, ya que se construyó para impresionar al observarla desde debajo. Actualmente merece la pena contemplarla también desde lo alto del Campanile para disfrutar así de su campana y sus dos estatuas, conocidas en la ciudad como los moros, debido al oscurecimiento que ha experimentado el bronce. De cualquiera de las dos maneras, es recomendable que te tomes unos minutos para estudiar sus dos aspectos más importantes. Por un lado, la arquitectura de la torre, que ubicada en el Renacimiento, trata de aunar los diferentes estilos arquitectónicos presentes en las fachadas de la plaza. Por el otro, su espectacular reloj que cuenta el tiempo y las fases lunares. Se supone que en un principio el motivo de éste era orientar a los marineros, pero lo que es seguro es que desde su inauguración ha sido un himno a la ciudad y una forma de ostentación de su riqueza. Se dice incluso que se mandó cegar a sus autores para que no pudieran diseñar algo más bello.

Custodiando la Plaza de San Marcos, reconocerás el Palacio al instante. Su arquitectura solemne y la multitud de arcos que lo sostienen lo hacen todo un icono de la ciudad. El aspecto que presenta actualmente data del siglo XV, antes, presentaba una forma más parecida a un clásico castillo de la Edad Media, ya que una de sus funciones ha sido la de residencia del Duque. Durante siglos ha servido también como sede del gobierno y como Palacio de Justicia, de ahí que en su interior se hayan germinado las decisiones políticas más importantes de la ciudad a lo largo de la historia. Todo esto convierte la visita a su interior en un verdadero mapa del funcionamiento de la república. Si adquieres una visita guiada, durante todo el paseo te explicarán cómo se administraba el gobierno aunque has de contar con que sólo se realiza en italiano, inglés o francés. Después de pasar por las salas más importantes a escala política y judicial, se accede al Piombi -o salas de tortura y retención de presos de la Inquisición- a través del Puente de los suspiros. Este puente, que cruza sobre uno de los canales venecianos, recibe su nombre de los presos que lo cruzaban y, se dice, veían desde ahí el exterior por última vez.

Moverte a esta iglesia es algo que realmente merece la pena por varias razones. La primera es que resulta una excusa perfecta para coger el vaporetto, transporte público y acuático de la ciudad, ya que se encuentra en una pequeña isla frente a la Piazzetta, cercana a la Plaza de San Marcos. Una vez en su interior, te espera un enorme paraíso arquitectónico y artístico del siglo XVI. La iglesia y el monasterio adyacente estaban ocupados por los benedictinos y sirvió en el siglo XIX para fines militares. Hoy en día es la residencia de la fundación cultural Giorgio Cini y alberga alguna de las obras más famosas de Tintoreto: La última cena, La recogida del maná y La deposición. Cuenta además con obras como La virgen con el niño y santos de Ricci. Cuando hayas terminado de pasear por sus amplias salas y su monasterio, necesario pedir cita previa para ello, te queda aún el gran atractivo final que supone subir a su campanile. La experiencia merece la pena. Además de pagar una entrada más barata que en el de San Marcos, aquí siempre hay menos cola y las vistas desde lo alto son ineludibles e impresionantes. Eso sí, ten cuidado ya que las campanas funcionan todo el día y con ellas el susto está asegurado.

Cuando pases por el distrito de San Polo, es posible que esta iglesia te pase desapercibida debido a su austera fachada. Pero no te dejes engañar, ya que su interior poco tiene que ver con su exterior. Supone la segunda más grande de la ciudad. Su construcción se tuvo que alargar durante cerca de cien años para ser ampliada varias veces debido al gran número de fieles que acogía. Levantada por los franciscanos en el siglo XV, este edificio alberga una enorme cantidad de obras y monumentos que lo convierten en uno de los puntos clave de la ruta cultural de la ciudad. Aunque su bien más famoso es la Asunción de Tiziano, éste es sólo uno de los muchos que hacen ineludible la visita. Obras de Bellini, Veneziano, Sansovino o Rizzo complementan su amplia colección de arte de la Edad Media. Otro de sus mayores atractivos son sus mausoleos, destacando los del propio Tiziano y el de Antonio Canova, que debido a su sorprendente aspecto son los más populares. El de Canova tiene una curiosidad añadida ya que sólo alberga su corazón. El resto de su cuerpo está enterrado en Possagno. Su monumento, además, fue levantado por sus discípulos siguiendo el diseño que él mismo planteó para la tumba de Tiziano.

Este edificio constituye por varias razones un lugar idóneo para empezar cualquier paseo. La Plaza de San Marcos, en donde se encuentra, es el centro religioso y social de la ciudad y un lugar desde el que poder caminar a cualquier punto sin gastar demasiado tiempo. Su visita, por otro lado, se puede alargar bastante, ya que esta basílica contiene varios detalles de interés que la convierten en un auténtico mapa histórico-artístico de Venecia. Su obra se inició en el siglo IX como extensión del Palacio Ducal, pero enseguida se cambió su finalidad por la de servir como mausoleo para el cuerpo de San Marcos, quien pasó a ser el protector de la ciudad. Basta con un vistazo a su exterior para apreciar la mezcla de estilos que lo constituyen, pues el edificio con los años no ha sido ajeno a las diferentes corrientes artísticas desarrolladas en la ciudad, que fue uno de los centros culturales del medievo. Al entrar, lo primero que inundará tu vista es el color dorado que predomina en su decoración. La multitud de murales que ocupan sus paredes y sus cúpulas relatan pasajes religiosos y suponen una visita ineludible para cualquier estudioso. Pero sus partes más destacables, que son el tesoro sacado de Constantinopla, la Pala de Oro y, sobre todo, el museo que alberga las esculturas de los caballos de San Marcos, requieren pagar una entrada.